De vuelta a la rutina (? [Jerö]

Me revolví inquieta en la cama antes que mis párpados se abrieran y le dieran la bienvenida a un nuevo día, aun adormilada ladee mi rostro con suma lentitud hacia la derecha y observe los llamativos números del despertador que estaba colocado en mi mesita de luz, instantáneamente solté un pequeño suspiro al percatarme de que solo eran las cuatro de la madrugada, sin lugar a dudas era demasiado temprano para mi pero ya no podía conciliar el sueño, últimamente estaba durmiendo muy poco y ni siquiera reconocía lo que pasaba por mi mente o salía de mis abundantes labios, tenia la sensación de que una completa extraña había invadido mi cuerpo y no le apetecía en lo mas mínimo dejarme en paz, lo mas aterrador de todo es que me recordaba a la vieja India, a la muchacha que había sido antes de la operación. “Deja de martirizarte con eso maldita sea, ya estas curada..a salvo ¿qué mas quieres?”
-No lo se..- Murmure con sinceridad y en voz baja mientras trataba de sentarme sin hacer el menor ruido, no quería despertar a Jeröme, al menos no tan pronto porque me daba lastima estropear su preciado descanso, parecía tan..despreocupado cuando estaba inconsciente, sus facciones se ablandaban e incluso a veces lo pillaba sonriendo, en otras balbuceaba alguna palabra sin sentido y como una idiota intentaba descifrar durante el día el sonido en busca de algún significado escondido. Las yemas de mis dedos rozaron su oscuro cabello para luego vaguear sin rumbo fijo por una de sus mejillas, el toque fue mínimo pero logro aliviar el cosquilleo que habitaba mis manos.
Cuando mis pies tocaron el suelo me erguí del todo y camine hacia el armario, rebusque en el mismo una de mis batas de seda y me la puse para segundos mas tarde poder dirigirme hacia el balcón y deleitarme con el paisaje sin que la brisa fuera un problema.

No había podido dormir casi nada en toda la noche. No había dejado de pensar en su vida, en lo monótona que se había convertido sin que apenas se hubiera dado cuenta. Y lo que más le sorprendía era de casi no le había costado nada adaptarse a aquella rutina en la que se había convertido su existencia. ¿Pero realmente era aquello lo único que quería? Ir de un lado a otro vigilando que ningún salvaje, de los ni si quiera debía saber la existencias, penetrara en el tan maravilloso mundo en el que vivía. Y aquella noche no había sido diferente a las demás, nada había enturbiado la cansada tranquilidad que siempre le rodeaba.
Justo cuando aquellos pensamientos aun danzaban en su mente ensimismada, Jeröme había sentido el movimiento al otro lado del colchón. No es que quisiera ocultar le a la que era su esposa su dificultad para dormir, pero tampoco había creído que fuera demasiado importante como para decirse lo. Pero además de eso, el joven llevaba cierto tiempo cuestionándose su matrimonio. No podía negar que aquella mujer no fuera para él. Literalmente no podía hacerlo. Pero cada vez estaba más inseguro por la decisión que había tomado. ¿Hubiera sido diferente si hubiera sido más neutral en su decisión? Sabía que no había sido totalmente racional en la elección, lo sabía en su interior aunque negara admitirlo; siempre lo había sabido. Pero eso no había llegado a convencer le que hubiera tomado la decisión acertada.
Eso, y que llevaba largo tiempo sintiendo a India bastante extraña. Sabía que su relación no había sido perfecta al principio, pero las cosas entre ellos se había calmado. Habían acabado por acostumbrarse el uno al otro. Ahora eran algo más que desconocidos, pero tampoco existía un gran lazo entre ellos. Aun así, Jerö casi podía conocer a la joven; o al menos una parte de esta. Y lo que le estaba mostrando en estos últimos días, no era nada que él conociera. Y la curiosidad por saber que le ocurría a su esposa, casi le comía por dentro. Sin hacer ruido, tal y como lo había hecho ella minutos antes; se acerco hasta el ventanal del balcón. -¿No puedes dormir?-Ni si quiera había mirado los números en el reloj, pero podía más o menos situar la hora en la que se encontraban por la claridad del sol que comenzaba a cruzar el horizonte.

Mientras observaba de manera perdida el comienzo del amanecer mi mente estaba siendo torturada por miles de pensamientos del pasado, recuerdos tristes que habían marcado mi existencia y habían provocado que decidiera venir, sorpresivamente, desde tierra salvaje a la ciudad de Portland para realizarme urgente la intervención en contra la Deliria y así dejar de sufrir de una buena ves por todas, sin embargo, nada había salido según lo pautado porque lamentablemente la operación, desde hace unos pocos meses, parecía no estar funcionando correctamente. ¿Cómo lo sabia con tanta seguridad? Pues era una suma de emociones las que me hacían sospechar, me sentía sumamente extraña, tan fuera de mi eje y anhelaba ciertas cosas, cosas que un curado normal no tendría porque desear, estaba mucho más deprimida ya que el dolor se había calado profundamente dentro de mi pecho, era miserable la mayor parte del día y para resumir..la culpa no me dejaba dormir por las noches.

Con el correr del tiempo había llegado a la conclusión de que quizás estaba maldita, esa era la única explicación lógica que podía encontrar para los acontecimientos terribles de mi vida, cada ves que me unía amistosamente o sentimentalmente a alguien esa persona simplemente se esfumaba de mi lado como por arte de magia, dejaba de existir porque contraía una enfermedad mortal o era asesinada brutalmente frente a mis ojos. Era extremadamente difícil continuar después de cada perdida porque una parte de mi ser se había marchado con mis padres, mi cuidador y mi mejor amigo, por ese mismo motivo me había empeñado en no crear nuevos lazos, prefería la soledad y mantener a salvo a los demás de mi desgracia, no seguir condenando a gente inocente pero hice una excepción con Jeröme, no pude resistirme a atarme a él de la única forma que se nos era permitida por el consejo y el gobierno, tendría que sentirme arrepentida de haber aceptado su propuesta de matrimonio, debía haberme enojado conmigo misma por ser tan impulsiva y no pensar en las consecuencias que provocaría aquel acto egoísta pero la verdad era que tenerlo cerca aliviaba mi pesar, no podía describirlo solo sucedía y si, mis formas de demostrárselo no eran para nada las adecuadas por el simple hecho de que no éramos precisamente una pareja muy comunicativa, nos costaba horrores expresar lo que nos pasaba pero la parte buena es que no desconfiábamos del otro y no peleábamos como al principio.

Unos minutos mas tarde su ronca voz me sobresalto un poco y conforme me daba la vuelta para enfrentarlo una sonrisa agridulce se formo en mis labios al oír su pregunta, esta rápidamente le dio a entender que me ponía de malas no poder descansar adecuadamente. El viento alborotaba mi cabello en varias direcciones e intente controlarlo al colocar mechones del mismo tras mis orejas, di unos cuantos pasos en su dirección antes de detenerme y soltar una respuesta sincera cuando nuestros ojos se encontraron. –No, lamento haberte despertado ¿Acaso hice demasiado ruido al salir de la cama?- Y yo que creía haber hecho una retirada perfecta, si fue capaz de oirme sin problemas.. significa que ¿tambien sintió mi caricia? oh diablos, no tendría que haberlo tocado y sobre todas las cosas no debería estar sonrojandome bajo su escrutinio justo ahora..

No sabía que destino le había llevado hasta ella, hasta tomar la decisión de hacerla su esposa. Pero se alegraba, en el fondo, en su interior lo sabía. Aunque no fuera capaz de admitirse lo a si mismo. Le había preocupado durante tanto tiempo el hecho de si había obrado de manera correcta, pero no solo sobre ella, sino sobre todas las decisiones que lo habían atormentado durante toda su vida. Se había preocupado al conocer todas aquellas personas que día tras día se arriesgaban por cruzar la frontera para defender lo que sentían, ese sentimiento del que tiempo atrás había sido tan fácil de sentir y de llevar. Pero ahora, ahora que era una enfermedad... ¿Pero realmente estaba convencido de que aquello tenía que ser eliminado? Aunque las dudas se acumulaban en su interior, Jeröme no se permitía el simple hecho de pensar en ello. No quería tener que cuestionarse el mundo en el que había vivido durante tanto tiempo. No podía hacerlo. Eso significa iba ir contra todos, contra todo lo que hacía. Contra su vida completamente. Pero no podía seguir cuestionarse su lealtad al consejo, a todos los que gobernaban aquel lugar.
Todo eso provocaba en el joven la falta de sueño, que no hacía mucho le atormentaba. Aunque prácticamente aquel insomnio casi no era presente en su vida. No sabía como había acabado teniendo aquel problema, aunque no era algo que le preocupara de sobremanera. Más le preocupaba saber porque India se había levantado tan temprano.
No había llegado a sentir la caricia, aunque de haberse dado cuenta hubiera deseado alagar ese momento. Pero lo que si había visto era el rubor que había comenzado a tintar las mejillas de la joven. Lo que no sabia que era lo que le había provocado aquel rubor. El frío que le recorrió le dio una sentida idea. Como cada noche su vestimenta se componía simplemente de unos pantalones cortos que casi se podía considerar ropa interior. Pero ella ya debería haberse acostumbrado a verlo de aquella manera. ¿No? Además, tampoco estaba completamente desnudo. -No has hecho ningún ruido. Yo también me he desvelado, y al no verte en la cama, me he terminado de despertar.- Claramente se había hecho un lío con las excusas que había pensado. Sabía que habría sido fácil echarle la culpa a ella, decir simplemente que había hecho ruido o que había sido el movimiento cuando se había levantado. Pero realmente no quería mentirle por esa tontería, aunque lo más probable es que tuviera que termina explicándole porque tenía esos problemas de sueño. Había querido decírselo antes, pero no se había atrevido a hacerlo.