Disfrutando de la lluvia (Charlotte)

Era la tarde perfecta.

Quizás no para todos los "mutilados" que corrían por las calles con paraguas para guarecerse de la lluvia, pero para alguien que se pasaba la vida entre túneles, puertas escondidas, y caminaba por la vida con una linterna porque prácticamente sólo salía a la calle cuando se hacía de noche, la lluvia era un cambio de lo más agradable. Y además, como estaba el cielo cubierto la luz tampoco me molestaba en los ojos, aquello podía ser la peor desventaja de la vida clandestina. Si quitaba claro de que era probable que alguien le hubiera puesto precio a la cabeza de Jack Frost. Pero como era Kaleb y no Jack el que ahora paseaba por las calles bajo la lluvia para llegar al parque que con este tiempo estaría desierto (gracias lluvia!) la tarde era simplemente perfecta. La gente no reparaba en mí demasiado metidos en sí mismos como para reparar en un tío que caminaba con las manos en los bolsillos y la capucha tapándole la cabeza por culpa de la lluvia. Hoy pasaba desapercibido.

Llegué al parque y lo crucé con paso lento, disfrutando de la lluvia, aunque nunca lo diría en voz alta, para el resto del mundo, Kaleb Alistair Sanders iba por el mundo sin paraguas porque se la traía floja la lluvia y mojarse. Me preguntaba si los mutilados serían tan robóticos como yo me imaginaba. No quería sobreactuar y que me pillaran. Me dirigí a uno de los rincones escondidos del parque, esa tarde me iba a encontrar con una clienta habitual, una de los míos, que me buscaba de vez en cuando para pasar la frontera hacia la Tierra Salvaje. Ojalá yo pudiera hacerlo de vez en cuando, no sólo por ver a mis padres, si no por ver a Seth, que seguía pidiéndome por favor en cada carta que le dejara ayudarme. Llegué al lugar de la cita y me senté a los pies del árbol a esperar.

Parecía que cada vez adquiría más destreza saltando alambrados y tapiales. Antes de esto no se había considerado para nada una chica atlética, sino todo lo contrario, pero al parecer al adversidad y una sobrecarga de adrenalina lograba cosas maravillosas. El hecho de de que era un día de poca concurrencia en las calles, cualquiera podría pensar que iba a ser más fácil llegar hasta el parque para poder conseguir lo que hoy estaba buscando, pero al contrario, los días de lluvia parecían poner más alerta a los Regularodes, estaban allí agazapados, con los ojos abiertos, preparados para saltar en cualquier momento, como si se tratara de bestias cazadoras o máquinas creadas y programadas con el único propósito de matar a los "salvajes". >Más salvajes serán ellos, que no son capaces de sentir lo único que nos separa de los animales<, pero claro, ellos no tienen la culpa. Y además le duele pensar que entre ellos se encuentra Callum

Caminó intentando pasar desapercibida, iba a encontrarse con Frost nuevamente, tenía que quedarse unos días más de ese lado de la frontera, y esperaba que él pudiera ayudarla como lo había hecho en otras ocasiones. No sabía demasiado de ese tipo, en realidad apenas sabía su nombre, conocía su rostro y que trabajaba ayudando a La Resistencia, eso último era lo que la convencía de que se trataba de una buena persona. Aunque sabía que no podía dejarse llevar, ya no se trata de buenas y malas personas, ahora se trata de personas y máquinas, de personas útiles o inútiles.

Llegó al parque, al lugar donde él siempre la esperaba, no se quitó la capucha, su cabello rojizo siempre la delataba, y no quería lidiar con otra carrera justo ahora. Distinguió al tipo sentado en las raíces de unos de los árboles, se acercó como cualquiera se puede acercar a otro, pareciendo lo más norma posible,pero teniendo en mente que últimamente casi nada era normal, todo le parecía sospechosos a los Reguladores. - Lindo día para estar en el parque.-Habló desde su altura.-¿Cierto?-Miró al cielo y luego al hombre, se sentó a su lado al pie de árbol. No necesitaba dar explicaciones, él sabía a lo que ella venía.

-Esta vez me quedaré dos días... -Indicó. Mirando al frente, impersonal. Necesitaba tiempo para recolectar varias cosas y además insistiría con ver Call, pero eso era algo de lo que Frost no necesitaba enterarse.

Levanté la vista en cuanto oí como Charlotte se acercaba, podía sonar injusto, yo me sabía los nombres de todos y ellos sólo conocían a Jack Frost, una identidad de la que me libraba con sólo enseñar la cicatriz accidental que tenía detrás de mi oreja izquierda y algo de maña, pero saber sus nombres me daba algo parecido a un seguro de vida, sabían que si me encontraban y me capturaban entonces nada me frenaría a dar todos los nombres de los que había ayudado y se habían quedado entre los muros de la ciudad... no eran muchos pero algo era algo. Por supuesto ellos no sabían que yo prefería morir a que me mutilaran, pero eso no era relevante para que supieran que podía hacer bien mi trabajo.

- ¿Alguna razón en especial para querer quedarte en esta cárcel más tiempo del necesario? - le dije sin despegar los ojos de lo profundo del parque, vigilando que no apareciesen reguladores, o que algún otro mutilado decidiera meterse en las conversaciones de los demás. Me relajé contra el árbol, intentando disimular, como si aquello sólo fuera una reunión entre amigos - No tienes por qué contestarme si no quieres, pero me choca que alguien que vive fuera de las vayas electrificadas de esta cárcel a la que se atreven a llamar ciudad se quiera pasar aquí para ver las vistas. - le dije al final, mirando al cielo entre las hojas del árbol en el que nos habíamos sentado. Intentando recordar los colores para cuando volviera a mi vida en los túneles.

La verdad es que si, había justamente una razón especial por la que se estaba quedando más tiempo del necesario. Pero ella, una carroñera que saltaba muros, escalaba alambrados, trepaba edificios, y robaba sin importar a quien, no podría decir que estaba enamorada de un Regulador, uno terco, porfiado, soberbio. Y lo más contradictorio y extremadamente ridículo de aquello es que ella no podía negar que hacía todo aquello por "amor" porque de un modo u otro, por un motivo u otro lo hacía por el amor... en muchos aspectos.

-Pues aquí en la cárcel están las cosas que necesitamos para vivir afuera....-Apretó los labios, y alzó las cejas. Tomó una piedra del suelo, húmeda, y la tiró hacia uno de los charcos, lo miró, estuvo analizando su perfil por un momento.-¿Y tú? ¿Por qué permaneces en esta cárcel?- Arrojó otra piedra y luego se limpió los dedos embarrados en su pantalón. Se acomodó el cabello detrás de la oreja y volvió a mirarlo de lado.-Digo, no tienes qué contestarme si no quieres, pero tienes la posibilidad de estar fuera de la cárcel.... -Volvió a mirar al frente. Las calles parecían estar cada vez más vacías pero aquello no era realmente bueno, al no poder perderse en la multitud quedaban más expuestos de lo normal.- Deberíamos caminar... movernos, para que no seamos los dos sujetos sospechosos sentados en el parque debajo de la lluvia.-Comentó, bromeo, pero sin dejar su tono serio. Se puso de pié y extendió una mano hacia él para que se ponga de pié también.

Ahogué una risa y rodé los ojos antes de coger su mano y dejarme ayudar por ella para ponerme de pie. Tenía razón, las reuniones en la calle no eran lo que se decía, tranquilas, había que moverse, hacer cosas, disimular en resumen, y estar en el parque sentados debajo de un árbol un día de lluvia no era disimular, era darle una razón a los reguladores de que nos miraran.

Caminamos unos pasos mientras iba pensando en si contestarle o no, la razón principal era que no quería que aquel... genocidio, se extendiera más, que fuera un carroñero no quería decir que me importaran una mierda las personas, me habían etiquetado porque no me frenaría ante nada para conseguir mis objetivos, pero no me aprovechaba de nadie, o al menos yo creía creer eso. La otra razón era la que me movía a hacer todo, el amor, o más bien Jonah, el Jonah que yo recordaba, para cumplir lo que él había soñado siempre, lo que habíamos soñado los dos, un mundo en el que la gente pudiera decidir y equivocarse y sentir algo. La miré de reojo, ella igual que yo iba con la cabeza tapada por la capucha, aunque yo la llevaba más hacia detrás que ella y suspiré hondo - Si yo me voy de aquí, ¿quién va a conseguir que vosotros llevéis lo que se necesita fuera? - la parte de Jonah no necesitaba saberla.

Él aceptó su mano para ponerse de pié y comenzaron a caminar juntos. Ella metió sus manos en sus bolsillos para avanzar debajo de la lluvia esperando su respuesta o al menos otra pregunta de parte de Frost. La obtuvo y era racional, pero sabía que había algo más allí, porque a alguien que le interesaba tanto permanecer solo para ayudar a los demás carroñeros tenía que haber sido impulsado por algo, estaba segura. No se consideraba una experta en analizar personas, pero si conociéndolas y sentía que era muy dificil conocer a Jack Frost.

- Es una buena respuesta.- Admitió. Rodó los ojos y sacó una de sus manos de los bolsillos para volver a acomodarse el cabello dentro de la capucha de su abrigo.- Tienes razón. Aunque creo que muchos encuentran cómodo hacerlo, no es lo más inteligente pero muchas veces lo mas rápido...Después de todo somos "salvajes"-Odiaba esa palabra, la aborrecía, era un calificativo ofensivo por demás, los de aquí dentro rebajaban a los de fuera al nivel de animales, salvajes, silvestres, como si actuaran bajo sus instintos, como si no pensaran en las consecuencias por no haberse dejado someter y esclavizar de la manera que lo habían hecho ellos. Era cierto que mucho de los carroñeros actuaban como si no les importara nada más que ellos mismos, había visto con sus propios ojos cómo sin piedad mataban, pero lo habían hecho para protegerse y para proteger a los suyos, mientras que los reguladores lo hacían simplemente porque alguien se los había ordenado. En muchas ocasiones sin importarle que se tratara su vecino, amigo, o hermano.

- Salvajes - siseé entre dientes - ¿Quién es más salvaje? Ellos o nosotros, nosotros por lo menos nos diferenciamos de las máquinas y los animales y podemos tener una conciencia de verdad y no dictada por los demás. Es mejor ser un salvaje que estar muerto por dentro.

En algunos aspectos, en muy pocos, le daba la razón al consejo, el amor podía dolerte mucho y hacerte sentir mal, nublar tu juicio y toda esa mierda, pero desde mi modo de verlo era también la fuerza más poderosa que podría haber sobre la tierra, podía moverlo todo, quizás fuera eso lo que temía el consejo de verdad.

Era una de esas preguntas que me asaltaba a veces, si el consejo había erradicado el amor con la excusa de que puede volver loca a la gente, una forma de locura que a mí me encantaba, o si era porque querían un grupo de perfectas marionetas, quitaban de tu cerebro el amor y la idea de amor, sin amor no hay dolor y si nada te duele entonces no lucharás por nada y nada te parecerá injusto - ¿Sabes? A veces me pregunto cual es la verdadera razón por la que marcaron al amor como una enfermedad, por que les parece que lo es o porque necesitan un puñado de siervos descerebrados - no tenía porqué compartir aquellas ideas con ella pero supuse que como "salvaje" ella lo entendería.