Puedo escuchar el mar (Alex)

La hora había llegado. Hacía ya unos días me había puesto en contacto con Kaleb, un viejo amigo que conocí en Tierra Salvaje mientras él trataba de decidir que hacer con su vida. Su historia había logrado ablandarme en cierto modo, él había perdido a quien amaba por culpa del Gobierno, y el dolor que aquello le había producido, le llevó a pensar en todo tipo de posibilidades. Por suerte, finalmente se había decantado por la opción de luchar, formaba parte de los carroñeros, al igual que yo, y se había mudado a la ciudad para ayudar desde dentro a montones de personas que querían escapar pero no sabían como hacerlo. Le admiraba profundamente por ello.

Aquel día había pensado entrar en la ciudad para ver como marchaban las cosas por allí, quería ver si el ambiente estaba tenso o si seguían viviendo tranquilamente ajenos a la multitud de personas descontentas que se preparaban tras la frontera para atacar en cuanto fuera posible. Me había vestido con mi "ropa de ciudadana" ya que esa era la única forma segura de permanecer allí durante algún tiempo sin que se me echaran al cuello los malditos reguladores. Me colé en la ciudad por aquella zona de la alambrada que siempre estaba desactivada, lo había hecho cientos de veces, por lo que hacerlo una más no me resultó difícil. Había quedado con Kaleb en la bahía de modo que me dirigí hacia allí. Me gustaba aquel lugar por dos motivos, el primero es que estaba algo apartado, de modo que no solía haber curados por doquier y se me hacía algo más soportable la estancia, y por otro, era una zona tranquila, ya que al ser poco frecuente la afluencia de personas, escaseaba la vigilancia.

Minutos más tarde me encontraba ya en el lugar indicado y pude ver a lo lejos una silueta conocida, allí estaba Kaleb. Me acerqué a él a paso ligero, me alegraba ver que estaba bien aunque una parte de mí se negaba a aceptar que aquel chico fuera importante para mí. -Kaleb. -dije a modo de saludo cuando estuve junto a él. Tenía buen aspecto, la verdad era que siempre había logrado adaptarse muy bien y al parecer no le costaba un excesivo esfuerzo hacerse pasar por un ciudadano más.

Escuché sus palabras. La verdad era que Kaleb era lo que yo podía considerar un buen amigo, siempre estaba ahí cuando le necesitaba y no dudaba en ofrecer su ayuda a todo aquel que la solicitara, costara lo que costase. -Lo sé, gracias. -dije mostrando de nuevo una pequeña sonrisa, tras lo que inmediatamente carraspeé y aparté un poco la mirada, no era normal en mí mostrarme tan amable, pero era lo que él sacaba de mí. Observé el mar junto a nosotros, me agradaba aquella apariencia indomable, como daba la impresión de que se rebelaba con cada ola, el mar parecía inconformista, como Kaleb y como yo misma.

En cierto modo me daba la sensación de que estar allí con él en ese momento, me hacía vulnerable, estaba demostrando que de una forma u otra era importante para mí, y eso no me convenía, pero en el fondo sabía que tampoco podía evitarlo, me preocupaba por él, aunque me lo negara a mí misma.

Asentí ante lo que me decía, eso era parte del problema de que no hubiera gente por la calle, que las pocas personas que salían de sus casas podían llegar a parecer sospechosas mucho más fácilmente, pero por suerte Kaleb estaba demasiado acostumbrado a la ciudad y se movía por ella como uno más sin despertar sospechas. -Es bueno saberlo, no sería agradable enterarse de que uno de los nuestros es capturado. -dije haciendo una mueca. Lo había disfrazado de preocupación por los miembros de mi grupo, aunque realmente era él de forma individual el que me preocupaba. -Si alguna vez te encuentras en apuros... puedes contar conmigo. -le dije sinceramente haciéndole saber que me tenía ahí si me necesitaba.

Era fácil descubrir que su mayor preocupación al otro lado de la frontera era su familia, y también era comprensible, por lo que no me extrañó escuchar sus palabras y descubrir que había dado en el clavo suponiendo que por quien quería preguntarme exactamente era por Seth. Asentí ante sus palabras. -No te preocupes, si ocurre algo importante te avisaré. -le aseguré con una expresión algo seria, ya que esperaba no tener que avisarle de nada desagradable, no me gustaría ser portadora de malas noticias, y mucho menos para Kaleb. Sin embargo, escuché lo próximo que dijo y no pude evitar contener una suave risa. -Bueno, supongo que todos nosotros estamos un poco locos. -dije con un cierto toque de diversión refiriéndome a los miembros de la resistencia, ya que en ocasiones, enfrentarse a un gobierno y a miles de ciudadanos se podía ver como una auténtica locura, dado que así era, pero para mí, merecía la pena.

Vi que sacaba un papel de su bolsillo y me lo ofrecía por lo que lo desdoblé y leía las palabras que este contenía, era de Seth. -Vaya, sin duda está más loco que los demás... -dije suavemente algo pensativa y le miré devolviéndole la nota. -No es buena idea. Tú llevas mucho tiempo aquí y has aprendido a manejarte, pero él es muy joven y sería arriesgado tanto para él como para ti, y pondría en peligro tu labor. -dije seria, Seth no podía instalarse en la ciudad de ningún modo, el trabajo de Kaleb era muy importante y aunque sonara egoísta, los miembros de la resistencia no nos podíamos permitir perderle, ya que había poca gente que se desenvolviera tan bien como él en la parte interior de la alambrada.

Reí suavemente asintiendo tras escuchar su comentario, sin duda venía de familia, y yo lo tenía comprobado. Durante el tiempo que Kaleb estuvo en Tierra Salvaje se le pasaron por la cabeza miles de estupideces ya que el dolor de una pérdida, aunque esta no fuera producida por la muerte, era una sensación casi insoportable y cualquier forma de aliviarlo era bien recibida, pero había que sobreponerse. Por suerte él mismo había terminado entrando en razón, al menos relativamente, ya que había acabado mudándose a la ciudad como infiltrado, pero al menos no se había ofrecido voluntario para la intervención, lo cual sin duda era ya un gran logro.

Escuchaba todas y cada una de sus palabras con atención, ya que sabía que Kaleb no las pronunciaba a la ligera y que si me estaba diciendo todo aquello era porque realmente le preocupaba y sabiendo que yo cruzaba a menudo la frontera y vivía al otro lado al igual que Seth, no podía negarle mi ayuda. -Mmm...si quieres puedo intentar hablar con él. No le diré que no lo haga, simplemente intentaré que él mismo se de cuenta de que es una mala idea y desista de su intento. -dije suavemente tratando de ofrecerle algo de ayuda. Sabía que no era ninguna garantía ya que era posible que Seth simplemente me ignorara, pero no perdía nada con intentarlo y en el supuesto caso de que finalmente decidiera hacerlo, podría ayudarle a cruzar la frontera de la forma más segura posible para que se encontrara con su hermano y poder instalarse en Portland. -Tal vez sí lograra hacerlo pero... -hice una pequeña mueca, no me parecía una buena idea. -Siempre será más seguro mantenerse al otro lado, donde le podemos proteger sin poner a nadie en evidencia. Allí somos todos rebeldes declarados, sin embargo si te descubren a ti, el castigo será mucho mayor... -dije sin poder ocultar el tono de preocupación en mi voz.

Bajé la mirada al suelo sintiéndome en cierto modo derrotada. El Gobierno había conseguido de forma indirecta lo que pretendía, que yo misma me cerrara al amor, me negaba a sentirlo y hacía todo lo posible por evitarlo. Sin embargo, las palabras de Kaleb me hicieron comprender que tenía razón, yo sí sentía amor, y era ese amor precisamente lo que me hacía luchar contra viento y marea para vengar la muerte de mi familia. Levanté la mirada hacia él y sonreí levemente sintiéndome mejor de pronto, sintiendo que no había perdido, que yo sí podía amar, y además lo hacía. -Tienes razón, gracias. -dije mostrándole la sonrisa más sincera que había mostrado desde que me había convertido en la persona que era. Entonces escuché su risa y no pude evitar acompañarle tras oir lo que decía. -Supongo que es normal, no debes tener muchas personas con las que hablar aquí. -dije haciendo un gesto con la mano para hacer referencia a la ciudad.

Presté especial atención a sus palabras, ya que eran el mensaje que debería transmitirle a Seth y asentí levemente. -Descuida, se lo haré saber. -dije suavemente tratando de darle a entender que podía confiar en mí, ya que aunque suponía que eso ya lo sabría, nunca estaba de más recordarlo cuando vives entre gente que quiere acabar contigo. -Y por mi parte haré lo posible para que esté bien si decide quedarse allí. -dije con una ligera sonrisa tranquilizadora, podía entender a la perfección la angustia que sentiría al no poder verle cada día.

Por algún motivo, de repente se me hizo horrible la idea de no tener a nadie con quien hablar día a día, el hecho de pasar largas temporadas sin hablar con nadie, por muy tonto que pudiera sonar, parecía terrible. Bien era cierto, que yo podía pasar mucho tiempo sin comunicarme con nadie por mi propia idea de querer ser independiente y no atarme a nadie, pero una cosa era eso y otra muy diferente era verte obligado a hacerlo porque no tenías otra opción.

Reí suavemente, eso era algo que yo ya suponía. -No te preocupes, tampoco es fácil que yo me rinda. -dije con una sonrisa algo ladeada. Entonces me di cuenta de lo bajo que se encontraba ya el Sol, la tarde se aproximaba a su fin y yo debía salir de la ciudad antes de que cayera la noche y se hiciera aún mucho más difícil. -Descuida, así lo haré. -le aseguré firmemente. -Ahora debo retirarme. Es tarde ya y será mejor que salga de Portland antes de que caiga la noche. A sido un placer verte y no te preocupes, mantendré un ojo puesto en Seth. -le dije con una sonrisa y tras despedirnos me alejé rápidamente tratando de pasar desapercibida en mi regreso a Tierra Salvaje.