Screct meeting || {Kaleb}

Últimamente estaba haciendo demasiadas tonterías. Cosas peligrosas y prohibidas, cosas que de seguir de aquella manera acabarían por meterla en un lío de verdad, uno de esos en los que quizás su sinceridad y su apariencia inocente no le serían armas suficientes para escapar.
Estaba nerviosa, por no decir aterrorizada. Ni si quiera sabía como había llegado a esa pequeña cafetería en la que había gente suficiente como para pasar desapercibidos, pero no la demasiada como para molestar en una conversación. Ruido, distracción, lo cierto es que no podía negar que el lugar era ideal para hablar de todo aquello que se suponía que no se debía hablar. ¿Cómo iba tan si quiera a empezar?

Había investigado por su cuenta, y tirando de uno y otro lado, bibliotecas, registros, todo lo que se lo ocurrió tratando de no implicar a otros terceros en su búsqueda. ¿Qué buscaba?, el hecho de haber estado hacía apenas unos días frente al alambrado solo había conseguido aumentar su curiosidad por el otro lado.
Aún se preguntaba cómo había dado con el nombre de aquel chico. Le había dejado un mensaje cifrado, que era poco claro, pero no estaba segura de que acudiera y estaba claro que no era tan tonta como para dejar nada por escrito o hacer llamadas telefónicas. Su padre era un afamado científico, quizás solo fuera paranoya, pero empezaba a pensar que asta sus teléfonos podían estar vigilados.

Tambolireaba sus pequeños y finos dedos en la mesa de madera, hasta que se dio cuenta de que el resto de clientes no debía notar que estaba nerviosa. Miró su refresco y lo bebió detenidamente a sorbitos, aguardando aún las esperanzas de que el muchacho acudiera a la cita. Le explicó que debía buscar a una rubia con el pelo trenzado y una chaqueta roja, que respondía al nombre de Violette. Le pareció más seguro no usar su primer nombre y por el que todo el mundo le llamaba.
Trató de contenerse, pero aún le latía al máximo el corazón cuando alguien se acercaba a la puerta. ¿Contestaría el chico a sus preguntas?, ¿le seria sincero sobre la resistencia y la vida de los inválidos?. Quería saberlo todo, y eso podía más que cualquier miedo.

Aquel día no había quedado más remedio que ser un ciudadano más y pasar desapercibido, por la mañana me había tocado hacer acto de presencia en mi "trabajo" de mutilado, para que todos vieran que seguía vivo y que trabajaba. Y cobrar. Y además me había tocado la maravillosa tarea de hacer una presentación y todo eso que los diseñadores gráficos tenían que hacer, aunque me gustaba aquel trabajo, podía hacerlo desde mi casa, con la ventaja de que podía escaparme por los túneles siempre que quisiera, pagaban bien y tenía acceso a todo lo necesario para hacer falsificaciones lo más perfectas posibles. Eran todo ventajas hasta que tenía que ir a allí a entregar cosas... eso y las noches trabajando hasta las tantas porque en algún momento tenía que hacerlo. Pero por el momento mis vidas se compaginaban a la perfección. A ver si con Seth en casa podía seguir haciendo lo mismo.

Había salido del estudio, cargado con el ordenador, esa extensión de mi cuerpo que tenía que llevar cuando se suponía que era un ciudadano sin más, y me dirigía a una cafetería del centro con la que había quedado con una rubia de pelo trenzado llamada Violette y que me había enviado un mensaje bastante escueto unos días antes en los que me citaba para ir a aquella cafetería, no sabía para que, pero esperaba que no me comprometiera demasiado porque no podía ir a un lugar público siendo Jack Frost. No sabía si la tal Violette había sido brillante o demasiado inocente para hacerlo así pero lo cierto era que iba a tener que ir con cuidado en lo que fuera que fuéramos a hacer.

Llegué a la cafetería y entré buscando con la mirada por todas las mesas a una chica rubia, de cabello rubio con trenzas y chaqueta roja, y se me tuvo que quedar cara de idiota, si era prácticamente una niña, no podía ser mayor o mucho mayor que Seth. Estaba claro que estaba nerviosa y eso me relajó a mí porque no podía ser una amenaza para mí, aunque la situación seguía siendo peliaguda. Por lo menos la mesa estaba en el fondo. Me acerqué con cuidado a la mesa y aparté la silla - ¿Violette? - le dije intentando no asustarla - Soy Al... creo que tú y yo habíamos quedado, ¿no? - esperaba que entendiera la indirecta de que no me llamara Jack delante de todo el mundo. Jack sólo vivía bajo tierra. Y tampoco le podía decir mi primer nombre así que me decidí por el siempre práctico diminutivo del segundo.

Cuando el muchacho moreno cruzó la puerta de la cafetería, Leah ya se había acabado su refresco y jugaba entretenida a amontonar en una columna los hielos del vaso. Al final, se relajó un poco y acabó por no prestarle atención a nadie el pequeño local, de la misma manera que los clientes de la cafetería no parecían mostrar interés alguno en la jovencita rubia de la mesa del fondo. Casi se alegró, pero esa aparente tranquilidad que había conseguido se rompió cuando el moreno caminó con paso firme hasta ella y se presentó amablemente.

No pudo reprimir un gesto de estrañeza cuando la llamó Violette, se tuvo que recordar a sí misma que su segundo nombre era el único mientras durara aquella reunión. - Gracias por venir, Al. - comentó tímidamente, pensando que muy de seguro aquel tampoco sería el nombre real del chico, era mucho más sencillo de esa manera.
Quiso parecer tranquila y segura, pero ni si quiera sabía que diablos iba a decir para empezar. Se mordió tímidamente el labio, repasando el rosto de su compañero. Habría esperado algo más radical, quizás alguien con cicatrices por lo salvajes que eran las cosas al otro lado del la alambrada, quizás no pasaba el suficiente tiempo por allí, pero estaba segura de que podría responder a más preguntas que el estúpido hecho de quedarse mirando la valla que dividía todo lo que ella conocía de la nada. - Espero no ponerte en una situación incómoda - hizo una mueca. - no tienes por qué contestarme a nada que no quieras. - procuró evitar mirar a su alrededor, cuanto más normal pareciera la charla, menos atención captarías. - No te preocupes, no sé quién eres, solo que... bueno, sé qué eres. - el final de la frase le salió con un tono de voz mucho más bajo sin a penas pronponérselo. - Tengo dudas, muchas. - y miedo, pero aquello no quiso decirlo en voz alta.

La miré con una ceja levantada, se notaba que estaba nerviosa y por como había terminado la frase, también estaba asustada, y algo me decía que un tanto decepcionada - Me parece que tienes algo más que dudas... - le contesté de forma amigable.

Suponía que esas dudas de las que hablaba eran sobre las ventajas, las innumerables ventajas, que ofrecía el hecho de no dejarse mutilar y poder seguir pensando por ti mismo, entendía que cualquiera en su sano juicio quisiera plantearse la posibilidad de negarse a pasar por la intervención, sobre todo si tenías en cuenta los posibles efectos secundarios, efectos secundarios que acababan en hospitales psiquiátricos la mayor parte de las veces.

La situación en si misma no era comprometida, pero sí lo era el tema del que íbamos a hablar, y aunque todo el mundo estuviera metido en sus asuntos bastaba que la palabra "salvaje" apareciera en una conversación para que todo el mundo metiera la nariz donde no les importaba, así que por simple que fuera mi misión ese día tenía que tener cuidado para no llamar la atención de todo el bar.

- No tiene por qué ser incómoda... Sólo vamos a hablar, ¿no? Yo despejaré tus dudas como buenamente pueda desde mi punto de vista a este lado de la frontera - me rasqué detrás de la oreja, un gesto que hacía sin pensar cada vez que intentaba hacerme pasar por un curado, como si rascarme la cicatriz que me había hecho Eve de pequeño fuera a hacer que la gente se lo creyera más. Aunque sí lo hacían. Lo bueno que tenían los curados, algunos, era que la falta de sentimientos les hacía creerse todo lo que veían si disimulabas bien. Esperaba que Violette no fuera tan inocente como me decía su cara de niña y entendiera que estaba disimulando, por el bien de ambos.

Frunció el ceño sin poder evitarlo. A veces detestaba lo transparente que era, también el estúpido color que adquirían sus mejillas cuando alguien descubría aquello que se empeñaba en ocultar. Sonrió tímidamente, deseando de veras no ponerse tan nerviosa como para tener que echar mano de su inhalador para el asma. - Bueno, pero las dudas son lo que más me pesa. - comentó tímidamente, rodando los ojos para bajar la mirada del chico a la mesa, y era verdad las dudas estaba pudiendo con ella cada día más.

Trató de relajarse un poco más, lo cierto era que ayudaba que Al tuviera un aspecto tan normal y aparentemente fuera así de sencillo y cercano. Tenía que dejar de sentirse como si estuviera cometiendo un pecado, aunque no podía dejar de pensar que era algo bastante similar. Él parecía tranquilo, aquello debía darle confianza, sin embargo, por razones que no entendía aquello le molestaba. Se veía aún más como una cría tonta que estaba metiendo las narices en algo peligroso y demasiado grande para ella.

No pasó por alto el gesto de como Al se rascaba con mesura la oreja, allí donde debería estar la cicatriz. Aparentemente la tenía, aquello causó que la rubia abriera mucho los ojos de golpe y tuviera que concentrarse en respirar. - Pero... - murmuró, antes de acabar la frase lo pensó dos veces.
Sería como el falso nombre, él no era Al ni ella Violette, al menos no del todo. La cicatriz quizás era necesaria, parte del camuflaje, parte del disfraz de lo que era Al. Asintió levemente, sin saber por qué, como si tuviera que hacer algún tipo de señal de que lo había entendido y que todo andaba bien.

Pasó su lengua fina y rápidamente por los labios para humedecerlos, dando tiempo a que se ordenaran en su cabeza todas aquellas preguntas que se atropellaban las unas a las otras por salir. - No quiero hacerte sentir como en un interrogatorio. - se disculpó de ante mano con su amplia y limpia sonrisa.
Tomó aire y lanzó la primera pregunta. - ¿Existe de verdad el otro lado o son solo cuentos viejos?. - al final no tuvo que pensar, le salió solo y era lo más importante a saber sobre seguro en aquellos momentos, si bien casi parecía que se arrepentía de preguntar por el tono tan bajo y miedoso con el que salieron de su boca las palabras. Se balanceó nerviosa, a la espera de respuestas.

No pude evitar sonreír leve y tranquilizadoramente a Violette cuando le vi la cara que puso al darse cuenta de que tenía una cicatriz detrás de la oreja izquierda como el resto de mutilados. Cuantísimo debía agradecerle a aquella "deformación", pese a que había dolido como el demonio cuando Ivy me la había hecho, con el tiempo había resultado de lo más práctica.

Me sorprendió que fuera tan directa al grano, excepto Ivy el día anterior, nadie iba tan al grano cuando hablaban conmigo. Siempre se iban por las ramas, alargando el tema lo máximo posible para... la verdad es que no sabía la razón por la que la gente lo alargaba siempre todo.

- No, no son cuentos. Si lo fueran, ¿para que la vayas electrificadas en la Frontera? - le dije de forma normal, si la gente no notaba nada raro en la conversación había más posibilidades de que no prestaran atención a lo que decíamos, además la gente de la mesa más cercana acababa de levantarse y ya salía - Y si te puedo preguntar yo... ¿por qué las dudas? - no me parecía la típica chica revolucionaria que quisiera evitar la intervención y marcharse, o quedarse pero mantener una parte importante de ella.

Le tranquilizaba gratamente la manera sencilla y sutil en la que sonreía Al, aunque aún tenía sus nervios a flor de piel y su pie se agitaba de un lado a otro bajo la mesa tanto que pensó que de un momento a otro si no se tranquilizaba armaría un espectáculo tirando el mueble al suelo.
Cuando había concertado aquella cita, aún ha sabiendas de que conllevaba romper algunas reglas lo hizo con mucha seguridad, ninguno de sus finos dedos tembló al escribir el mensaje. Pero claro, el cara a cara era otra cosa, allí tendría respuestas reales que quizás ni fueran lo que ella esperaba y quizás le aterraran de miedo.

Ladeó un poco la cabeza y se mordió el labio. La respuesta a la pregunta quizás era obvia, pero el nerviosismo se mezcló con ilusión. "Existe el otro lado, existen los salvajes", pensó para sí misma, sabiendo que eso significaba que tal vez habría una salida, otro modo de vida. ¿Por qué sentía ilusión ante esa perspectiva?, no quiso preguntárselo más a sí misma, ya que de repente el terror se volvió a apoderar de ella.
Tuvo que recordar que si no respiraba con normalidad debería buscar el inhalador en su bolso y odiaba mostrar su debilidad tan claramente.

Jugó con su trenza un instante como tratando de controlar todas las emociones que se sucedían en aquel momento. Lo cierto es que no esperaba preguntas por parte del chico, tenía claro que ella sería una especie de moscardón bombardeando una cuestión tras otra, pero no había albergado que él quisiera saber nada de ella. Leah, Voilette o lo que fuera, no era interesante en absoluto.
Sonrió, educada como siempre y se mordió el labio. ¿Qué podía decir?, ¿cómo explicarlo?. - Curiosidad. - comentó en un tono bajo nuevamente. Aunque tanto él como ella no creyeron suficiente esa palabra como respuesta.
Ladeó la sonrisa y apretó sus manos suavemente la una contra la otra. - Tengo 19 años, siempre he creído que las cosas son como son y así son correctas, que no pueden cambiarse. Pero... mi hermana era mi mejor amiga y ahora es como si yo fuera tan interesante para ella como un sofá. ¿Es eso lo correcto?. - suspiró, no sabía si alguien tenía la respuesta a aquello y no sabía por qué había sido tan sincera con Al, pero ya estaba hecho. - ¿Se puede salir y volver?. - preguntó bajito. Si, claro, ella seguiría teniendo dudas.