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Fría como una piedra {Megan}
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Fría como una piedra {Megan}
Megan cerró la puerta de la casa y yo quedé allí sentada observando como tonta. Le había preguntando a dónde iba pero no me había respondido de ninguna forma, ni siquiera con un "no te importa" serio al que estaba acostumbrada. No lo pensé más y me puse de pie para seguirla porque bien tenía sabido no era su horario de trabajo como reguladora.
Sin nada encima salí y observé que giraba por la esquina. Fui rápidamente y la seguí un rato hasta que llegó al parque. Qué tonta era, no tenía ni idea de por qué seguía a Megan pero también por qué no pasar unos momentos con mi hermana, a pesar de que era muy cierto de que ya no era la misma de antes. Megan sonreía pero no mucho. No como antes en realidad y la pérdida de Demian la había dejado más desconsolada incluso. Se quedó parada junto a la fuente y yo aparecí detrás. ― Hola, Megg.― dije simplemente. Sin mirarla fui hacia la fuente y me senté junto a ésta. ― A Demian le gustaba traernos aquí, ¿no?― comenté con un poco de tristeza y era un error porque eso muchas veces no había resultado agradable para Megan.
Sin nada encima salí y observé que giraba por la esquina. Fui rápidamente y la seguí un rato hasta que llegó al parque. Qué tonta era, no tenía ni idea de por qué seguía a Megan pero también por qué no pasar unos momentos con mi hermana, a pesar de que era muy cierto de que ya no era la misma de antes. Megan sonreía pero no mucho. No como antes en realidad y la pérdida de Demian la había dejado más desconsolada incluso. Se quedó parada junto a la fuente y yo aparecí detrás. ― Hola, Megg.― dije simplemente. Sin mirarla fui hacia la fuente y me senté junto a ésta. ― A Demian le gustaba traernos aquí, ¿no?― comenté con un poco de tristeza y era un error porque eso muchas veces no había resultado agradable para Megan.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
Su trabajo era bueno, desde siempre supo que sería reguladora, aunque también sus padres habían sido una gran influencia para que ella terminara por aceptar. Hoy, era eso, lo que ellos tanto habían deseado. ¿Estaban orgullosos? ¿A caso eso les había hecho un poco felices? Después de todo, se habían salido con la suya. Pero, ¿qué se podía esperar de dos personas tan rectas y pulcras como ellos? ¿Que mostraran sus sentimientos? ¡Patrañas!
No ellos. No sus padres. A final de cuentas, también fueron intervenidos y ¿amor? Amor no existe ya en su vocabulario. Igual que con ella. Megan había pasado de ser una hermana cariñosa y sensible, a la que le dolía cuando alguien estaba mal, la que cuidaba y protegía, a ser una especie de sombra fría y sin pizca de sentimientos. Si bien seguía preocupándose por su hermana y le dolía saber que Demian no estaba más, ya no era capaz de amar. ¿Alguna vez lo fue? Claro, en su tiempo, antes de que fuera lo que es ahora. Y, sin embargo, se sentía bien.
Salió de casa con solo una periquera en la que llevaba el libro que estaba leyendo. Apenas escuchó el portazo que había dado pues su mente se encontraba en otro sitio, pensando que pronto sería la intervención de Gwen. Esperaba que no se resistiera, no iba a ser agradable tener que usar la fuerza con ella, era su hermana después de todo y aunque ya no sentía nada al verla sufrir... bueno, era su hermana. Esa es ya suficiente excusa.
Al rato llegó a un parque que solía visitar, para ser más precisos, cuando Demian vivía y ella no era una "desamorada". Los recuerdos la invadieron al ver la fuente de aquel parque. Si Demian estuviera vivo, seguramente estaría ahí con ella, y con Gwen. ¿Por qué no la trajo con ella? Estaba segura que su hermana no la necesitaba, de todos modos. O al menos Gwen no se lo había dicho. Sus ojos claros se quedaron clavados en el agua que brotaba en direcciones opuestas y haciendo curvas. Rememoró los viejos tiempos, pero no pudo sentir nada, ni un cosquilleo, ni un atisbo de alegría. Nada. Absolutamente nada.
Fue entonces cuando la dulce voz de su hermana rompió el hilo de sus pensamientos. Se giró sin inmutarse, con serenidad, pero Gwen pasó de largo hasta sentarse al pie de la fuente. Su hermana estaba ahí, con ella, y a Megan apenas le producía un afecto. —Gwen —respondió con un volumen natural. Ella le recordaba tanto a Demian, eran tan parecidos.
Y ahí estaba Gwen rayando el punto que Megan evadía. Apenas hizo una mueca, se relamió los labios y bajo sus ojos a la rubia. —Apenas recuerdo esos tiempos, Gwen —mintió, ¡claro que los recordaba! —Pero sí sé cuánto odiabas que te mojara la cara con el agua helada —agregó. Tampoco quería ser una grosera, menos con ella.
Mostró una sonrisa, más porque todavía no olvidaba cómo era sonreír, pero en realidad no sentía tanta emoción de hablar de eso.
No ellos. No sus padres. A final de cuentas, también fueron intervenidos y ¿amor? Amor no existe ya en su vocabulario. Igual que con ella. Megan había pasado de ser una hermana cariñosa y sensible, a la que le dolía cuando alguien estaba mal, la que cuidaba y protegía, a ser una especie de sombra fría y sin pizca de sentimientos. Si bien seguía preocupándose por su hermana y le dolía saber que Demian no estaba más, ya no era capaz de amar. ¿Alguna vez lo fue? Claro, en su tiempo, antes de que fuera lo que es ahora. Y, sin embargo, se sentía bien.
Salió de casa con solo una periquera en la que llevaba el libro que estaba leyendo. Apenas escuchó el portazo que había dado pues su mente se encontraba en otro sitio, pensando que pronto sería la intervención de Gwen. Esperaba que no se resistiera, no iba a ser agradable tener que usar la fuerza con ella, era su hermana después de todo y aunque ya no sentía nada al verla sufrir... bueno, era su hermana. Esa es ya suficiente excusa.
Al rato llegó a un parque que solía visitar, para ser más precisos, cuando Demian vivía y ella no era una "desamorada". Los recuerdos la invadieron al ver la fuente de aquel parque. Si Demian estuviera vivo, seguramente estaría ahí con ella, y con Gwen. ¿Por qué no la trajo con ella? Estaba segura que su hermana no la necesitaba, de todos modos. O al menos Gwen no se lo había dicho. Sus ojos claros se quedaron clavados en el agua que brotaba en direcciones opuestas y haciendo curvas. Rememoró los viejos tiempos, pero no pudo sentir nada, ni un cosquilleo, ni un atisbo de alegría. Nada. Absolutamente nada.
Fue entonces cuando la dulce voz de su hermana rompió el hilo de sus pensamientos. Se giró sin inmutarse, con serenidad, pero Gwen pasó de largo hasta sentarse al pie de la fuente. Su hermana estaba ahí, con ella, y a Megan apenas le producía un afecto. —Gwen —respondió con un volumen natural. Ella le recordaba tanto a Demian, eran tan parecidos.
Y ahí estaba Gwen rayando el punto que Megan evadía. Apenas hizo una mueca, se relamió los labios y bajo sus ojos a la rubia. —Apenas recuerdo esos tiempos, Gwen —mintió, ¡claro que los recordaba! —Pero sí sé cuánto odiabas que te mojara la cara con el agua helada —agregó. Tampoco quería ser una grosera, menos con ella.
Mostró una sonrisa, más porque todavía no olvidaba cómo era sonreír, pero en realidad no sentía tanta emoción de hablar de eso.
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
Apenas los recordaba. Esas palabras dolían un poco, ya ni siquiera podía hablar con mi hermana del pasado, esa era naturalmente su respuesta para muchas de las cosas que podía decir. No había más soledad que la de un incurado en un mundo de curados. Pero pronto yo sería una más del resto, o eso creía. No quería, a decir verdad pero cada vez que lo pensaba y daba vueltas me tropezaba con la misma piedra. Había estado cerca de la frontera y ésta era casi impenetrable, ¿cómo poder yo sola con esos militares cuidando las veinticuatro de los siete? Lo positivo que sacaba de todo esto era que me quedaba tiempo. Tenía veinte, pronto a cumplir veintiuno. El veintidós era un número de terror para mi.
Levanté mi rostro para mirar a mi hermana, notando el brillo elegante de su cabello rubio exhibido al sol; al menos su cabello brillaba, sus ojos no tanto, salvo cuando se enojaba. Y además agregó una sonrisa, la cual no dejaba de ser cálida.― Eso es verdad, lo recuerdo bien.― sonreí enseñando mis dientes y miré el agua en la fuente.― Es helada y además puede haber una gran cantidad de bacterias, virus y demás cosas en ese agua. Y sabes cuánto detesto la falta de higiene.― expresé haciendo unas muecas. Era algo heredado de mi madre quien siempre era perfecta para todo y yo era igual de detallista más con la limpieza y los modales.
Acomodé un poco mi cabello detrás de mi oreja y borré mi sonrisa unos momentos para pensar. Miré su accesorio y supuse que allí llevaba alguno de esos libros que solía leer, los libros permitidos y no las novelas viejas que solíamos leer de más niñas. Ninguna lectura que expresara en sus textos lo que hacía la enfermedad de amor estaba permitido. ― Megan, ¿cómo convenciste a nuestros padres que no te asignaran una pareja?― pregunté curiosa desviando mis pensamientos hacia ese tema que me tenía algo nerviosa. ― Quiero decir, sabes que a todos nos asignan a alguien y bueno tú lograste convencerlos de que no tendrías pareja. Creo que quiero lo mismo.― entrecerré mis ojos por el sol y la observe detenidamente, curiosa de su respuesta. No sabía qué iba a decirme y era la primera vez que le pedía un consejo de esas características desde que se había convertido en reguladora.
Levanté mi rostro para mirar a mi hermana, notando el brillo elegante de su cabello rubio exhibido al sol; al menos su cabello brillaba, sus ojos no tanto, salvo cuando se enojaba. Y además agregó una sonrisa, la cual no dejaba de ser cálida.― Eso es verdad, lo recuerdo bien.― sonreí enseñando mis dientes y miré el agua en la fuente.― Es helada y además puede haber una gran cantidad de bacterias, virus y demás cosas en ese agua. Y sabes cuánto detesto la falta de higiene.― expresé haciendo unas muecas. Era algo heredado de mi madre quien siempre era perfecta para todo y yo era igual de detallista más con la limpieza y los modales.
Acomodé un poco mi cabello detrás de mi oreja y borré mi sonrisa unos momentos para pensar. Miré su accesorio y supuse que allí llevaba alguno de esos libros que solía leer, los libros permitidos y no las novelas viejas que solíamos leer de más niñas. Ninguna lectura que expresara en sus textos lo que hacía la enfermedad de amor estaba permitido. ― Megan, ¿cómo convenciste a nuestros padres que no te asignaran una pareja?― pregunté curiosa desviando mis pensamientos hacia ese tema que me tenía algo nerviosa. ― Quiero decir, sabes que a todos nos asignan a alguien y bueno tú lograste convencerlos de que no tendrías pareja. Creo que quiero lo mismo.― entrecerré mis ojos por el sol y la observe detenidamente, curiosa de su respuesta. No sabía qué iba a decirme y era la primera vez que le pedía un consejo de esas características desde que se había convertido en reguladora.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
Megan conocía muy bien a su hermana, toda su vida la pasó junto a ella y junto a Damien, pero ahora que él no estaba por razones mayores que nadie podía arreglar ni cuestionar, se habían quedado solas. Megg tenía siempre presente que Gwen estaba ahí y que necesitaba de ella. Pero, ¿qué podía ella ofrecerle a una chica con sueños y esperanzas como las de Gwen? Vamos, hay que ser realistas, Megan apenas podía sonreír con naturalidad, ¿cómo esperaba pasar una tarde de calidad con su hermana? De alguna manera, le alegraba saber que ésta pronto se sometería a la operación y entonces las cosas cambiarían. Gwen entendería el mundo de los curados y, quién sabe, hasta le gustaría.
El dato de las bacterias la hizo mirar a su hermana como si fuera la cosa más interesante que existiera. Era el vivo retrato de su madre, además de que tenía ese enorme parecido con Demian. Megg, en cambio, era más parecida a su padre, sus facciones eran más cuadradas a diferencia de la delicadeza con la que Gwendoline había sido creada. Un recuerdo de una de esas tantas tardes se le vino a la cabeza y río. Sí, ahí estaba Megan Monaghan riendo. Aunque a su risa le hacía falta algo. Pocas veces se había puesto a pensar en aquello que su hermana preguntaba. Sobre la pareja, quiero decir. Y no era sorprendente en realidad que ella quisiera saber, pronto a ella le asignarían una y, bueno, tendría que acatar la orden.
Megan decidió sentarse al lado de su hermana, moviendo el morral a un lado y sintiendo como la briza del agua le empapaba los cabellos, al igual que a Gwen. Se tomó su tiempo para responder, la verdad es que había sido más sencillo de lo que ella hubiese esperado —Ya conoces a papá y mamá. Sólo tuve que decirles que no quería tener una pareja, que me dedicaría a ser Reguladora y las leyes no serían problema para mí —le contó con toda calma. Estar cerca de su hermana se sentía bien, no existía ese amor de hermanos pero la sangre puede más, además de que hacía mucho que no pasaban tiempo de calidad —. Tendrías que hablar con ellos. Seguro que te apoyan. Después de todo tienen influencias, eso siempre ayuda —y era cierto, su familia era una de las más poderosas de la ciudad.
Se quedó mirando hacia el frente, viendo a las personas pasar. De alguna forma, vivir sin amor era un alivio, nadie sufría, a excepción de aquellos incurados, pero igual les llegaría su momento de salvación, o al menos así era como Megg lo llamaba. Más allá, una pareja de ancianos paseaba tranquilamente, con rostros serenos como de quien ha vivido bien. Recordó a aquel chico que alguna vez le declaró su amor y sintió escalofríos. ¿Qué habría pasado si le hubiera tomado la palabra? ¿Estaría dónde se encuentra? ¿Sería de la resistencia? Sí, ella sabía acerca de ellos, de hecho, había visto a ese chico un par de veces, pero siempre que quería delatarlo, él ya se había marchado.
Alejó esos pensamientos más allá de las murallas de la ciudad y volvió el rostro a su hermana —Pensé que querrías una pareja —admitió, dándose cuenta de paso que su hermana se convertía poco a poco en una extraña, y todo gracias a la falta de tiempo —. ¿Qué te ha hecho cambiar de parecer? —quiso saber. Mantuvo sus ojos en ella, esperando una respuesta. No es como que fuera a reprenderla ni nada, aunque seguro su rostro reflejaba inconformidad, pero así se había vuelto Megan. En eso se convirtió.
El dato de las bacterias la hizo mirar a su hermana como si fuera la cosa más interesante que existiera. Era el vivo retrato de su madre, además de que tenía ese enorme parecido con Demian. Megg, en cambio, era más parecida a su padre, sus facciones eran más cuadradas a diferencia de la delicadeza con la que Gwendoline había sido creada. Un recuerdo de una de esas tantas tardes se le vino a la cabeza y río. Sí, ahí estaba Megan Monaghan riendo. Aunque a su risa le hacía falta algo. Pocas veces se había puesto a pensar en aquello que su hermana preguntaba. Sobre la pareja, quiero decir. Y no era sorprendente en realidad que ella quisiera saber, pronto a ella le asignarían una y, bueno, tendría que acatar la orden.
Megan decidió sentarse al lado de su hermana, moviendo el morral a un lado y sintiendo como la briza del agua le empapaba los cabellos, al igual que a Gwen. Se tomó su tiempo para responder, la verdad es que había sido más sencillo de lo que ella hubiese esperado —Ya conoces a papá y mamá. Sólo tuve que decirles que no quería tener una pareja, que me dedicaría a ser Reguladora y las leyes no serían problema para mí —le contó con toda calma. Estar cerca de su hermana se sentía bien, no existía ese amor de hermanos pero la sangre puede más, además de que hacía mucho que no pasaban tiempo de calidad —. Tendrías que hablar con ellos. Seguro que te apoyan. Después de todo tienen influencias, eso siempre ayuda —y era cierto, su familia era una de las más poderosas de la ciudad.
Se quedó mirando hacia el frente, viendo a las personas pasar. De alguna forma, vivir sin amor era un alivio, nadie sufría, a excepción de aquellos incurados, pero igual les llegaría su momento de salvación, o al menos así era como Megg lo llamaba. Más allá, una pareja de ancianos paseaba tranquilamente, con rostros serenos como de quien ha vivido bien. Recordó a aquel chico que alguna vez le declaró su amor y sintió escalofríos. ¿Qué habría pasado si le hubiera tomado la palabra? ¿Estaría dónde se encuentra? ¿Sería de la resistencia? Sí, ella sabía acerca de ellos, de hecho, había visto a ese chico un par de veces, pero siempre que quería delatarlo, él ya se había marchado.
Alejó esos pensamientos más allá de las murallas de la ciudad y volvió el rostro a su hermana —Pensé que querrías una pareja —admitió, dándose cuenta de paso que su hermana se convertía poco a poco en una extraña, y todo gracias a la falta de tiempo —. ¿Qué te ha hecho cambiar de parecer? —quiso saber. Mantuvo sus ojos en ella, esperando una respuesta. No es como que fuera a reprenderla ni nada, aunque seguro su rostro reflejaba inconformidad, pero así se había vuelto Megan. En eso se convirtió.
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
Sonreí automáticamente cuando Megan lo hizo. Me gustaba verla reír, pero aún le faltaba mucho para tener su risa de antes. Estas sonrisas de Megg luego de su intervención eran apagadas, y resultarían normales para quien no había conocido en sus momentos de incurada... Para mi era como si le hubieran arrebatado lo mejor que tenía.
La observé mientras se sentaba y coloqué mis manos sobre mis piernas para oírla, curiosa de lo que podría llegar a decirme. Ella hablaba con completa seguridad, para Megg las cosas habían sido así de sencillas pero a mi no me parecía tan fácil. Mi madre bien me había hablado de hijos hace un tiempo, como si ya estuviera asegurada alguna asignación para mi. En realidad creía que era débil, no como Megan. Ella no aceptaría un no como respuesta en cambio yo... no era tan luchadora en realidad. Y estaba segura de que eso mis padres lo tenían muy presente, era como si dejarían a Megan tomar su decisiones pero no sucedería lo mismo conmigo, de algún lado tendrían que venir los nietos, ¿no? Demian no estaba, Megan feliz como reguladora y solo quedaba la mocosa para eso. ― Pues... puede ser. No estoy muy segura.― comenté en voz baja. Mi padre podría escucharme pero mi madre no lo haría, tenía un carácter más firme como Megan y seguramente me diría que no.
Giré a verla y la observé a los ojos, ladeando una sonrisa pero sin ganas. ― En realidad sí quería una pareja pero ya no me agrada tanto la idea.― bajé mi cabeza como me diera pena hablar de eso. ¿Tener una pareja para tener la misma relación que tenían mis padres? No, gracias. Yo no quería una vida así, donde dos personas formaban una familia pero apenas hablaban o ni siquiera se miraban al estar cerca, caminando por la misma sala como si nada. Tenían tanta frialdad los dos que me causaban escalofríos, nada que ver con el calor del cariño del que me había hablado mi hermano y que leía en algunos libros. ― No conozco a los candidatos pero temo que ninguno me agrade del todo. ¡Mira si me emparejan con un viejo!― exclamé la última oración abriendo mis ojos como si me cayera un desgracia encima. Esas cosas había pasado, y era como si fueran historias de terror en realidad. Tenía que ser demasiado desafortunada para que me sucediera así. Acomodé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y suspiré. ― Creo que mamá quiere nietos, y eso sería un problema para mi, ¿no crees? Aún así debería hablar con ellos.― miré mis manos que presionaban mi falda con fuerza y luego giré para observa a mi hermana con una sonrisa torcida, sin mucho ánimos.
La observé mientras se sentaba y coloqué mis manos sobre mis piernas para oírla, curiosa de lo que podría llegar a decirme. Ella hablaba con completa seguridad, para Megg las cosas habían sido así de sencillas pero a mi no me parecía tan fácil. Mi madre bien me había hablado de hijos hace un tiempo, como si ya estuviera asegurada alguna asignación para mi. En realidad creía que era débil, no como Megan. Ella no aceptaría un no como respuesta en cambio yo... no era tan luchadora en realidad. Y estaba segura de que eso mis padres lo tenían muy presente, era como si dejarían a Megan tomar su decisiones pero no sucedería lo mismo conmigo, de algún lado tendrían que venir los nietos, ¿no? Demian no estaba, Megan feliz como reguladora y solo quedaba la mocosa para eso. ― Pues... puede ser. No estoy muy segura.― comenté en voz baja. Mi padre podría escucharme pero mi madre no lo haría, tenía un carácter más firme como Megan y seguramente me diría que no.
Giré a verla y la observé a los ojos, ladeando una sonrisa pero sin ganas. ― En realidad sí quería una pareja pero ya no me agrada tanto la idea.― bajé mi cabeza como me diera pena hablar de eso. ¿Tener una pareja para tener la misma relación que tenían mis padres? No, gracias. Yo no quería una vida así, donde dos personas formaban una familia pero apenas hablaban o ni siquiera se miraban al estar cerca, caminando por la misma sala como si nada. Tenían tanta frialdad los dos que me causaban escalofríos, nada que ver con el calor del cariño del que me había hablado mi hermano y que leía en algunos libros. ― No conozco a los candidatos pero temo que ninguno me agrade del todo. ¡Mira si me emparejan con un viejo!― exclamé la última oración abriendo mis ojos como si me cayera un desgracia encima. Esas cosas había pasado, y era como si fueran historias de terror en realidad. Tenía que ser demasiado desafortunada para que me sucediera así. Acomodé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y suspiré. ― Creo que mamá quiere nietos, y eso sería un problema para mi, ¿no crees? Aún así debería hablar con ellos.― miré mis manos que presionaban mi falda con fuerza y luego giré para observa a mi hermana con una sonrisa torcida, sin mucho ánimos.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
Tal como había sospechado, su hermana tenía miedo de aquello que se aproximaba. Podía leerlo en sus ojos y en sus movimientos. Si algo aprendió Megg en el tiempo que llevaba como reguladora, fue a reconocer cuando alguien, muy en el interior, pretendía huir de todo aquello y ser libre, aunque no lo entendía. Ella nunca pensó en eso, para ella el destino estaba escrito en un libro del futuro, donde ponían que viviría sola, sin llegar a tener una familia propia, siguiendo las reglas y sin la más mínima probabilidad de amar a alguien con ímpetu y profunda sinceridad. ¿Qué consejo podía darle, entonces, a su hermana?
Lo que le quedaba era seguir siendo tan racional como hasta ahora. De cualquier manera, Gwen entendía que Megan no era la mejor para hablar de esos temas. Hacía ya un buen tiempo que el amor se le escapó de las manos, murió junto con el hermano de ambas y se enterró en una tumba invisible en el fondo de su ser. Suspiró de manera pesada y se rascó la cabeza, devanandose los sesos en busca de algo que a Gwen le sirviera —Míralo desde todos los ángulos. Si te asignan a una pareja mayor, no supongo que importe demasiado, después de todo, no vas a sentir amor por esa persona y... —estaba metiendo la pata con lujo y hasta el fondo, eso no ayudaba —No va existir nada en realidad, Gwen — definitivamente debería olvidarse de seguir hablando.
Frustrada, se calló la boca y metió las manos dentro del morral para sacar el libro que llevaba. Estaba siendo completamente descuidada, pues el libro era uno de los prohibidos. Aquellos que hablaban de amor de principio a fin y que pintaban la palabra con colores rosados y brillantes. Frunció los labios y el rostro se le volvió confuso. Como si quisiera disculparse con ella misma por romper aquella norma. Si alguien la descubría... No, no quería imaginar qué pasaría. Colocó su mano sobre la portada y la acarició como si de una flor se tratara. —No hay nada bueno con el amor, Gwen —comenzó con tranquilidad, dejando que las palabras se escaparan, pesadas y lentas, como si hace tiempo hubiese querido sacarlo. Y quién mejor que su hermana para liberar el alma —Todas las historias que leímos alguna vez, ¿las recuerdas? Todas tienen su momento de tragedia. Y el dolor se queda ahí, vivo, arañando el interior —se llevó una mano al pecho y se relamió —. Es mejor no sentir amor, hermana. Estás más seguro así, tu alma está segura así. Y el dolor desaparece. No más lágrimas, ni tristeza, ni nada que te hiera el interior —continuó. Para entonces, ya hablaba con más seguridad y mirando a su hermana a los ojos. Sonrió y dejó caer la mano de nuevo sobre la tapa del libro —Yo... sólo leo estas cosas para darme cuenta de que no cometí ningún error al hacer la intervención. Estoy mucho mejor así.
Estaba siendo sincera. No le había contado aquello a su hermana, de hecho, apenas le contaba mucho a nadie sobre lo que sentía. Su mayor confidente ya no estaba, y en realidad tampoco es que cargar con eso le pesara mucho. Ella era fuerte, podía con eso y con más.
Lo que le quedaba era seguir siendo tan racional como hasta ahora. De cualquier manera, Gwen entendía que Megan no era la mejor para hablar de esos temas. Hacía ya un buen tiempo que el amor se le escapó de las manos, murió junto con el hermano de ambas y se enterró en una tumba invisible en el fondo de su ser. Suspiró de manera pesada y se rascó la cabeza, devanandose los sesos en busca de algo que a Gwen le sirviera —Míralo desde todos los ángulos. Si te asignan a una pareja mayor, no supongo que importe demasiado, después de todo, no vas a sentir amor por esa persona y... —estaba metiendo la pata con lujo y hasta el fondo, eso no ayudaba —No va existir nada en realidad, Gwen — definitivamente debería olvidarse de seguir hablando.
Frustrada, se calló la boca y metió las manos dentro del morral para sacar el libro que llevaba. Estaba siendo completamente descuidada, pues el libro era uno de los prohibidos. Aquellos que hablaban de amor de principio a fin y que pintaban la palabra con colores rosados y brillantes. Frunció los labios y el rostro se le volvió confuso. Como si quisiera disculparse con ella misma por romper aquella norma. Si alguien la descubría... No, no quería imaginar qué pasaría. Colocó su mano sobre la portada y la acarició como si de una flor se tratara. —No hay nada bueno con el amor, Gwen —comenzó con tranquilidad, dejando que las palabras se escaparan, pesadas y lentas, como si hace tiempo hubiese querido sacarlo. Y quién mejor que su hermana para liberar el alma —Todas las historias que leímos alguna vez, ¿las recuerdas? Todas tienen su momento de tragedia. Y el dolor se queda ahí, vivo, arañando el interior —se llevó una mano al pecho y se relamió —. Es mejor no sentir amor, hermana. Estás más seguro así, tu alma está segura así. Y el dolor desaparece. No más lágrimas, ni tristeza, ni nada que te hiera el interior —continuó. Para entonces, ya hablaba con más seguridad y mirando a su hermana a los ojos. Sonrió y dejó caer la mano de nuevo sobre la tapa del libro —Yo... sólo leo estas cosas para darme cuenta de que no cometí ningún error al hacer la intervención. Estoy mucho mejor así.
Estaba siendo sincera. No le había contado aquello a su hermana, de hecho, apenas le contaba mucho a nadie sobre lo que sentía. Su mayor confidente ya no estaba, y en realidad tampoco es que cargar con eso le pesara mucho. Ella era fuerte, podía con eso y con más.
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
Hacía tiempo que no tenía una conversación de ese tipo con Megan, y me alegraba tenerla, estaba contenta de haberla seguido esa tarde para conversar un poco. Ella no sentía lo mismo que yo, ya no luego de su intervención. Se me hizo un nudo en la garganta de solo pensar en que a ella no se le movería un pelo si algo malo me pasara, sí le molestaría pero no sufriría ni un poco mi pérdida. Recordaba cómo había sufrido con la muerte de Demian, pero eso no sucedería conmigo porque ella ya no podía tener esas emociones, que eran perfectas para mi.
Megan parecía estar muy bien con sus cosas, con su trabajo, con su nueva vida que resultaba algo solitaria, la intervención la había dejado así. A su punto de vista ella no podía tener una vida mejor, pero desde mi ángulo se la veía tan decaída, y hasta podría decir que triste. Dice que la cura de la deliria nervosa de amor es la mejor opción, la mejor salida a todo el sufrimiento del mundo. Pero se equivocaban, estaban cegados la ambición de un mundo perfecto que no se daban cuenta.... No había nada perfecto, con o sin el amor como enfermedad seguirían habiendo más y más muertes. Lo cierto era que la cura había traído más sufrimiento que satisfacción, más guerra y muertes inocentes. Todos lo sabían, nadie lo reconocía como tal.
Conocía el libro que Megan tenía en sus manos, lo había leído antes y era uno de los favoritos de Demian. Sonreí de lado al recordarlo tirado sobre su cama leyendo tal literatura como si nada y luego me sorprendí de que Megan tuviera un libro de esas características. La observé muy curiosa con mis labios desplegados y no le dije nada al respecto, ella tendría sus motivos y sus cuidado para poseer esa novela.
Sus palabras eran profundas, sinceras pero no me servían, me hacían sentir sumamente insegura. ¿Cómo soltar que yo quería vivir con amor frente a ella? Megan estaba segura de lo que era y sentía, me sería imposible hacerle era una confesión de esa forma. Asentí con la cabeza, bajé la cabeza mirando su libro y sonreí levemente con tristeza. ¿Por qué las cosas tenían que ser así de complicadas? ¿Por qué no podía elegir uno si vivir sin deliria nervosa de amor o vivir con ella, feliz? Yo creía en esas historias que me enseñado mi hermano, yo todavía las tenía presente y las seguía leyendo en secreto y lo cierto era que siempre llegaba a la misma conclusión. El amor no era malo. Observé a mi hermana una vez más y suspiré pesadamente antes decir palabra. ― Entiendo. Pero sin lágrimas y sin dolor no hay consolación, Megg.― desvié mi cabeza algo avergonzada y continué. ― Sin amor tampoco tenemos alma. ¿Hay algo importante después de la intervención? ¿Algo por lo que valga la pena vivir?― no quería ofender a Megan y no sabía cómo iba a reaccionar a mis palabras pero ahí estaba haciendo las preguntas que quería formular hace mucho tiempo...
Megan parecía estar muy bien con sus cosas, con su trabajo, con su nueva vida que resultaba algo solitaria, la intervención la había dejado así. A su punto de vista ella no podía tener una vida mejor, pero desde mi ángulo se la veía tan decaída, y hasta podría decir que triste. Dice que la cura de la deliria nervosa de amor es la mejor opción, la mejor salida a todo el sufrimiento del mundo. Pero se equivocaban, estaban cegados la ambición de un mundo perfecto que no se daban cuenta.... No había nada perfecto, con o sin el amor como enfermedad seguirían habiendo más y más muertes. Lo cierto era que la cura había traído más sufrimiento que satisfacción, más guerra y muertes inocentes. Todos lo sabían, nadie lo reconocía como tal.
Conocía el libro que Megan tenía en sus manos, lo había leído antes y era uno de los favoritos de Demian. Sonreí de lado al recordarlo tirado sobre su cama leyendo tal literatura como si nada y luego me sorprendí de que Megan tuviera un libro de esas características. La observé muy curiosa con mis labios desplegados y no le dije nada al respecto, ella tendría sus motivos y sus cuidado para poseer esa novela.
Sus palabras eran profundas, sinceras pero no me servían, me hacían sentir sumamente insegura. ¿Cómo soltar que yo quería vivir con amor frente a ella? Megan estaba segura de lo que era y sentía, me sería imposible hacerle era una confesión de esa forma. Asentí con la cabeza, bajé la cabeza mirando su libro y sonreí levemente con tristeza. ¿Por qué las cosas tenían que ser así de complicadas? ¿Por qué no podía elegir uno si vivir sin deliria nervosa de amor o vivir con ella, feliz? Yo creía en esas historias que me enseñado mi hermano, yo todavía las tenía presente y las seguía leyendo en secreto y lo cierto era que siempre llegaba a la misma conclusión. El amor no era malo. Observé a mi hermana una vez más y suspiré pesadamente antes decir palabra. ― Entiendo. Pero sin lágrimas y sin dolor no hay consolación, Megg.― desvié mi cabeza algo avergonzada y continué. ― Sin amor tampoco tenemos alma. ¿Hay algo importante después de la intervención? ¿Algo por lo que valga la pena vivir?― no quería ofender a Megan y no sabía cómo iba a reaccionar a mis palabras pero ahí estaba haciendo las preguntas que quería formular hace mucho tiempo...
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
Le dieron ganas de reír luego de lo que Gwen acababa de decir. Megan sabía muy bien la respuesta que su hermana requería, pero decírsela tal vez no serviría de mucho. Incluso, tenía el presentimiento que si continuaba hablando aquello terminaría en disputa. Pero eso era mejor que quedarse callada y no opinar. A final de cuentas, Gwen fue quien comenzó las interrogantes, era ella quien buscaba respuestas, respuestas que Megg conocía y tenía para ofrecer, muy a su estilo, eso sí, pero a final de cuentas respuestas.
Reprimió la risa a sabiendas de que molestaría a la rubia de mirada ahora triste y algo rencorosa. Miró más allá, de nuevo a las personas que pasaban unos metros más adelante, decidió que sería mejor meter el libro de nuevo en donde había estado antes, pues si alguien se acercaba, iba a ser más fácil que creyeran que la dueña de aquella cosa prohibida era Gwendoline y no ella. ¿Ella? ¿cómo si era reguladora? Vamos, hasta los reguladores más duros tienen sus secretos, y Megg no era la excepción.
Tomó aire y esperó a que a Gwendoline se le enfriara la sangre de nuevo, sus intenciones no eran hacer que ella explotara ni nada. Además, si por equis motivo terminaba llorando, Megg no sabría controlar la situación. Haría o diría alguna cosa estúpida y mandaría al caño toda relación sobreviviente con su hermana. 1, 2, 3...contó en silencio, sopesando el rostro de Gwen. 4,5,6. No pretendía perderla, no quería que lo que sentía todavía por su hermana se fuera. Porque, aunque no era mucho, era significativo para Megg. Le recordaba lo que alguna vez sintió. 7,8,9, 10. —Sigues viviendo por y para ti, Gwen —dijo al fin, torciendo los labios en una sonrisa muy leve pero que en un rostro tan frío como el de Megan, era notable a millas de distancia —. No le tengas miedo a la intervención. No es como si fueras a desaparecer. Seguirás siendo Gwendoline Elizabeth Monaghan, sólo que sin dolor —a esas alturas, ya no estaba segura de si sus palabras le servían a Gwen. En alguna ocasión soñó que su hermana escapaba antes de la intervención. Que se iba y formaba parte de la Resistencia. Y Megan sólo la miraba desde lejos, desde el lado helado de la barda, mientras su hermana se agitaba como alguien que ha perdido la conciencia. Una pesadilla. Era entonces cuando se daba cuenta de que, muy en el fondo, necesitaba que Gwen se quedara, que hiciera las cosas como se supone deben ser para poder seguirla viendo, porque ella era todo lo que le quedaba y, aunque no lo pareciera, le hacía falta ver su rostro para saber que seguía viva.
Reprimió la risa a sabiendas de que molestaría a la rubia de mirada ahora triste y algo rencorosa. Miró más allá, de nuevo a las personas que pasaban unos metros más adelante, decidió que sería mejor meter el libro de nuevo en donde había estado antes, pues si alguien se acercaba, iba a ser más fácil que creyeran que la dueña de aquella cosa prohibida era Gwendoline y no ella. ¿Ella? ¿cómo si era reguladora? Vamos, hasta los reguladores más duros tienen sus secretos, y Megg no era la excepción.
Tomó aire y esperó a que a Gwendoline se le enfriara la sangre de nuevo, sus intenciones no eran hacer que ella explotara ni nada. Además, si por equis motivo terminaba llorando, Megg no sabría controlar la situación. Haría o diría alguna cosa estúpida y mandaría al caño toda relación sobreviviente con su hermana. 1, 2, 3...contó en silencio, sopesando el rostro de Gwen. 4,5,6. No pretendía perderla, no quería que lo que sentía todavía por su hermana se fuera. Porque, aunque no era mucho, era significativo para Megg. Le recordaba lo que alguna vez sintió. 7,8,9, 10. —Sigues viviendo por y para ti, Gwen —dijo al fin, torciendo los labios en una sonrisa muy leve pero que en un rostro tan frío como el de Megan, era notable a millas de distancia —. No le tengas miedo a la intervención. No es como si fueras a desaparecer. Seguirás siendo Gwendoline Elizabeth Monaghan, sólo que sin dolor —a esas alturas, ya no estaba segura de si sus palabras le servían a Gwen. En alguna ocasión soñó que su hermana escapaba antes de la intervención. Que se iba y formaba parte de la Resistencia. Y Megan sólo la miraba desde lejos, desde el lado helado de la barda, mientras su hermana se agitaba como alguien que ha perdido la conciencia. Una pesadilla. Era entonces cuando se daba cuenta de que, muy en el fondo, necesitaba que Gwen se quedara, que hiciera las cosas como se supone deben ser para poder seguirla viendo, porque ella era todo lo que le quedaba y, aunque no lo pareciera, le hacía falta ver su rostro para saber que seguía viva.
Off: dema cursi xD Megg es buena hermana
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
No me bastaba. No me bastaba en absoluto lo que decía Megan, no me... me dajaba un sabor agridulce porque si bien no me agradaba lo que decía por otro lado me gustaba estar escuchando cosas que trataban de hacerme bien, aunque no lo lograra del todo. Megan podría pensar que mis preguntas eran simples cuestionamientos obvios de una chica de mi edad a punto de ser intervenida pero en realidad yo tenía algo decidido ya, yo no iba a someterme a esa intervención. No quería, ni podía, de solo pensarlo me aterraba.
No agregué palabra porque no era necesario, Megg me habia dejado su punto de vista claro y ninguna otra pregunta que yo pudiera hacer le haría responder de una forma diferente. A veces sentía que allí dentro de ella, en lo profundo, estaba la antigua Megan pero cuando abría su boca... Se esfumaba toda la Megg de antes. Suspiré y miré el cielo sin mucha importancia, solo por no mirar el rostro de Megan. ¿Qué pensaría ell de mi el día que no estuviera? ¿Me detestaría? Tal vez, o quizá poco le importaría. Daba igual, ambas opciones eran lo mismo. ― Muy bien, lo comprendo.― dije luego de una pausa para detenerme otra vez. ― Me gustaría vivir también para alguien más pero ya qué, no es un mundo altruista.― respondí y sonreí como si hubiera dicho algo gracioso. Me puse de pie y acomodé un poco mi cabello. ― Lo siento por seguirte Megan, seguramente era tu momento de descanso y te lo arruiné.― quise acercarme para darle un beso en la mejilla pero no, esos actos eran prohibidos, al menos para los incurados como yo. ― ¿Te quedas aquí? Porque volveré a casa.― mi cabeza daba algunas vueltas, quería confiarle todo a Megan pero recordaba que era curada y toda esa confianza se perdía. Yo no podía decirle que quería marcharme porque lo primero que haría sería mandarme ante el consejo, o cuidarme día y noche para que no hiciera nada que para ella resultara estúpido.
No agregué palabra porque no era necesario, Megg me habia dejado su punto de vista claro y ninguna otra pregunta que yo pudiera hacer le haría responder de una forma diferente. A veces sentía que allí dentro de ella, en lo profundo, estaba la antigua Megan pero cuando abría su boca... Se esfumaba toda la Megg de antes. Suspiré y miré el cielo sin mucha importancia, solo por no mirar el rostro de Megan. ¿Qué pensaría ell de mi el día que no estuviera? ¿Me detestaría? Tal vez, o quizá poco le importaría. Daba igual, ambas opciones eran lo mismo. ― Muy bien, lo comprendo.― dije luego de una pausa para detenerme otra vez. ― Me gustaría vivir también para alguien más pero ya qué, no es un mundo altruista.― respondí y sonreí como si hubiera dicho algo gracioso. Me puse de pie y acomodé un poco mi cabello. ― Lo siento por seguirte Megan, seguramente era tu momento de descanso y te lo arruiné.― quise acercarme para darle un beso en la mejilla pero no, esos actos eran prohibidos, al menos para los incurados como yo. ― ¿Te quedas aquí? Porque volveré a casa.― mi cabeza daba algunas vueltas, quería confiarle todo a Megan pero recordaba que era curada y toda esa confianza se perdía. Yo no podía decirle que quería marcharme porque lo primero que haría sería mandarme ante el consejo, o cuidarme día y noche para que no hiciera nada que para ella resultara estúpido.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
A veces se preguntaba si a Gwendoline le gustaba la idea de tener una hermana como ella. Pero luego se respondía a ella misma que seguramente no, más no le quedaba de otra que hacerse a la idea. No hacía mucho desde que Megg era reguladora, pero sí el tiempo suficiente como para ser una pesadilla para la pobre Gwen. Suponía que si los papeles se cambiaran y fuera Gwen la que estuviera en sus zapatos, a Megan no le iba a gustar aquello.
Miró a su hermana ponerse de pie después de decir aquello. No esperaba menos, la verdad es que Megan sabía que la estaba cagando con su hermana. Vamos, Megg ni siquiera sabía ser buena hermana ahora. Cualquier cosa que hiciera o dijera no iba a tener el mínimo toque de empatía o verdadera honestidad. Megg amaba las reglas, aunque ella también rompía una que otra, pero si se enterase que Gwen lo hacía, por más mínima que fuera, seguramente terminaría delatandola frente al consejo. ¿Qué clase de hermana podía ser entonces?
La miró y carraspeó antes de decir nada —Me quedaré aquí. Pero... —se interrumpió. Tenía que escarbar dentro de sí para encontrar algo de lo bueno que le quedaba —no te vayas, Gwen. Quédate. Hablemos de otra cosa, si quieres —dijo, y su voz se volvió suplicante.
Miró a su hermana ponerse de pie después de decir aquello. No esperaba menos, la verdad es que Megan sabía que la estaba cagando con su hermana. Vamos, Megg ni siquiera sabía ser buena hermana ahora. Cualquier cosa que hiciera o dijera no iba a tener el mínimo toque de empatía o verdadera honestidad. Megg amaba las reglas, aunque ella también rompía una que otra, pero si se enterase que Gwen lo hacía, por más mínima que fuera, seguramente terminaría delatandola frente al consejo. ¿Qué clase de hermana podía ser entonces?
La miró y carraspeó antes de decir nada —Me quedaré aquí. Pero... —se interrumpió. Tenía que escarbar dentro de sí para encontrar algo de lo bueno que le quedaba —no te vayas, Gwen. Quédate. Hablemos de otra cosa, si quieres —dijo, y su voz se volvió suplicante.
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
¿Cómo podía negarme a mi hermana? Nunca antes había podido y no podría en ese momento. Además tampoco quería negarme, me gustaba que me pidiera que me quedara porque quería pasar más tiempo con ella, recuperar un poco del tiempo que habíamos dejado de pasar luego de su intervención. Me senté junto a ella sin decir nada, y guardé silencio pensando en qué podría preguntarle. Tenía que ser algo que... una pregunta que no me decepcionara su respuesta, en realidad; o una pregunta de la cual no me imaginara su respuesta.
― Megan, ¿qué recuerdos tienes de tus momentos previos a tu intervención? Me refiero a esos meses antes. He leído que no es posible borrar recuerdos que eran preciados para nosotros, o recuerdos de amor...― ¿había usado la palabra correcta? No lo sabía pero ya la había largado. ― También sé que a varios les molestan algunos recuerdos de pensamientos pasados, hasta se espantan de ellos porque los consideran síntomas de deliria.― reí un poco como si hubiera contado un chiste. Los curados exageraban a veces, algunos por solo recordar su pasado ya se sentían enfermos, y otros trataban de pedir más intervención cuando tener recuerdos era lo normal... ¿o no? Sí, era lo normal. Giré mi cabeza para observar a mi hermana y apoyé mi rostro en mi mano izquierda, insinuando atención.
― Megan, ¿qué recuerdos tienes de tus momentos previos a tu intervención? Me refiero a esos meses antes. He leído que no es posible borrar recuerdos que eran preciados para nosotros, o recuerdos de amor...― ¿había usado la palabra correcta? No lo sabía pero ya la había largado. ― También sé que a varios les molestan algunos recuerdos de pensamientos pasados, hasta se espantan de ellos porque los consideran síntomas de deliria.― reí un poco como si hubiera contado un chiste. Los curados exageraban a veces, algunos por solo recordar su pasado ya se sentían enfermos, y otros trataban de pedir más intervención cuando tener recuerdos era lo normal... ¿o no? Sí, era lo normal. Giré mi cabeza para observar a mi hermana y apoyé mi rostro en mi mano izquierda, insinuando atención.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 32
Re: Fría como una piedra {Megan}
Ella se quedó y a Megan le produjo un regocijo, nada que subiera del punto que se podía permitir, pero sí uno que le hacía ver que todavía podía alegrarse por una cosa como que su hermana aceptara pasar tiempo con ella. La miró sentarse de nuevo donde había estado antes, Megan estiró sus piernas y comenzó a frotarse las rodillas sólo por tener algo en qué ocupar sus manos. No le gustaba estar sin hacer nada y cuando se daba que el trabajo había terminado, más o menos, lograba desesperarse. De ahí que luego optara por salir a dar un paseo o a leer o cualquier cosa que pudiera mantener su mente ocupada y su cuerpo en movimiento.
Escuchó la pregunta de su hermana y no se inmutó. ¿Para qué seguir guardándose sus asuntos cuando todavía le quedaba su hermana para charlar? Sus padres eran otra historia, con ellos sí había perdido casi el cien por ciento del contacto, incluso viviendo en el mismo techo. Ellos pasaban a ser más como estatuas en aquella enorme casa. Miró sus pies mientras despegaba sus labios para hablar, iba a ser sincera a final de cuentas —Es obvio que no puedes olvidar todo. Tampoco es como que los científicos sean dioses y puedan hacer desaparecer todo —comenzó a decirle con completa naturalidad —Mi cabeza es fuerte, ¿sabes? —se dio unos golpecitos en la sien y sonrió como si aquello fuera un chiste malo contra el consejo —. No olvidé casi nada. Por ejemplo, recuerdo mucho sobre cómo era estar los tres juntos. Ya sabes, Demian, tú y yo. Cuando jugabamos hasta que papá y mamá nos decían que entráramos a cenar. A veces casi puedo sentir lo que era recibir un abrazo de cualquiera de ustedes, ¿me entiendes? La sensación aquí adentro —se colocó una mano en el pecho y luego se quedó haciendo contacto visual con Gwen. Entonces, un recuerdo más le vino a la cabeza —Y recuerdo a ese chico con el que pasé mucho tiempo. Nayib, ¿lo recuerdas? —sus pensamientos volaron al otro lado de la ciudad, lejos, donde en algún sitio los rebeldes se arremolinaban. Seguramente él estaba ahí.
Escuchó la pregunta de su hermana y no se inmutó. ¿Para qué seguir guardándose sus asuntos cuando todavía le quedaba su hermana para charlar? Sus padres eran otra historia, con ellos sí había perdido casi el cien por ciento del contacto, incluso viviendo en el mismo techo. Ellos pasaban a ser más como estatuas en aquella enorme casa. Miró sus pies mientras despegaba sus labios para hablar, iba a ser sincera a final de cuentas —Es obvio que no puedes olvidar todo. Tampoco es como que los científicos sean dioses y puedan hacer desaparecer todo —comenzó a decirle con completa naturalidad —Mi cabeza es fuerte, ¿sabes? —se dio unos golpecitos en la sien y sonrió como si aquello fuera un chiste malo contra el consejo —. No olvidé casi nada. Por ejemplo, recuerdo mucho sobre cómo era estar los tres juntos. Ya sabes, Demian, tú y yo. Cuando jugabamos hasta que papá y mamá nos decían que entráramos a cenar. A veces casi puedo sentir lo que era recibir un abrazo de cualquiera de ustedes, ¿me entiendes? La sensación aquí adentro —se colocó una mano en el pecho y luego se quedó haciendo contacto visual con Gwen. Entonces, un recuerdo más le vino a la cabeza —Y recuerdo a ese chico con el que pasé mucho tiempo. Nayib, ¿lo recuerdas? —sus pensamientos volaron al otro lado de la ciudad, lejos, donde en algún sitio los rebeldes se arremolinaban. Seguramente él estaba ahí.
Megan R. Monaghan- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Edad : 34
Re: Fría como una piedra {Megan}
Sonreí contenta aunque con un poco de amargura. Me gustaba mucho de que Megan recordara aún esos tiempos, y hablara así como si no hubiera pasado nada. Sentí unas ganas enormes de volver el tiempo atrás, a el pasado cuando era una niña y estaba al cuidado de mis hermanos, donde no tenía muchas preocupaciones y sentía la calidez de mi hogar. Deseaba tener a Demian allí con nosotras en ese momento. Lo deseaba tanto que me ponía furiosa porque estaba muerto y ya no iba a regresar. Los miembros del consejo habían podido eliminar la capacidad de amar gracias a la ciencia, pero aún les quedaba pendiente borrar esos recuerdos. Asentí con la cabeza con una sonrisa, sin apartarle la mirada. ― Me alegro que no te hallas olvidado de eso, Megg.― dije sincera con un tono de voz bajo. Mi hermana siempre había sido de mi admiración, siempre y por muchos motivos. Recordaba que la admiraba de niña por leer rápido los libros, siempre le estaba molestando para me leyera algo; también me gustaba como era de educada y yo siempre había atinado a lo mismo. Además de eso era hermosa, tantas veces había tratado de imitarla sin éxito pero ya qué, al crecer me había dado cuenta que no siempre se podía tratar de ser otra persona.
Nayib. Sí, lo recordaba, él había sido gran amigo de Megg, siempre pasaba por casa y yo siempre había notado lo enamorado que estaba de Megan, bastaba con ver su cara de bobo al verla. Me gustaba para ella, él era muy simpático y me gustaba saber que cuando ella estaba con él no corría ningún peligro. Al menos así era antes de que el chico escapara a tierras salvajes. ― Sí. Recuerdo a Nayib, me agradaba mucho.― me había agradado más cuando me había enterado de su fuga, era bueno saber que él hubiera creído en otras cosas más que la intervención, sin duda el chico no dejaba a un lado sus ideales. ― Eran muy buenos amigos. ¿No has vuelto a verlo?― pregunté con curiosidad. Era loco como de ser amigos hubieran pasado a ser "enemigos" o peor aún sería que se hubieran olvidado pero por lo visto en Megan no era así.
Nayib. Sí, lo recordaba, él había sido gran amigo de Megg, siempre pasaba por casa y yo siempre había notado lo enamorado que estaba de Megan, bastaba con ver su cara de bobo al verla. Me gustaba para ella, él era muy simpático y me gustaba saber que cuando ella estaba con él no corría ningún peligro. Al menos así era antes de que el chico escapara a tierras salvajes. ― Sí. Recuerdo a Nayib, me agradaba mucho.― me había agradado más cuando me había enterado de su fuga, era bueno saber que él hubiera creído en otras cosas más que la intervención, sin duda el chico no dejaba a un lado sus ideales. ― Eran muy buenos amigos. ¿No has vuelto a verlo?― pregunté con curiosidad. Era loco como de ser amigos hubieran pasado a ser "enemigos" o peor aún sería que se hubieran olvidado pero por lo visto en Megan no era así.
Gwen E. Monaghan- Mensajes : 227
Fecha de inscripción : 21/08/2012
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