Corriendo (Alex)

- No me gusta la idea, Seth

Rodé los ojos mientras seguía revisando mis escasas pertenencias para saber de cuales tenía que prescindir para meter en la mochila que iba a llevarme a la ciudad - Esperaba que no te gustara la idea, mamá. Llevas diciéndomelo cada cinco minutos desde hace una semana - me erguí otra vez y la miré sonriendo y con las manos en las cadera, sin odio, ni rencor, ni ningún sentimiento negativo. Era mi madre y me quería y comprendía que no quisiera que me fuera, la verdad es que me daría miedo que le importara un cuerno que me fuera, pero ella no entendía que tenía que hacerlo, no podía quedarme de brazos cruzados sabiendo que mi hermano se jugaba el cuello todos los días. Iría con cuidado, el mundo podía respirar tranquilo por eso, soy adolescente no subnormal.

Antes de que pudiera decirme otra vez su frase favorita del mes había salido por la puerta de casa y estaba corriendo por el bosque, dejando que la velocidad y el tener que concentrarme en no comerme nada de madera me despejara la mente para otras cosas.

Seguía corriendo, cogiendo velocidad y saltando de tronco en tronco, esquivando ramas y plantas y entonces... un obstáculo de esos con los que no contaba y que solían tener dos piernas y hablarme me salió al paso y como era costumbre en los últimos dos días, me tropecé y me fui al suelo - ¡AY! - cuando dejé de rodar por el suelo pude distinguir que era una chica, la 3ª en dos días que me hacía tropezar y caerme - ¿Pero que os he hecho yo a las chicas para que intentéis matarme? - sabía que exageraba pero una caída en el bosque a la velocidad a la que solía ir podía acabar con mis planes frustrados.

Me levanté del suelo y me sacudí el polvo de la ropa y cuando miré a la chica la reconocí, ella era una de las pocas personas en estas tierras que conocía a Kaleb, como Kaleb y no como su peligroso alter ego, Jack Frost. Y de repente me pareció muy sospechoso porque apenas se acercaba gente a la zona en la que teníamos la casa - No me digas que te manda mi hermano... - y yo pensando que de sus reprimendas me iba a librar hasta que hubiera cruzado la frontera.

- Ya... quizás sea culpa mía por no hacerme a la idea de que en el bosque hay más gente que yo - pero eso no hacía menos cierto que en dos días, tres chicas me habían asustado y me había caído al suelo, o casi, para tremendo dolor de mi orgullo.

Me aseguré de que no me había hecho nada, ni cortes ni moraduras que pudieran hacer que mi madre me encadenara a mi cama y no me dejara irme, aunque el hecho de estar perfectamente sano no me libraba de que lo intentara precisamente. Mientras me hacía un auto-chequeo médico oí lo que me dijo, ¿Alexandra? nunca habíamos cruzado muchas palabras así que no tenía demasiado claro su nombre, pero creía haber oído a mi madre llamarla así, que quería... hablar, curioso porque yo era mucho más joven que ella y no habíamos hablado demasiado, aunque yo fuera simpático, excepto mi pequeño problema con el contacto físico, tampoco es que fuera buscando conversación por ahí.

No entendía por qué la necesidad de alargar este tipo de conversaciones, sabía lo que había venido a decirme, o al menos lo imaginaba, vivíamos alejados de los dos campamentos, en una especie de casa de super lujo que, claramente, había visto mejores días, pocas personas sabían donde estaba y pocas personas se acercaban allí, solo amigos de mis padres o de Kaleb, para dar noticias. así que si Alexandra estaba aquí, una de dos, o Kaleb había hablado con ella y le había dicho lo que fuera o le había pasado algo, y realmente, no tenía ganas de escuchar que Kaleb ya no estaba como yo lo recordaba, por primera vez no porque así se fastidiaran mis planes de ir a la ciudad, porque yo sin Kaleb no pinto nada en Villa Robot, sino porque no quería que le pasara nada, mucho menos estando solo - ¿Está bien, Ha... - ¡No! Eso no - ...Kaleb? - rectifiqué, Casi. ¡Piensa antes de hablar, Seth!. Aquello era lo único que me importaba de todo lo que pudiera decirme.

Había faltado poquísimo, pero no se había dado cuenta. Bueno sí se había dado cuenta pero no del nombre que casi se me había escapado. Ese era sólo para mí... más o menos.

Rodé los ojos cuando me dijo que Kaleb estaba todo lo bien que se podía estar en la ciudad, no sabía si había sido a propósito o no, pero había sido muy oportuno por lo menos. Lo bueno era que mi hermano estaba bien.

No pude contener la risa cuando me preguntó como estábamos - Bien, no nos podemos quejar. Nos molesta poca gente ahí arriba - le dije señalando con la cabeza el camino por donde había llegado - Cuanta menos gente mejor, eso quiere decir que no hay malas noticias... de la ciudad - se me escapó esa vena depresiva que parecía volar sobre mi familia de vez en cuando y no podía ser, no iba a dejar que perdiera el control de la situación, porque si lo perdía podía acabar haciendo una locura... como que decidiera quedarme al final - Y mi madre está bien... planeando la forma de encerrarme en la casa - reí, sacando el tema que suponía había traído a Alexandra hasta aquel lugar. Sacándolo más o menos, mi madre me encerraría en la casa si por ella fuera aunque no tuviera pensado irme a ninguna parte. Por suerte, mi padre valoraba la libertad tanto como yo.

Eso había sido un golpe bajo. Abogar a que mi madre se iba a quedar sola si yo me iba. Que no se iba a quedar sola, estaba mi padre también, que necesitaba más cuidados que yo si me preguntabas a mí.

Suspiré hondo y me puse las manos en las caderas - No hace falta que sigas yéndote por las ramas... sé a que has venido. O me lo imagino al menos, supongo que mi hermano te ha dicho lo que quiero hacer y él está intentando que no lo haga - no hacía falta alargarlo más, odiaba tanto como Kaleb que la gente se fuera por las ramas, sobretodo si el tema era "importante", pero yo no le veía la importancia que le veía todo el mundo a que me fuera - Igual que todos - bueno, todos no, había alguien que me había deseado buena suerte en todo aquello. Sonreí al final, pensando en eso, pero la borré en cuanto me di cuenta de que no podía demostrar debilidad en ese momento - Sé lo que piensan todos y no voy a la ciudad a poner en peligro a Kaleb o a lo que hace. Estoy dispuesto a estar completamente fuera del camino de Jack, pero no quiero que Kaleb se pierda en medio de todo eso - le dije con seguridad, pero intentando con todas mis fuerzas no sonar borde, al fin y al cabo si era cierto lo que yo intuía entonces se había acercado a nuestra casa por que Kaleb se lo había pedido, lo menos que podía hacer era enseñarle mi punto de vista de forma educada - No voy a Villa Robot por capricho, créeme que yo más que cualquier persona echaré de menos perderme por aquí, lo que quiero es que no esté solo - ahí estaba, la verdadera y única razón de todo aquello.

De repente odié con todas mis fuerzas que hubiera dejado de irse por las tamas. ¡Mierda! Se me cerraron los ojos de motu propio cuando dijo que de verdad podía ponerle en peligro sin querer.

No nos conocíamos lo suficiente pero me estaba dando donde más me dolía y no lo aguantaba. Eché a andar por donde había llegado ella esperando que me siguiera, o bueno, que hiciera lo que le diera la gana, no tenía ganas de discutir pero tampoco quería poner en peligro a Kaleb, y tampoco quería que intentara hacer otra locura como la que me había enterado hace poco que había intentado.

Por primera vez en mi vida no se me ocurría ninguna otra razón que ella no pudiera desmontarme con que Kaleb se pondría en peligro por mí si iba allí, al menos no sin parecer un crío consentido. Aunque Kaleb no tenía que cuidar de mí, había crecido allí fuera y había salido de más situaciones peliagudas de las que todos pensaban y seguía aquí - Supongo que tienes razón. Pero sé cuidarme solo. La cuestión es ¿quién cuida de mi hermano? - se me cerraron los ojos otra vez y me paré en el medio de un claro, pensando en todo lo que me hacía ser el hermano pequeño, cabezota e insufrible de Kaleb, de todo lo que estaba orgulloso, vamos. Necesitaba recuperar el control de la situación y saber con seguridad si lo que me había dicho Carley aquella madrugada era cierto - ¿Es cierto que los carroñeros no sienten nada tampoco? - le pregunté a Alexandra directamente. No había porqué irse por las ramas, ¿no?

- Que está rodeado de hijos de perra sin sentimientos - le contesté sin más, estaba empezando a frustrarme y no quería ponerme borde y echar a correr porque eso sería huír de mis problemas y no me daba la gana.

Luego me preguntó si pensaba que Kaleb no sentía nada y me jodía admitir, que no estaba seguro de aquello, llevaba cuatro años sin verlo, sin tener mensajes de él, sólo el típico: "Está bien" que la gente que cruzaba la frontera y sabía que era de nuestra familia le decía a mis padres cuando los veían, pero nada de su parte. Llevaba meses entrando y saliendo de la ciudad, dejándole mensajes y no había tenido ni una sola respuesta, puede que la razón principal fuera que no quería que estuviera solo, pero la otra era ponerle los puntos sobre las íes de por qué estaba en paradero desconocido - Y no estoy seguro de que sienta algo, si me pides mi opinión.

Justo cuando pensaba que no podía darme más golpes bajos, o que yo podía soportarlos, me di cuenta de que estaba completamente equivicado.

Me acerqué a uno de los árboles y me planteé seriamente trepar y escapar por entre las ramas a todo lo que me estaba diciendo Alexandra, pero mi padre me había enseñado a que nada era razón suficiente para escapar de algo incómodo, otra cosa es que yo tuviera mi propio lema de "Escucha, sonrie y luego haz lo que te de la gana" y que zanjara la discusiones incómodas dando la razón como a los locos. Eso no era huir de una situación, era hacer que el resto del mundo se callara la boca porque la verdad, no iba a cambiar nada.

- Llevo meses entrando y saliendo de la Frontera, y no ha contestado a ninguno de los mensajes que le he dejado. Así que no tiene pinta para mí que se esté- - y entonces me di cuenta de lo que estaba diciendo, Kaleb era mi hermano mayor, el único héroe que había tenido en mi vida y me había jurado a mí mismo no dudar de él nunca jamás. Y estaba yo, teniendo una pataleta de niño pequeño porque había dejado que Alexandra tomara el control de la situación.