Something is going down [Seth]

Doce de la medianoche, tarde para algunas personas pero muy temprano para mi. Me encontraba sentado cerca del rio lanzando alguna que otra piedra al agua para luego ver como rebotaba levemente antes de hundirse en las profundidades de aquel rio. Vagos pensamientos recorrían mi mente pero no eran trascendentales en este momento para. Estaba harto de la situación en la que me encontraba, cansado de luchar por mis creencias pero sabía que al final todo valdría realmente la pena, no seria algo fácil de hacer pero haría de todo por mantenerme vivo en este maldito lugar y mucho mas para no ser capturado y perder mi libertad. Ser esclavizado, porque eso era lo que yo creía, esclavizado por aquellas personas del gobierno que se creían con el derecho de hacer con las personas todo lo que se les diera en gana; yo no seria uno mas. Había sufrido de sus maltratos muchos años atrás cuando querían capturarme antes de que cumpliera la mayoría de edad; junto a mi hermano logre escapar y volver a Tierra Salvaje al lado de la resistencia de la que una vez mis padres formaron parte. Fue una tarea muy difícil huir de aquellas persecuciones pero ahora mi único objetivo era, prácticamente… matar a cualquier persona que se entrometiera en mi camino y en tratara de quitarme mis ideales.

Y ahora es cuando en esa posición me encontraba. Debía matar. Desde mi regreso a Tierra Salvaje, me encontré con un grupo de personas que compartían los mismos pensamiento que tenia; sabían que el sobrevivir era lo mas importante y nada mas lo era, nada tenia mas importancia que eso y yo estaba totalmente de acuerdo con lo que decidían o hacían pues era lo mejor para mi hermano y yo. Tenia a mis pies a uno de los vigilantes de la ciudad ¿Qué hacia por nuestro territorio? Quien pudiera saberlo, yo no. Nada de eso importaba. Lo observe fijamente de pies a cabeza, aun estaba con vida pero eso solo era cuestión de tiempo pues no dejaría que siguiera respirando… no podía hacerlo, era un peligro tanto para mi como para todos los que vivíamos en este lugar. Su cuerpo se encontraba tendido sobre la tierra inmóvil, inconsciente sin saber que era lo que pasaría con el; pobre idiota, nunca debió salir de la ciudad que tanto adoraba. Di un par de pasos alrededor del sujeto tratando de ingeniar una forma de acabar con su patética y estúpida vida de una vez por todas pero ¿Qué tanto pensaba? Era tan fácil matarlo, en un abrir y cerrar de ojos estaría muerto. Me puse de cuclillas frente a el esperando a que despertara no sin antes haberle quitado cada una de las armas que poseía; su pistola me serviría para acabar con sus pares en el futuro — ¿Ultimo deseo? — le dije observándolo con una sonrisa cargada de malicia en el rostro. Escuchaba sus suplicas —en cuanto abrió los ojos— de dejarlo con vida pero no lo haria.

Con un certero disparo en la cabeza acabe con su vida, así de simple y ligero. Vi como su cuerpo caía tumbado al piso y la sangre comenzaba a brotar de su frente empapando su rostro rápidamente; no hice mas que echar una leve carcajada mientras guardaba el arma en la parte trasera de mi pantalón, ya no había mas que hacer. Tome una de las piernas del sujeto y lo arrastre hasta el rio donde finalmente termine por lanzarlo, si bien a la larga su cuerpo seria encontrado, eso no tenia importancia para mi, lo podían tomar como un mensaje para que dejaran de jodernos la vida a muchos de los que vivíamos por este lugar, los que no queríamos terminar por ser marionetas como la mayoría de personas que residían en la ciudad, por lo menos yo no y ninguno de mis seres cercanos tendría ese destino. Busque dentro de mi chaqueta una cajetilla de cigarros para relajarme un poco; saque un cigarrillo y lo encendí con el mechero para luego llevarlo a mis labios, le di una larga calada, oh nicotina, dulce nicotina que en mis pulmones terminan por alojarse. Lleve la vista al cielo quedándome sentado en una de las rocas cercanas al rio viendo como el cuerpo de aquel tipo se hundía de a poco.

Volvía andando de vuelta a casa. Algo raro en mí, porque mis piernas parecían echar a correr de motu propio en cuanto olían el verde del bosque. Pero aquel día mi cabeza le había ganado a mi corazón y no quería perderse nada de aquel espectáculo. Al día siguiente me iba a la ciudad y como sabía que iba a tardar en volver a ver y a disfrutar de la libertad que me daba vivir al otro lado de la Frontera, prefería pasear a echar a correr sin darme cuenta de mis alrededores.

O al menos lo disfruté hasta que levanté la vista y vi a dos personas iluminadas por el foco de una linterna, una estaba de pie y la otra estaba tirada en el suelo, y por la pinta que llevaba estaba inconsciente. El pequeño morboso que todo el mundo lleva dentro me obligó a quedarme quieto y mirar lo que pasaba, aunque imaginaba que uno de los dos acabaría muerto y efectivamente, después de unos minutos el que estaba tirado en el suelo iba flotando río abajo y yo seguía con los pies en suelo como si me los hubieran atornidallo y sin poder despegar los ojos de aquello. Sabía que aquello pasaba, joder, no las llamaban Tierras Salvajes porque fueran un paseo por el parque precisamente, sea como sea un paseo por el parque, pero nunca me había encontrado con algo así tan de cerca y me asustó que no me asustara. Aunque no me sorprendía porque yo al muerto no lo conocía de nada.

Vi como el otro tío se encendía un cigarro y entonces mis piernas decidieron que no les interesaba quedarse clavadas y que querían que nos fuéramos. Y al darme la vuelta pisé una rama que se rompió bajo mi peso y que estaba seguro de que el que había matado al tío y seguía llevando el arma, habría oído - Mierda

Con un cigarro en lo labios me encontraba sentado en una roca con la vista fija en el rio; viendo como el cuerpo de aquel hombre se hundía bajo las profundidades del rio, eventualmente saldría a flote y otras personas lo encontrarían pero para entonces yo estaría muy lejos del lugar de los hechos y nadie podría decirme nada tampoco. Ellos eran los que venían a joder toda tranquilidad que tratábamos de mantener en Tierra Salvaje, merecían morir bajo nuestras propias manos de alguna manera. El viento golpeaba contra mi rostro de una manera sutil avisándome que el tiempo pasaba lentamente y de forma apacible, tal y como me gustaba… esa tranquilidad de la media noche no se podía encontrar en cualquier otra hora, solo en esta. Otra calada mas al cigarro antes de lanzarlo al suelo para con una pisada apagarlo.

Relaje mi cuerpo un poco, estaba un tanto cansado de todo lo hecho durante el día y los recuerdos del pasado comenzaban a aparecer vagamente por mi mente, siempre pasaba cuando me encontraba solo… como a cualquier persona sus pensamientos lo llevaban a su “propio mundo” por decirlo de alguna manera. Escuche un pequeño ruido que capto toda mi atención; toda la zona se encontraba como en calma por lo que precisamente ese sonido me puso en alerta rápidamente ¿una persona mas? Quizás un tonto animal que vagaba sin rumbo por el lugar, todo era probable. Dirigí mi vista hasta donde creía yo, haber escuchado aquellas ramas quebrarse.

Fruncí el ceño levemente al percatarme de la presencia de otra persona; un tipo merodeando por la zona. Ni me pregunte si había presenciado todo lo ocurrido, era evidente que si de lo contrario no hubiese intentado irse sir decir palabra alguna. Me levante de donde me encontraba sentado y a paso ligero me dirigí hasta el muchacho, no pensaba hacerle daño, para nada, tal vez solo asustarlo hasta de que me asegurara de que no formaba parte del plan del gobierno. Mis piernas comenzaron a correr en su dirección rápidamente y como si fuera un acto de reflejo, taclee al sujeto tumbándolo al piso; coloque mi codo sobre su garganta para impedir que tratara de escaparse — ¿Quién mierda eres y que viste? — le dije con tono demandante mientras mi antebrazo continuaba sobre su cuello, lo mire fijamente examinando cada rasgo de su rostro, me resultaba un tanto familiar pero quien sabe, tal vez solo me confundia.

Antes de darme cuenta estaba tirado en el suelo con el tío ahogándome y evitando que pudiera escapar.

- Minipunto para tus reflejos, Robin - me burlé de mí mismo mientras pataleaba para intentar escapar, sin conseguirlo como era lógico.

- Robin - le contesté con toda la seguridad que puede tener alguien cuando tiene un codo en la garganta - Nota mental: la próxima vez no te quedes a ver el espectáculo - me volví a recriminar, pero era mejor contestarle al desconocido a ver si así me dejaba respirar con tranquilidad - Y no he visto nada que ese cerdo no se mereciera - a ver si con eso se daba cuenta de que no era una amenaza. ¡Y me soltaba de una buena vez!

- Estamos en el mismo bando...y te agradecería que me quitaras el codo del cuello - le dije volviendo a ser mi antiguo, simpático y sociópata ser - Me gusta que se me llenen los pulmones de aire y no me gusta que me toquen. Y me estás tocando un montón.

Lo tumbe, asi de rápido y asi de simple al sujeto que aun mantenía bajo mi cuerpo; mi antebrazo se encontraba posado sobre su cuello presionando con intensidad pero no lo suficiente, le había formulado una pregunta con anterioridad y quería escuchar cual era su respuesta; ir matando a cualquier persona que pasaba por la zona tampoco era mi hobby, salvo que notara que formaba parte del gobierno, ahí si no tendría piedad alguna. Lo fulmine con la mirada mientras quitaba la fuerza en el agarre; escuche su nombre, no me sonaba para nada… quizá para otras personas pero para mi no me causaba nada, solo su rostro era un tanto familiar, como si lo hubiera visto ya antes o… tal vez no necesariamente a su persona.

Afloje de a poco el agarre en su cuello en cuando escuche sus siguientes palabras: “Nada que ese cerdo no se mereciera”, ciertas palabras, muy ciertas y eso me indicaba que tal vez este muchacho no era ningún peligro, al menos para mi. Solté una carcajada cuando menciono lo ultimo y procedí a soltarlo levantándome rápidamente. Sacudí un poco mi chaqueta sacando de nuevo la cajetilla de cigarros, encendí uno por una vez mas, dándole una larga pitada. Observe al muchacho con detenimiento por unos segundos — De acuerdo… “Robin” — hice el ademan de las comillas — Diré que creo en lo que dices por el momento — di otra pitada conteniendo el humo en mi boca

Vi que aun se mantenía tendido en el suelo — Levántate ya hombre, que no fue para tanto — sonreí levemente echando una rápida mirada a todo el lugar para ver si otras personas se encontraban en el lugar, de acuerdo… todo tranquilo hasta ahora — Siempre debo estar pendiente ¿sabes? No es nada personal — volví a mirarlo de reojo — Te me haces familiar pero no se porque — comente sin mas.