Raven's Flat [Priv.]

Era jueves y a diferencia de otros días a la semana, cuando mi hora de salir del trabajo llegaba solo me quedaba una hora más haciendo trabajo extra. No me quedaba trabajando hasta altas horas de la noche porque tenía planes y este era mi día de la semana donde olvidaba el trabajo y me dedicaba a olvidar todo lo demás. Ni siquiera recuerdo como la conocí, pero mientras me cambiaba de ropas en mi casa por unas más cómodas recuerdo la primera vez que ella tocó el tema del sexo. No estaba acostumbrado a alguien tan directa decirme que quería acostarse conmigo esa noche porque las frustraciones del trabajo la superaban y necesitaba desahogarse. Aun en ese momento si bien supe que era un juguete para ella como seguramente lo habrán sido otros acepté. Por despecho inclusive, el problema de mi divorcio ya había terminado pero me enteré por otros medios de que mi ex mujer ya había encontrado candidato y su matrimonio sería inminente. Yo creo que esa fue la razón por la cual lo hice con Raven la primera vez, por que durante las otras veces solo el recuerdo de la primera bastaba como para motivarme a encontrármela en cualquier lugar donde pudiera tener una excusa.

No teníamos nada en común probablemente, mientras llegaba a su piso recordaba ahora si el como la había conocido. Ella había arrestado a mi hermano menor, Aramis, después de encontrarlo siendo romántico con una chica. Antón por primera y única vez en la vida había acudido a mí con desesperación puesto que la mujer que lo había apresado quería ingresarlo. Supongo que la mujer, al contrario de otros reguladores, se negaba a hacerle caso a Antón con su cara de crío aunque el pareciera muy serio y maduro. Recuerdo bien que ese día cogí mis cosas y salí en mi carro disparado, Aramis tendría una mancha más en su expediente y se podría ganar una pena más grave que una intervención adelantada si seguía como iba. Lo cierto es que Raven no era del todo idiota como Antón la había descrito al teléfono, probablemente la actitud de mi hermano la había hecho actuar así, porque no tuvo ningún problema en delegar la responsabilidad de Aramis en mi. Más tarde ese día me la encontré vagando por la ciudad cuando yo había salido del centro y ella venía de salir de investigar a alguien, le invité un café.

Rebusqué por una planta la llave que Raven guarda para mi, y de esa manera no tener que esperarla si no ha llegado aun a su piso, aunque siempre está cuando entro. Abrí la puerta y ahí venía, en un simple camisón tan perfecta para la ocasión, el mismo se traslucía a la luces tenía de la entrada. Cerré la puerta y sin decir nada me quité le abrigo donde pasos adentro, dejando que cayera al suelo detrás mío, y al encontrarnos a medio camino la rodee con una mano por la cintura y besé sus labios con completo deseo. No era simplemente su belleza lo que me dejaba loco por ella, sino su personalidad, su dureza y aun así su deseo, como se entregaba, para ser una curada. La hice retroceder hasta la primera pared y me pegué a ella con fuerza, tomando una de sus manos y pegándola a la pared, aprisionándola ahí mientras solo dejaba sus labios para atacar su cuello a besos y mordiscos.

Tan pronto en que la tuve para mí de nuevo contra esa pared lo obvio se instaló y el deseo nos unió. Probablemente tuviéramos más cosas en común, pero ninguno de los dos se molestaba en averiguarlo, solo queríamos averiguar cada centímetro de la piel del otro, aprender cada curva, cada punto sensible y conseguir llegar al éxtasis una y otra vez. No había nada mejor que escuchar sus gritos y gemidos, solo me hacían querer darle aun más, sabía que tenía otras parejas, Raven no era un pájaro de un solo nido, ni tampoco lo era yo, pero por estas horas de este día, yo era suyo y ella era mía. Mientras mi boca recorría con necesidad sus labios y su cuello mis manos jugaban con la delicada tela de su camisón, entre caricias sobre y levantárselo. Aunque todo eso fue innecesario cuando sus piernas rodearon mi cuerpo y entonces estuvo en mí portar todo el equilibrio a nuestra posición. Solté su mano para dejar que al menos se agarrara de mis hombros, aunque ella no tardó en encontrarle otro uso quitándome la camisa.

Patee mis zapatos fuera de mis pies, manteniendo mi beso en sus labios y mis manos en su trasero, solo la solté para no poner resistencia a que ella me despojara de mi ropa. Mi cabeza me daba vueltas y ni siquiera podía pensar en donde la iba a tomar, tenía que ser en cualquier lugar, en el lugar más rápido, aquí mismo no estaba tan mal para empezar. Mientras ella se movía contra de mi, pegué mi boca a su cuello besándola y moviéndome en contra de ella también, para que sintiera como me ponía teniéndola entre mis brazos. Mordí su cuello, su mentón y luego sus labios pegándome demasiado a ella. La tomé de sus muslos y aprovechándome de su agarre tan firme sobre mi cuerpo para llevarla y apoyarla en una mesa continua, varias cosas como adornos cayeron mientras sin dejar de besarla empecé a desabotonar mi pantalón y bajármelo. Dejé que cayera más bien al suelo mientras yo me concentraba en quitarle por fin el camisón aquel y tocar sus pechos, alternando mis toques con besos y mordidas.

Nos fuimos desasiendo de la ropa conforme nos besábamos nos acariciábamos. Recorriendo cominos ya recorridos. Igor conocía bien mi cuerpo, como yo el suyo hasta con los ojos cerrados podríamos adivinar cada parte. Me conocía muy bien al menos en la cama, como nadie. Sabia donde atacar primero, que era lo que me gustaba que era lo que no, de igual manera pasaba con él, podía saber el número de cosas, que le prendían, y no dudaba en usarlas en cualquier oportunidad, le quería hacer sufrir pero de la forma que se desesperara e intentara castigarme como él hacia mejor. Sus labios me recorrían con desesperación, sentir su cuerpo caliente y sus manos deseosas de recorrerme era algo que no podía evitar ceder. Mis labios buscaban los suyos y nuestros cuerpos intentándose equilibrarse entre sí, pero siempre había algo de por medio que nos impedía caer al suelo y terminar arrancándonos las ropa. Y había tantas formas de tener sexo, incluso sin quitarnos la ropa. Y podía presumir que nosotros conocíamos más de una forma. No podía evitar entre ratos mirarlo, esos ojos azules, casi felinos y esos labios rosados carnosos, que me encantaba morder, lamerlos y saborearlos.

Las mordidas se hicieron presentes en esos momentos dominados por la pasión, éramos dos salvajes y no había nada que nos hiciera detener. Yo arriba de él colgada sin intenciones de despegarme, mientras buscaba la forma de encontrarnos un lugar para acomodarnos, dimos de vueltas besándonos acariciándonos tocándonos, mientras que me acercaba a una mesita y me apoyaba en ella, no importo lo te hubiera, todo cayo despegando todo, mientras se quitaba el pantalón y caía por sus piernas, y mi blusón desaparecía casi por arte de magia en un movimiento rápido de manos, mientras que esas mismas se posaban en mis pechos como de costumbre estrujándolos, y sus besos recorrían esa parte tan erógena. No pude evitar pegar su cuerpo al mio con un solo movimiento de piernas que se encontraba enredadas en su cadera. Una de mis manos se aferraba a su espalda mientras que la otra se adentraba por debajo de su bóxer y masajeaba su interior, sintiendo como su miembro ya se encontraba sumamente excitado. Me excite mucho mas, no pude evitar gemir ante sus caricias y ante las mías, las cosas caían la mesa se movían ante nuestros movimientos salvajes, las caricias que se volvían un poco agresivas, lo cual me encantaba cuando entraba esa rudeza en el, sin tacto sin piedad.

Lo nuestro era completamente de cuerpo, así que cuando estábamos juntos casi ni nos preocupábamos de satisfacer al otro tanto como satisfacernos a nosotros mismo. Era un encuentro animal, lleno de deseo, porque sabíamos que era así entre nosotros, porque habíamos hecho un trato silencioso que probablemente se rompería en cualquier momento, y que por lo mismo sabíamos debíamos aprovecharlo ahora ya. Sus manos se paseaban por mi cuerpo y sus uñas solo terminaban de excitarme aun más de lo que ya lo estaba, y toda mi excitación se aglomeraba en una sola parte de mi cuerpo, mis boxers, que escondían mi endurecido miembro. Finalmente mis manos consiguieron lo que buscaban y separándome un poco de sus labios le quité el camisón transparente por encima de su cuerpo. Era la única prenda de ropa que ella tenía, la mayoría de las veces era así, y yo siempre que estaba aquí pensaba que me podría presentar con menos ropa, y al final nunca lo recordaba.

Mientras una mano masajeaba uno de sus pechos, mis labios succionaron el pezón de su otro pecho que ya estaba bastante duro. Mientras que su mano en mi miembro solo conseguía excitarme aun más y ponerme más duro. Mordisqué ligeramente su pecho, y bajé besando el contorno de los mismos para llegar a su barriga, aunque tuviera que perder el agarre de su mano, ya habría oportunidad para que ella me estimulara otra vez, no iba a ningún lado por ahora. Mis labios siguieron por la linea de plano abdomen bajando por sus caderas hasta sus piernas, sus muslos, mis labios se mantenían a una distancia mínima de su sexo rozando con un dedo aquella zona antes de hundir mis labios y mi lengua completamente en ella. La quería bien estimulada antes de entrar en ella como siempre, era lo bueno de estar con una mujer curada, que los impulsos sexuales podías darle alas como quisieras, sin esperar que luego de aquello ella deseara una relación. Ella era incluso la que te echaba de su cama y de su casa.