Bote viejo {Kiara}

Esta era la primera ves que entraba a Portland tras mi huida, habían pasado tres largos años y todo continuaba igual en el pueblo pero yo ya no era la misma persona, la tierra salvaje me había cambiado para bien o, al menos, eso quería creer. Ahora era mucho mas desconfiada y mi ingenuidad característica se había esfumado, Kiara Zaítsieva ya no era un peón mas para los miembros del consejo, bajo ninguna circunstancia iba a dejar que el gobierno intentara lavarme el cerebro nuevamente con las estupideces de la Deliria, no existía tal enfermedad, era una excusa para mantener a las masas controladas, para que ningún ciudadano se rebelara y causara algún tipo de “conflicto”.
En varias ocasiones dispare miradas precavidas a mis costados y detrás de mi espalda, para cerciorarme de que no estaba siendo seguida por algún molesto regulador u otra persona de mi antiguo círculo social que pudiera haberme reconocido al ver mi rostro ya que, al estar moviéndome en plena luz del día por una calle desierta, no era una tarea difícil. Sabia, por ese mismo motivo, que debía haber tomado mayores precauciones antes de infiltrarme como una curada aquí pero no había tenido tiempo suficiente para disfrazarme y extrañamente tampoco me aterraba la idea de andar con la guardia baja porque había aprendido a defenderme si algo malo sucedía, por ejemplo si se empeñaban en atraparme para darme alguna de esas sádicas condenas podía apañármelas y mas si se daba una lucha cuerpo a cuerpo, si ese no era el caso solo tenia una opción..correr hasta que mis pies quedaran en carne viva.
Mis pasos comenzaron a volverse más ágiles a medida que me adentraba en el centro de la ciudad y prácticamente sin darme cuenta acabe en el viejo puerto unos minutos mas tarde. Al vislumbrar los oxidados barcos que estaban estancados en el muelle recordé a mis hermanos, solíamos venir aquí cuando no teníamos nada interesante que hacer, cuando éramos pequeños jugábamos a ser piratas que “robaban” tesoros que estaban escondidos en el mar y a medida que fuimos creciendo el lugar se transformo en el sitio perfecto para conversar o aclarar nuestros pensamientos en soledad cuando la confusión o la tristeza nos invadía.
Ya dentro de uno de los botes me senté en el sucio y desgastado suelo y alce mi rostro para observar el cielo porque unas gaviotas estaban volando libremente, las envidiaba tanto..nadie les decía como debían batir sus alas o como tenían que hacer su vida. Abruptamente mis pensamientos fueron interrumpidos por unos gritos y mientras trataba de averiguar de donde provenían y su causa una chica rubia apareció ante mis ojos, se la veía bastante alterada pero lo que me resulto extraño fue que no tenía ninguna marca en su oído izquierdo, tampoco parecía pertenecer a una clase social baja ni daba indicios de ser simpatizante..asi que más me intrigaba que estuviera comportandose de aquel modo, saliendo despavorida como si hubiera matado a alguien. Para llamar su atención silbe suavemente, esperaba que se diera cuenta que yo estaba haciendo aquello porque sino no podría preguntaarle que diablos estaba pasando