Siempre me toca ir detrás (Kaleb)

Aquella contestación me pilló totalmente desprevenida. ¿A qué venía ese melodramatismo tan repentino? Quizás es que yo fuese demasiado fría para no entenderlo pero, sinceramente, no llegaba a comprenderlo del todo.
Me quedé callada mientras observaba, desde el que ya había considerado mi sitio, como se alejaba. ¿Pero...?. Apreté los labios en un gesto de incomprensión y decidí esperarle, quizás, quizás... No sabía qué pensar o qué posibilidades barajar. Una cosa es que lo conociese de niño y otra que pudiese adivinar que le pasaba por la cabeza a un hombre de 23 que eran los años que ahora debía tener.
Miré a mi alrededor a la espera, mi pierna comenzó a moverse sola, de la impaciencia probablemente, pero vete tú a saber...
No se oía nada, ni el más leve chirrido de alguna puerta contigua. Solo, a lo lejos, el zumbido de lo que parecía algún motor interno.
Bufé exasperada.
- Estas perdiendo facultades, Eve - me reproché en voz baja mientras ponía ambas manos en los reposabrazos de la silla y me impulsaba para levantarme y recorrer el camino que kaleb había marcado hacía unos minutos.
Crucé el umbral de una puerta y me adentré en ella, hacía un frío de los mil demonios pero allí no había nada ni nadie... Torcí el gesto sin entender hasta dar con una especie de trampilla. Era la única salida visible así que ¿por qué no? La abrí y me adentré por ella. Estaba loca. Allanamiento de congelador, era de risa.
Una vez bajé por ella me di cuenta de cómo la oscuridad comenzaba a adueñarse del lugar. Decidí no cerrar la tapa de ésta para que iluminase algo aquellos ¿túneles? ¿Qué demonios era todo aquello?
- Em... ¿Hola? ¿Jack? - llamé en voz alta pronunciando aquel nombre y no el de kaleb por si había moros en la costa indeseados.

¿Pero qué estás haciendo, Kaleb? - me dije a mí mismo cuando no llevaba ni 5 minutos andando. Aquella reacción no solía ser propia de mí, huir de los problemas así. No era mi estilo. Me detuve y apoyé la espalda contra la pared y bajé las manos hasta apoyarlas en las rodillas. Aunque no veía nada... me sabía los túneles tan bien que ni me había cogido la linterna.

Tenía que pensar con claridad. Recordar la razón por la que mi "apellido" era Frost y no uno cualquiera - Piensa... Kaleb... y no seas gilipollas - después de nueve años sin ver a mi única amiga y haberme ofrecido a ayudarla, haberme alegrado de verla otra vez, de ver que era ella, había tenido esa reacción exagerada y un tanto bipolar y había salido huyendo - Definitivamente la soledad me ha afectado a la cabeza

Fue entonces cuando oí la puerta de la trampilla y al poco tiempo la voz de Ivy llamándome. Sería mejor que volviera y me disculpara... y volviera a ser yo otra vez y no una damisela en apuros que sale corriendo en cuanto oye respirar al dragón. Mi camino se había separado del que me habían marcado mis padres, pero vivir en la ciudad siendo un inválido no es tan fácil como hacerlo en las Tierras Salvajes, los peligros son los mismos obviamente, pero en la ciudad te veías expuesto a ellos más a menudo si no sabías jugar tus cartas.

Me di media vuelta y volví hasta la puerta al lado de los pies de las escaleras, la luz del congelador iluminaba pálidamente el lugar con un brillo azulado e Ivy estaba en el medio de todo aquello y la verdad, aquella luz la favorecía bastante - Ha sido exagerado... lo sé - le dije antes de que ella pudiera sacarle punta a la situación, cosa que haría estaba seguro - Pero puedes imaginarte que siendo Jack Frost me he ido de la conducta modélica que intentaron meternos en la cabeza nuestros padres... y hasta que has aparecido no me había parado a pensarlo. - le dije con tono, esperaba que divertido - Siento haberme puesto en plan... damisela en apuros. No tengo planeado dejar que vuelva a pasar. - muy bien Kaleb... prepárate para la lluvia que te va a caer por exagerar.

Me sobresalté lo justo al ver como una silueta bastante considerable de tamaño se acercaba hasta donde yo me encontraba segundos después de haber llamado a Kaleb pero, en seguida y en cuanto en tono azulado de arriba iluminó aquellas facciones, me relajé.
Crucé los brazos mientras él hablaba y recompuse una postura algo chulesca dejando notar, claramente, que una lluvia cargada de sarcasmos e ironías se avecinaba.
- Suelo desquiciar a aquellos con los que me encuentro pero nunca había provocado que un hombre como tú, hecho y derecho, se levantase y abandonase el lugar tan afligido - comenté con una actitud totalmente egocéntrica y haciéndole ver que todo era puro teatro. Rodé los ojos de manera exagerada y suspiré a la vez que hacía un ademán de manos y hacía como que me despeinaba un poco el pelo - Eve, tienes que controlar tus encantos... - me dije a mi misma mirando al tech y esperando haber conseguido quitarle tensión a todo aquello.
Al fin y al cabo, con o sin desconfianza, éramos conocidos, más que conocidos de hecho, y eso no se me iba a olvidar nunca.
Él había sido, y ahora quedaba demostrado en mi interior que seguía siendo, una de las personas por las que haría lo que fuese necesario por no volver a permitir que se alejasen.

- Pues no estaría de más que los controlaras, Ivy, la verdad es que no - reí en cuanto me di cuenta de que la cosa no había ido a más, sabía que no me lo iba a dejar olvidar fácilmente pero estaba preparado para futuras lluvias.
Di un paso al frente para quedar más bajo la luz del congelador y me tropecé con lo que había en el suelo, que resultó ser la linterna que usaba para moverme por los túneles sin tener que encender las luces y levantar las sospechas. No sabía quien podía estar atendiendo a lo que pasaba o dejaba de pasar en los túneles pero lo mejor no era dejar cabos sueltos.
De repente se me ocurrió una idea, una idea que en el mundo normal, en el de antes y del que yo sólo conocía historias, se desarrollaba por las calles y no en unos túneles subterráneos a oscuras pero tendría que servir así. Cogí la linterna y me giré hacia Ivy - ¿Qué te parece si hacemos lo que harían dos viejos amigos normales y nos ponemos al día dando una vuelta? - dije encendiendo la linterna y enfocándola en su cara - Eso sí, tendrá que ser por aquí, al menos hasta que empecemos a hablar de temas aceptados por la sociedad mutilada - reí antes de enfocar la linterna hacia el túnel por dónde había intentado huir.

Miré también en la misma dirección que Kaleb al escuchar el sonido de algún objeto con el que había chocado y, mentiría si dijese que lo vi cuando él se agachó, porque prácticamente no me dio tiempo. De repente, un fogonazo de mil demonios me dio de lleno en la cara obligándome a cerrar los ojos y poner las manos entre la luz y yo para evitar que mis pobres retinas muriesen antes de lo previsto.
Aún haciéndole gestos con las manos para que bajase aquello, asentí.
- Me parece bien pero, por Dios, baja eso - una vez lo hizo, me froté los ojos. ¿Sabeis cuando os hacen una foto y el flash te ciega hasta el punto de estar segundos después viendo puntitos blancos allá a donde vayas? Pues a mi me pasó lo mismo solo que, en vez de puntitos, veía esferas bastante considerables.
- Me has dejado ciega, ¿qué era? ¿una especie de venganza sutil por lo del cristal? Que rencoroso... - comenté con cierto aire cómico a la vez que mis ojos intentaban hacerse de nuevo a aquella luz y me ponía, por primera vez, a su lado a una distancia que traspasaba lo cordial, es más, creo que llegué a chocarme con él por no saber medir bien las distancias por culpa de mi visión deteriorada momentáneamente.
- Estás más duro que una piedra - comenté a modo de comentario simplón al notar su espalda-hombro - ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? ¿Prepararte para descolocarme el hombro en cuanto tuvieses oportunidad? - los comentarios egocéntricos por mi parte solo podían señalar una cosa, aunque me pesase... y es que estaba agusto con él.

- ¡Lo has notado! - le dije de forma sarcástica por su comentario sobre mi dureza - Y no ha sido para tanto, tú recuperarás la vista en un rato yo sin embargo me quedo con la cicatriz para siempre - me reí ante mi propio comentario porque la verdad es que aquella cicatriz me había resultado muy útil, pasaba por una cicatriz como las que te dejan las intervenciones y nadie buscaría a Jack Frost entre los mutilados - Pero aunque me reviente decirlo te tengo que agradecer el... regalito - le dije de forma socarrona - Es perfecta para despistar a los mutilados, todos creen que me han intervenido... Aunque no es que me deje ver mucho
- No me puedo creer que pueda hacer algo... así de normal - y entonces vi el entorno y tuve que retractarme - O todo lo normal que puede ser pasear por los túneles subterráneos de una ciudad a la luz de una linterna... Pero la verdad, llegué a pensar que no volvería a ver a nadie de mi pasado. Frost es... una compañía peligrosa - le dije al final, era mejor que supiera que yo corría el riesgo de ser encontrado y si me capturaban entonces el final sería irreversible, ella seguiría a salvo, porque los muertos no hablan, pero de todas formas - Pero me alegro de que me hayas encontrado... sea como fuera que me encontraras... no lo suelo preguntar

Sonreí entre las sombras ante sus palabras. En el fondo, fondo, fondo, no había cambiado tanto como en un principio había supuesto.
Estaba claro la diferencia evidente sobre el aspecto físico pero, en su interior, aún quedaban resquicios de aquel joven inquieto y con un aura un tanto misteriosa que tanto me atrajo en su día. Que malas pasadas me pudieron llegar a pasar mis hormonas de pre-adolescente, había que ver.
- Bueno, ya te he comentado antes que de aquí a hace unos años, busco... - pero me detuve antes de concluir la frase y me acerqué un poco más a él aún andando ambos - peligro - concluí con un murmullo lo más cerca de su oído que pude y, tras ello, me retiré y reí levemente.
Me gustaba hacer aquello, sobretodo porque era muy útil para sacarle información a cualquier tío que pensase con su segundo cerebro. Obviamente, con Kaleb mis intenciones no eran esas ni mucho menos pero era algo que me divertía y que, al parecer con confianza, también me salía solo.
Me quedé callada unos breves segundos después y entonces recordé un término al que él había hecho referencia y que, aunque pudiese imaginarme de qué se podía tratar, prefería preguntar ya que no tenía pinta de que fuesemos dos personas expertas en la comunicación social.
- ¿A qué o quienes te refieres cuando mencionas "mutilados"? - pregunté curiosa dando pequeños y sutiles brincos durante el camino.

Rodé los ojos cuando se me acercó a susurrar de aquella manera, aunque tenía que reconocer que había sido agradable, en los nueve años que habíamos pasado sin vernos no sólo había cambiado yo, cuando la había visto por última vez era una niña de 11 años y ahora era una mujer que quería escribir su propio destino. Nunca lo diría pero estaba orgulloso de que se atreviera a coger las riendas de su vida, igual que lo estaba de Seth. Al que tampoco se lo había dicho lo suficiente.

- ¿No es obvio? A los curados... técnicamente es lo que son, lo que hacen en esas intervenciones es quitarte una parte de ti, ¿no? - le pregunté mirándola de reojo desde mi altura, seguía siendo una enana a mi lado, la verdad es que me daban escalofríos esas intervenciones, urgarte en el cerebro para quitarte una parte de él y aún por encima podía salir mal, la cosa olía a chifladura por todas partes. Recordaba que cuando mi madre me la había contado, como a los 12 años, me había pasado noches enteras soñando con que me cogían y acababan operándome, a mí, a Seth o a Ivy. Lo peor es que habían vuelto unos años después, pero en eso no quería pensar.

- Y sobre el peligro... conmigo tendrás bastante, aunque sea latente, voy con bastante cuidado con lo que hago y como ya te dije, la cicatriz despista las miradas - en el fondo, me alegraba de que estuviera cómoda conmigo, ahora que la había encontrado no quería que se fuera del todo.

La definición que me dio sobre lo que él consideraba "mutilados" era justamente la misma que yo ya había deducido nada más escuchar el término y, pensándolo detenidamente, tenía su aquel y hasta muchas pizcas de lógica solo que claro, tú los llamas mutilados delante de su cara y lo más probable fuese que ellos terminasen rompiéndote la tuya.
Lo miré de reojo cuando dijo aquello último y le sonreí, denotando viejas confianzas.
- La verdad es que aunque "busque" peligro - hice el gesto de las comillas con los dedos - no tengo demasiado interés en convertirme en masoquista. Es solo una forma de hablar, supongo... - me encogí de hombros. Quitando a mis padres adoptivos, nunca había hablado de este tema con nadie - Son muchos años planeando mis movimientos, formándome y considerardo miles y miles de opciones para hacerlo todo de la manera más silenciosa posible - pensé que se reiría de mi al escucharme decir aquello, al fin y al cabo, era una niña de veinte años, ¿no? Lo típico... te queda mucha vida por delante...
Rodé los ojos al recordar aquellas palabras que tanto odiaba y me callé a la espera de que él diese pie también a algún tipo de continuación de la conversación. A mi se me estaban acabando los comentarios oportunos.

Asentí con la cabeza cuando me dijo que llevaba años barajando opciones - Sé lo que es eso, te olvidas que mis padres son prácticamente unos paranoicos - le dije riendo, me encantaban mis padres, y la situación era difícil, tenían dos hijos que nunca habían existido para el gobierno, como Ivy, y la situación estaba claramente jodida, la cosa no era para andarse con medias tintas y me alegraba de que nos hubieran educado a Seth y a mí para seguir sus pasos pero eso no quitaba que en muchas ocasiones me hubiera parecido excesivo. Al menos hasta hacía 4 años cuando lo de esconder mi nombre resultó de lo más útil - Ni siquiera yo sé donde viven ahora... es una putada la verdad... hace años que no veo a Seth - respiré hondo y seguí caminando por los pasillos de los túneles, pensando en cómo estaría él ahora, si Ivy estaba cambiada no me quería imaginar lo que habría cambiado él, me daba algo de miedo poder llegar a no volver a ver a mi propio hermano, pero como con todo lo demás prefería no pensar en eso - ¿Y tú qué? Si has salido ten revolucionaria supongo que vivirás con los padrinos - no lo eran en realidad pero los seguíamos tratando como tales.

Recordé al hermano de kaleb cuando pronunció su nombre. Él era menor que yo y, por lo tanto, mis recuerdos con aquel niño no eran tan consistentes como lo podían ser con Kaleb, aún así, lo recordaba.
Cuando hizo mención a mis actuales padres lo miré con una ceja levantada y asentí lentamente a la vez que formaba una media sonrisa ladeada como queriendo decirle: Que bien lo sabes...
- Supones bien - terminé por resonder a la par que volvía a mirar hacia el frente y al foco de luz que la linterna otorgaba - Pero, aunque te parezca extraño, ellos no me han inculcado ni la mitad de los pensamientos que hoy en día tengo. Me han apoyado, sí, pero nunca me han dicho "esto es mejor que esto" o han recurrido a lo que le hicieron a mis padres... la verdad es que, en ese aspecto, se podría decir que puedo ser algo autodidacta - expliqué. Era cierto que el ambiente familiar, donde te criabas, era claramente influenciable a la hora de ideales políticos, como era el caso, pero en el mío... aunque sí se tendía más hacia la libertad de elección, nunca se había impuesto nada o manipulado palabras de tal modo que una cosa pareciese mejor que la otra. De hecho, mi hermano tenía dieciseis años y, para ser adolescente, todavía no era ni la mitad de revolucionario que yo lo había llegado a ser.
También era cierto que mis padres sabían, como no, mi historia y que, me dijesen lo qu eme dijesen, ciertos hechos yo nunca podría llegar a olvidarlos tan fácilmente.

- A veces no hace falta decir nada para que alguien entienda la situación - y era cierto, todo lo que mis padres me habían inculcado no había rellenado ni la mitad de mi cabeza con las ideas "revolucionarias", lo que me había puesto en marcha había ocurrido hacía 4 años, en las calles de la ciudad que ahora nosotros cruzábamos bajo tierra - Y la verdad es que vivir como inválidos en la ciudad no es fácil, los vecinos siempre pueden no ser de fiar. Por eso me muevo por los túneles... soy prácticamente un topo - reí intentando levantar el ánimo de la conversación otra vez.
- Me alegro de que acabaras con ellos... la verdad es que tenía miedo de que lo que no habían dicho fuera mentira y estuvieras con cualquier familia de desagradecidos. Has cambiado... pero no más de lo que esperaba. Han pasado 9 años, no me imaginaba que siguieras teniendo 11 años, ni mental, ni por supuesto físicamente, aunque sigas siendo pequeñita - reí al final. La miré de reojo mientras me "preparaba" para lo que fuera que iba a hacer para vengarse por el comentario, por suerte no había cristales cerca. Definitivamente, físicamente había cambiado bastante, y no para mal.

Lo entendía a la perfección, yo no era considerada una inválida pero solo debido a mi edad, punto que, las cosas como eran, jugaban a mi favor si aprendía a aprovechar el tiempo que me quedaba hasta poseer, legalmente, tal etiqueta.
Miré el túnel que traspasábamos y me pregunté hasta dónde me llevaría Kaleb o nuestros propios pies, sabía que aquel lugar existía pero nunca me había adentrado en él. Olía a humedad pero era lógico, estábamos en el puerto y bajo tierra, ¿qué esperaba encontrar? ¿un sol radiante y un jardín lleno de rosas? A veces me sorprendía de lo ilusa que podía llegar a ser.
Sacudí mis pensamientos mentalmente y me concentré de nuevo en mi viejo amigo. Cuando dijo aquello de que seguía siendo "pequeñita" me paré, en seco, y me llevé ambas manos a la cintura dibujando una expresión de fingida indignación ante tal "cumplido".
- Disculpa que te diga, armario con patas, pero aquí dónde me ves he crecido cosa de cincuenta centímetros desde la última vez que me viste, ¡ojito! - dije con un orgullo dibujado en mi expresión que acompañaba a la más digna de las indignaciones.
Alcé la barbilla y cerré los ojos para enfatizar todavía más aquella escena y volví a relajar los músculos para tomar mi posición habitual.
- Además, soy partidaria de eso de que "la mejor esencia se encuentra en frascos pequeños" - concluí, picajosa, mientras echaba a andar de nuevo hacia él.

Fue en ese momento cuando mis viejas hormonas de la pre-adolescencia hicieron su aparición, ¡malditas! y me obligaron a hacerle un repaso visual entre las penumbras que propiciaba aquella linterna. Claramente, había mejorado y de qué manera.

- Lo imagino - le dije ahogando una risa - Más o menos la mitad de lo que he crecido yo - sacudí la cabeza y seguí andando cuando volvió hacia mí - Y te doy la razón... los mejores venenos se encuentran en frascos pequeños... ¡la mejor esencia! - rectifiqué levantando la mano con la que no llevaba la linterna a modo de "escudo".

Me metí la mano libre en el bolsillo y seguí caminando por el túnel, yendo sin proponérmelo hacia mi "casa" un viejo... no sabía como definirlo, pero tenía toda la pinta de haber sido un viejo refugio porque pese ser un edificio medio en ruinas por fuera, la parte interior no estaba mal y tenía agua y luz. No era un mal sitio para vivir si sabías que no podías aspirar a nada mejor y además en el sótano estaba una de las entradas a los túneles, lo que era de lo más cómodo - Te informo que vamos hacia mi... casa, se le podría llamar... No conozco mucho más de los túneles, no me gusta meterme donde no conozco y encontrarme con gente que no me gustaría encontrarme tampoco por la calle - la miré de reojo otra vez con media sonrisa, era curioso como desde que ella había aparecido hace nada, me había reído y había sonreído varias veces. Ya casi se me había olvidado, las cartas de Seth solían arrancarme alguna también, pero luego siempre le echaba de menos y el momento se volvía algo agridulce.

Quise pegarle un buen pellizco cuando escuché su primer comentario pero me limité a mirarlo mal y a simular indignación de nuevo. Era agradable mantener una conversación con él, me gustaban los piques, la ironía y el sarcasmo y él sabía usar todo eso, quizás no tanto como yo preferiría pero oye, menos daba una piedra.

He de admitir que el hecho de que me confesase que se estaba dirigiendo, a la vez que me dirigía a mi, hacia su casa, me sorprendió. ¿Quería llevarme a ella? Quizás fuese una indirecta encubierta para que me diese la vuelta, ¿o no? Ya empezaba otra vez, a deliberar sin necesidad. Bufé sin ser consciente, reprendiéndome a mi misma.
Seguí mirando al frente y decidí utilizar el turno que se supone que me tocaba según las normas de comunicación verbal con otro ser que, preferiblemente, fuese humano.

- Ah, pues... - no sabía ni lo que iba a decir - Si no te importa prestarme la llinterna para volver cuando llegues... Es que sino igual me mato por el camino de vuelta - supuse que no querría que pasase por su casa para salir, primero para que no nos relacionasen y, segundo, porque él aún seguía siendo Jack Frost y si me pasaba lo que fuese con quien fuese, podría suponer un incipiente peligro para él.
Me mordí el labio inferior mirándolo a la vez que caminábamos esperando una respuesta.

Reí y rodé los ojos cuando vi como se ponía en plan digna otra vez - No te preocupes, tener algo de veneno a tu alcance tampoco es tan malo - le dije literalmente, aunque ella no lo supiera, notaba por debajo de la camiseta como la botellita que llevaba colgada al cuello iba de un lado al otro a medida que caminaba. Lógicamente no le iba a contar cuales eran mis planes y como me iba a librar de la intervención en caso de que no pudiera escabullirme y cambiarme de nombre otra vez. Lo que no supiera no le haría daño... y tampoco me haría daño a mí. Por no hablar de que no era el momento de contarle a mi amiga de la infancia mis planes de suicidio.

Escuché lo que dijo y me pregunté de verdad si podría volver a la nevera ella sola, la luz de la linterna no era lo suficientemente fuerte como para poder ver algún signo distintivo que marcara los túneles y por lo tanto saber cual era el camino de vuelta. Llevarla a mi casa, aunque lo hubiera pensado porque joder, éramos amigos y en un mundo normal eso es lo que hacen los amigos, cada vez se volvía un plan menos tentador. Podía pasar cualquier cosa, y aunque no me gustara pensar en esa posibilidad tenía protegerme. Pero tampoco podía dejarla volver sola, por los túneles o por la calle y volver a salir por donde habías entrado tampoco me parecía lo más inteligente - ¿De verdad quieres salir por donde has entrado? Digo más, ¿sabrías volver tú sola?Puedo llevarte a la superficie y acompañarte un rato, no hasta tu casa... pero si un rato - sonaba desesperado en mis propios oídos pero es que no quería dejarla ir todavía.

Le dediqué una mirada interrogativa.
- ¿Y no sería más lógico que si alguien me ha visto entrar, me vea salir, que no volver a hacerlo? Vamos, digo... - o eso pensaba yo al menos. Si alguien me había visto visitar a Jack Frost pero no volver a salir del lugar, quizás se pudiese malinterpretar o pensar lo que realmente era, que no había sido una visita en busca de información solamente. Que vale, en un principio es lo que era, pero las cosas habían tomado ciertos matices muy pero que muy diferentes que a la vista saltaban.
Me paré y miré hacia mis espaldas, miré, pero no vi... ya que no había ni rastro de luz.
- Esto va a ser como la pescadilla que se muerde la cola. Yo te acompaño pero tú no quieres que vuelva sola y viceversa - comenté mirando de nuevo a Kaleb a la vez que mordía mi labio inferior, manía que tenía cada vez que una indecisión ocupada mi cabeza - Ya me dirás tú que hacemos para solucionar el entuerto - fácil, sencillo y rápido. Cuando no sabes qué decisión tomar y es algo que involucra a varias personas, releva el cargo y que se coma el marrón otro.

Estaba punto de sonar como un auténtico paranoico pero es que ser Jack Frost conllevaba mucho cálculo de posibilidades y no dejar nada al azar, podía salirte mal pero por lo menos no podías decir que algo había fallado porque se te había pasado el detalla, lo que era un putada cuando te costaba admitir tus errores.

- ¿Y si estuvieran esperando a que salieras precisamente? - no se había dado el caso pero no iba a dar un paso en falso, y mucho menos con ella. No sabía hasta que punto el gobierno conocía mis aventuras fronterizas, dónde me podían encontrar y cuanta gente había ayudado a escapar, pero no tenía ganas de averiguarlo. Miré al túnel por el que había que seguir para salir a la calle, puede que eso tampoco fuera lo más inteligente. Esto era más fácil cuando sólo yo me tenía que preocupar de que no me vieran deambulando por las calles de forma sospechosa, nadie sabía dónde vivía porque todos los lugares dónde quedaba con los clientes eran lugares conectados directamente con los túneles, igual que mi casa.

Rodé los ojos y suspiré hondo, si algún día la cogían lo peor que podía pasar era que tuviera que salir por piernas de mi casa, después de darle la espalda a tu vida huir de tu casa no era tan difícil - Vente a mi casa y duermes allí, nos ponemos al día y vuelves por la mañana, total, no sabes llegar por la ciudad. Vamos - y sin mediar palabra le cogí la mano y seguí por el túnel que habíamos estado siguiendo al principio.