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Surcando la oscuridad en busca del amor || Antón <3
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Surcando la oscuridad en busca del amor || Antón <3
Habían pasado 23 horas, 45 minutos y 36 segundos desde la última vez que Selene había visto a Antón, ayer habían dado un paseo por la orilla del lago, donde una vez más se había sorprendido debido a las maravillosas y a veces locas ideas que el cerebro masculino podía elaborar. Antes de conocer a Antón sus contactos con el sexo opuesto se remitían solo a curados y quizás alguna mirada coqueta con algún incurado guapo, pero nada más, jamás se había interesado por conocer la manera en que pensaban y funcionaban los hombres, nunca hasta que le aceptó la propuesta de Antón y decidió pasar junto a él toda su vida.
A pesar de que Portland era una ciudad relativamente pequeña nunca antes se había cruzado con el joven Sokolov, por lo que cuando le presentaron su expediente y foto no pudo dejar de sorprenderse. Le parecía curioso que esta ciudad albergara a una criatura tan atractiva y que ella jamás la hubiera visto, en ese entonces solo le pareció como un chico guapo y con quien gustosa pasaría su vida de curada. Pero luego de conocerlo un poco más no estaba segura de tener pensamientos apropiados en relación a él, se sabía a cabalidad el manual de FSS y más aún el capitulo en relación a la deliria, sus síntomas y en que podía derivar; antes le parecía como algo lejano, que jamás podría sucederle y repudiaba a los débiles que se dejaban mancillar por ella, pero ahora no está tan segura ya que presiente haber detectado alguno de los tan temibles síntomas rondando en su interior.
Borrando la idea de una posible infección observó con mayor detención las calles de la zona residencial, eran casi las 21 horas –inicio del toque de queda- y sabía que Antón estaba patrullando las calles en busca de posibles alborotadores. Era algo arriesgado haber salido de casa a tan altas horas de la noche, pero una urgencia mayor a lo que jamás había experimentado la instó a salir en busca del muchacho, solo necesitaba verlo comprobar que su día había sido bueno y que no tenía ningún tipo de daño. Después de todo el trabajo de regulador era arriesgado y si bien no era muy común que resultaran dañados, siempre existía esa posibilidad.
Comprobando que solo quedaban diez minutos para que el toque de queda se iniciara se detuvo en un oscuro callejón, en esos instantes la idea de haber salido se perfilaba como una locura aún mayor pero sin poder arrepentirse tomó aire mientras veía a un grupo de 8 personas doblar la esquina y entre ellas se encontraba su prometido. Sintiendo que el alma regresaba a su cuerpo se dejó ver, saliendo del callejón, mientras sentía los 16 ojos detenidos en ella miró a Antón y entonó un tímido –Hola…- se sentía como una estúpida, había salido a buscarlo y ahora lo único que decía ¿era hola?, mal... estaba muy mal definitivamente parecía que alguna parte de su cerebro se había atrofiado desde el día que conoció a Antón.
A pesar de que Portland era una ciudad relativamente pequeña nunca antes se había cruzado con el joven Sokolov, por lo que cuando le presentaron su expediente y foto no pudo dejar de sorprenderse. Le parecía curioso que esta ciudad albergara a una criatura tan atractiva y que ella jamás la hubiera visto, en ese entonces solo le pareció como un chico guapo y con quien gustosa pasaría su vida de curada. Pero luego de conocerlo un poco más no estaba segura de tener pensamientos apropiados en relación a él, se sabía a cabalidad el manual de FSS y más aún el capitulo en relación a la deliria, sus síntomas y en que podía derivar; antes le parecía como algo lejano, que jamás podría sucederle y repudiaba a los débiles que se dejaban mancillar por ella, pero ahora no está tan segura ya que presiente haber detectado alguno de los tan temibles síntomas rondando en su interior.
Borrando la idea de una posible infección observó con mayor detención las calles de la zona residencial, eran casi las 21 horas –inicio del toque de queda- y sabía que Antón estaba patrullando las calles en busca de posibles alborotadores. Era algo arriesgado haber salido de casa a tan altas horas de la noche, pero una urgencia mayor a lo que jamás había experimentado la instó a salir en busca del muchacho, solo necesitaba verlo comprobar que su día había sido bueno y que no tenía ningún tipo de daño. Después de todo el trabajo de regulador era arriesgado y si bien no era muy común que resultaran dañados, siempre existía esa posibilidad.
Comprobando que solo quedaban diez minutos para que el toque de queda se iniciara se detuvo en un oscuro callejón, en esos instantes la idea de haber salido se perfilaba como una locura aún mayor pero sin poder arrepentirse tomó aire mientras veía a un grupo de 8 personas doblar la esquina y entre ellas se encontraba su prometido. Sintiendo que el alma regresaba a su cuerpo se dejó ver, saliendo del callejón, mientras sentía los 16 ojos detenidos en ella miró a Antón y entonó un tímido –Hola…- se sentía como una estúpida, había salido a buscarlo y ahora lo único que decía ¿era hola?, mal... estaba muy mal definitivamente parecía que alguna parte de su cerebro se había atrofiado desde el día que conoció a Antón.
Selene A. Numnster- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 24/09/2012
Re: Surcando la oscuridad en busca del amor || Antón <3
Había sido una larga tarde la de hoy, con el turno y etc. Odiaba los turnos de tardes, y en realidad no tenía ninguna necesidad de hacerlo, eran las mismas horas de los turnos de mañanas o los turnos nocturnos, la única diferencia era que no podía encontrar una buena excusa para tener que ver a Selene a otras horas que no fuera en la tarde porque tenía que estar trabajando. Era incluso normal que estos días anduviera incluso más irritable que otros días y mucho menos comprensivo con los mismos incurados como yo que sufrían de deliria nerviosa. Tenía bastante claro que la sufría yo mismo, me era casi obvio que cada vez que veía a Selene no podía controlar mis sentimientos hacia ella y siempre terminaba comportándome como no debería hacerlo, y aunque lo escondía bastante bien, a veces realmente mi deliria alcanzaba limites insospechados. Por eso necesitaba que mi operación se hiciera efectiva prontamente antes de hacer locuras como las que mi hermano gemelo estaba acostumbrado a hacer.
Ya había pasado la mayor parte de mi turno y esta noche mi trabajo terminaba a las 10, aunque luego de esto no tenía nada más que hacer, una hora patrullando y pasando infracciones a incurados que rompen la ley, y luego ir a casa a ducharme y dormir. Seguí al resto de los reguladores que estaban en mi turno, mientras el líder de este grupo determinaba las posiciones que tendríamos esta ultima hora de trabajo para vigilar con mayor eficacia nuestro entorno. Estaba dando las ultimas posiciones, la mía ya me había sido entregada y solo esperaba diera la orden para dispersarnos. De pronto sentí una presencia extraña y a punto de salir disparado a increpar a quien quiera que estuviera fuera de su casa a estas horas, me tomó por sorpresa de que fuera la misma Selena la que saliera de las sombras. Su voz se escuchó fuerte clara en el silencio del lugar a pesar de ser apenas un murmullo y mi corazón latió fuerte solo con verla en este momento. No estaba ni molesto con ella, como podría estarlo si en lo único que había pensando este día había sido en ella.
Me dirigí a mi líder y pedí hacerme cargo personalmente de devolverla a casa antes que el toque de queda estuviera terminado. Bien podríamos llamar a una patrulla extra, de las que usamos siempre en estos casos para devolver a incurados a sus casas o cuando los encarcelamos, pero quería aprovechar su imprudencia para al menos intercambiar un par de palabras. Gratamente no tuve problemas por mi comportamiento intachable y me separé de los 8 hombres que me miraban sin demasiada extrañeza a mi, más raro la miraban a ella. Caminé rápidamente a donde Selene se encontraba y puse una mano en su espalda para indicarle que caminara hacia donde tenía aparcado mi auto -¿pasa algo? ¿se te pasó la hora?- pregunté con cierta preocupación, porque para mi no era normal saltarse la hora del toque de queda, y nunca antes la había pillado en una situación como esta. Al llegar al auto saqué las llaves y luego de quitar el cierre centralizado le abrí la puerta del copiloto para que se subiera a él. Si me enojaba con ella, siempre lo hacía cuando iba contra la ley que yo mismo seguía al pie de la letra, pero hoy no podía enojarme con ella ahora, estaba realmente feliz de verla aunque mi rostro siquiera demostraba pizca de eso.
Ya había pasado la mayor parte de mi turno y esta noche mi trabajo terminaba a las 10, aunque luego de esto no tenía nada más que hacer, una hora patrullando y pasando infracciones a incurados que rompen la ley, y luego ir a casa a ducharme y dormir. Seguí al resto de los reguladores que estaban en mi turno, mientras el líder de este grupo determinaba las posiciones que tendríamos esta ultima hora de trabajo para vigilar con mayor eficacia nuestro entorno. Estaba dando las ultimas posiciones, la mía ya me había sido entregada y solo esperaba diera la orden para dispersarnos. De pronto sentí una presencia extraña y a punto de salir disparado a increpar a quien quiera que estuviera fuera de su casa a estas horas, me tomó por sorpresa de que fuera la misma Selena la que saliera de las sombras. Su voz se escuchó fuerte clara en el silencio del lugar a pesar de ser apenas un murmullo y mi corazón latió fuerte solo con verla en este momento. No estaba ni molesto con ella, como podría estarlo si en lo único que había pensando este día había sido en ella.
Me dirigí a mi líder y pedí hacerme cargo personalmente de devolverla a casa antes que el toque de queda estuviera terminado. Bien podríamos llamar a una patrulla extra, de las que usamos siempre en estos casos para devolver a incurados a sus casas o cuando los encarcelamos, pero quería aprovechar su imprudencia para al menos intercambiar un par de palabras. Gratamente no tuve problemas por mi comportamiento intachable y me separé de los 8 hombres que me miraban sin demasiada extrañeza a mi, más raro la miraban a ella. Caminé rápidamente a donde Selene se encontraba y puse una mano en su espalda para indicarle que caminara hacia donde tenía aparcado mi auto -¿pasa algo? ¿se te pasó la hora?- pregunté con cierta preocupación, porque para mi no era normal saltarse la hora del toque de queda, y nunca antes la había pillado en una situación como esta. Al llegar al auto saqué las llaves y luego de quitar el cierre centralizado le abrí la puerta del copiloto para que se subiera a él. Si me enojaba con ella, siempre lo hacía cuando iba contra la ley que yo mismo seguía al pie de la letra, pero hoy no podía enojarme con ella ahora, estaba realmente feliz de verla aunque mi rostro siquiera demostraba pizca de eso.
Antón Sokolov- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 24/09/2012
Re: Surcando la oscuridad en busca del amor || Antón <3
Muchas veces –inclusive más de las necesarias- había leído Romeo y Julieta, aquel texto aleccionador de lectura obligatoria donde de manera gráfica describían los efectos y consecuencias de la deliria. Antaño solo lo veía como un cuento creado para aterrorizarlos y darle a entender que el amor era una verdadera enfermedad, llena de sufrimientos y horrores, pero solo ahora le parecía entender el verdadero significado de aquella historia; el luchar por un amor imposible y jamás rendirse, aún cuando eso significase la muerte. Hoy le parecía ser Julieta, surcando las peligrosas calles de Portland en busca de su Romeo, a quien necesitaba para poder vivir. Era raro y quizás algo torpe que tú vida dependiera de otro ser humano, pero así era como se había sentido Julieta y como se sentía Selene, por lo que cuando vio a Antón caminar hacia ella, confirmó que él era su Romeo.
Recuperó el control de sus emociones y mente cuando el muchacho hablaba con los curados que patrullaba, por un segundo solo había centrado su atención en el muchacho olvidando que estaba acompañado. Debido a su nuevo estado de humor solía exteriorizar mucho más de lo debido sus estados anímicos y por ende, poner en riesgo su seguridad. Era común que los incurados fueran algo afectivos y sonrientes pero tampoco debía excederse, ya que cualquier cosa inapropiada podía convertirse en un pretexto para adelantar la intervención.
-No, no es eso.-comentó mientras entraba al auto y se ponía el cinturón de seguridad, consciente de que el mero hecho de sentir la mano de Antón sobre su espalda le había enviado una fuerte corriente eléctrica. Cuando el muchacho se hubo sentado junto a ella continuó –Esto puede sonar extraño, porque de hecho lo es. No quiero que me mires raro, solo es una duda.- inhalo con fuerza mientras llevaba un mechón de cabello tras su oreja y miraba directo a los ojos de Antón -¿Es normal querer verte a toda hora, preguntarme si estarás bien, si necesitas algo o si me extrañas? Esa necesidad de saber de ti y lo que haces. Por eso estaba en la calle, te buscaba… solo para verte.- las palabras surgieron de forma pausada y con un marcado tono de curiosidad, como si solo estuviera comentado las condiciones atmosféricas. –Estamos comprometidos, de seguro mi preocupación solo se debe a eso ¿verdad?- agregó en último momento con cierto nerviosismo. Después de todo Antón era un regulador y quizás podía interpretar sus palabras como un síntoma temprano de deliria.
Recuperó el control de sus emociones y mente cuando el muchacho hablaba con los curados que patrullaba, por un segundo solo había centrado su atención en el muchacho olvidando que estaba acompañado. Debido a su nuevo estado de humor solía exteriorizar mucho más de lo debido sus estados anímicos y por ende, poner en riesgo su seguridad. Era común que los incurados fueran algo afectivos y sonrientes pero tampoco debía excederse, ya que cualquier cosa inapropiada podía convertirse en un pretexto para adelantar la intervención.
-No, no es eso.-comentó mientras entraba al auto y se ponía el cinturón de seguridad, consciente de que el mero hecho de sentir la mano de Antón sobre su espalda le había enviado una fuerte corriente eléctrica. Cuando el muchacho se hubo sentado junto a ella continuó –Esto puede sonar extraño, porque de hecho lo es. No quiero que me mires raro, solo es una duda.- inhalo con fuerza mientras llevaba un mechón de cabello tras su oreja y miraba directo a los ojos de Antón -¿Es normal querer verte a toda hora, preguntarme si estarás bien, si necesitas algo o si me extrañas? Esa necesidad de saber de ti y lo que haces. Por eso estaba en la calle, te buscaba… solo para verte.- las palabras surgieron de forma pausada y con un marcado tono de curiosidad, como si solo estuviera comentado las condiciones atmosféricas. –Estamos comprometidos, de seguro mi preocupación solo se debe a eso ¿verdad?- agregó en último momento con cierto nerviosismo. Después de todo Antón era un regulador y quizás podía interpretar sus palabras como un síntoma temprano de deliria.
Selene A. Numnster- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 24/09/2012
Re: Surcando la oscuridad en busca del amor || Antón <3
Al llegar al auto le abrí el asiento del conductor, no es que yo fuera en extremo educado, aunque si intentaba serlo al menos con la gente adecuada. Pero con mi prometida no tenía necesidad y aun así quería hacerlo. Todo su ser hacía que yo hiciera hasta lo imposible por complacerla, aunque en realidad lo ocultara nunca terminaba por negarme a nada que ella pidiera o enojarme por algo que hubiera hecho aun fuera contra mi. Cuando hubo entrado en el coche cerré la puerta con cuidado de no golpearla, y di la vuelta al auto para sentarme yo mismo en el asiento del conductor. Siempre era así de calmado, como si estuviera curado y mis fríos ojos no representaban sentimiento alguno, a pesar de que en este momento estaba siendo embargado por unos cuantos sentimientos felices que yo prefería esconder completamente. La deliria nerviosa del amor era un hecho en mi, pero lo ocultaría tanto como pudiera, después de todo nadie quería ser la verguenza familiar, y ese lugar ya lo tenía reservado Aramis hace muchos años.
Mientras me abrochaba el cinturón de seguridad y apuntaba a Selene a hacer lo mismo, escuchaba lo que iba diciendo sin siquiera mirarla. Ambos eramos incurados y a veces era normal que estos sentimientos se dieran, pero estaba en mi negarlos tanto como pudiera hasta que llegara el día de nuestra curación, entonces nos casaríamos y viviríamos bien toda la vida juntos, a veces atribuía a aquella idea el desear que mi curación se adelantara, aunque sabía que Igor nunca daría su consentimiento para aquello, y era uno de los más importantes científicos. La observé y a pesar de que me había jurado no volver a ponerle una mano encima, mi mano derecha sin autorización acaricio su mejilla. Mis ojos rebozaban sentimientos que no me atrevía a explicar ni a dejar notar, pero mi cuerpo quería sentir su toque, la suavidad de su piel entre mis manos y sus cálidos besos. Si, nos habíamos besado, otro error que había cometido al empezar a afectarme la deliria. -No, no es normal- a pesar de que mis palabras eran crueles y duras, mis ojos y mis caricias decían todo lo contrario. Yo también pensaba en ella a todas horas y me preguntaba si ella estaba pensando en mi, pero no se lo diría por el bien de ambos.
Dejé su mejilla y la suavidad de su piel para poner esa mano en las llaves y encender el auto, ahora era hora de devolverla a su casa, después podría volver a la soledad de mi casa y olvidar que esta mujer me alborotaba... todo. No podía ser tal mi necesidad de sentirla entre mis brazos... no, por ahora debería controlarme. Conduje en silencio la mayor parte del recorrido, pero luego cuando íbamos llegando a su casa, se me ocurrió romper el silencio un poco -es bueno verte, no creas que no, es bueno nos veamos todos los días, ayuda a que afiatemos nuestra relación para cuando estemos casados y nos veamos todos los días- lo podía disfrazar como quisiera, pero lo que estaba haciendo era dar una muy buena excusa para verla todos los días.
Mientras me abrochaba el cinturón de seguridad y apuntaba a Selene a hacer lo mismo, escuchaba lo que iba diciendo sin siquiera mirarla. Ambos eramos incurados y a veces era normal que estos sentimientos se dieran, pero estaba en mi negarlos tanto como pudiera hasta que llegara el día de nuestra curación, entonces nos casaríamos y viviríamos bien toda la vida juntos, a veces atribuía a aquella idea el desear que mi curación se adelantara, aunque sabía que Igor nunca daría su consentimiento para aquello, y era uno de los más importantes científicos. La observé y a pesar de que me había jurado no volver a ponerle una mano encima, mi mano derecha sin autorización acaricio su mejilla. Mis ojos rebozaban sentimientos que no me atrevía a explicar ni a dejar notar, pero mi cuerpo quería sentir su toque, la suavidad de su piel entre mis manos y sus cálidos besos. Si, nos habíamos besado, otro error que había cometido al empezar a afectarme la deliria. -No, no es normal- a pesar de que mis palabras eran crueles y duras, mis ojos y mis caricias decían todo lo contrario. Yo también pensaba en ella a todas horas y me preguntaba si ella estaba pensando en mi, pero no se lo diría por el bien de ambos.
Dejé su mejilla y la suavidad de su piel para poner esa mano en las llaves y encender el auto, ahora era hora de devolverla a su casa, después podría volver a la soledad de mi casa y olvidar que esta mujer me alborotaba... todo. No podía ser tal mi necesidad de sentirla entre mis brazos... no, por ahora debería controlarme. Conduje en silencio la mayor parte del recorrido, pero luego cuando íbamos llegando a su casa, se me ocurrió romper el silencio un poco -es bueno verte, no creas que no, es bueno nos veamos todos los días, ayuda a que afiatemos nuestra relación para cuando estemos casados y nos veamos todos los días- lo podía disfrazar como quisiera, pero lo que estaba haciendo era dar una muy buena excusa para verla todos los días.
Antón Sokolov- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 24/09/2012
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