Keira Lekker Connely

PERSONALIDAD

Keira es una mujer responsable, segura de sí misma y trabajadora. Tiene unos principios muy arraigados heredados de su padre al que quería con todo su corazón y al cual le debe todo lo que es. Es entregada y lucha hasta el final por aquello que considera justo y que es importante para ella. Ve la capacidad de amar como una de las mejores del ser humano y le parece algo inconcebible el hecho de "curarlo". Mantiene una apariencia seria pero amable frente a aquellos que deben creer que ella está privada de amor, pero es una chica alegre y generosa que hace lo que puede por ayudar a los demás desde su campo de trabajo, la ciencia.

Por otro lado, no todo es flores y cosas bonitas, ya que Keira tiene un fuerte carácter que ocupa una parte muy importante de ella y no duda en sacarlo cuando es necesario. Detesta profundamente las injusticias y esto en ocasiones le ha traído algunos problemillas ya que le cuesta mantener las apariencias cuando presencia una. Tiene un espíritu rebelde que sale a la luz a veces cuando ve las atrocidades que comete el Gobierno con la intención de erradicar el amor como si fuera algo tóxico.

HISTORIA

La historia de Keira comenzó algo más de veintiséis años atrás. Era la primera y única hija de un joven matrimonio "concertado" por el gobierno. Su madre, Clarisse, tenía 23 años y tras su exitosa operación había entrado a formar parte del consejo, ya que era descendiente de antiguos miembros muy importantes, y poco a poco se estaba convirtiendo en una figura reconocida por todos los habitantes. En cambio su padre, Robert, era un hombre inteligente entregado en cuerpo y alma a la ciencia. Colaboró mucho en los avances de la "cura" con el fin de que la intervención fuera más segura y no quedaran daños irreparables en el cerebro debido a lo delicado de la operación.

En ese entorno familiar Keira creció como cualquier otra niña, educada en las normas que el Gobierno imponía pero sin poder evitar sentir cierto rechazo en su interior. ¿Cómo podía el amor ser malo? Ella lo sentía por sus padres y no le parecía estar enferma, se encontraba bien, estaba feliz. Lo que se le hacía difícil a la pequeña era en ocasiones la forma automática que tenía su madre de hacer las cosas. Era cierto que la arropaba cada noche y se aseguraba de que saliera a la calle abrigada para no coger frío, sin embargo no había cariño en sus acciones, simplemente responsabilidad. Su padre era distinto, no era excesivamente cariñoso, pero siempre tenía una sonrisa para ella, una palabra de aliento, y sobretodo, se esforzaba por transmitirle esa pasión que él sentía por la ciencia.

Fueron pasando los años y su padre decidió sincerarse con ella que ya era una adolescente consciente de lo que pasaba a su alrededor. Su progenitar llevaba tiempo sospechando que algo no había salido bien en su intervención, cada vez sentía más. Al parecer algo había fallado y con el paso del tiempo había ido recuperando la capacidad de amar, llegando incluso a sentirse mal por aquellas personas a las que había operado, se sentía un monstruo. Aquella rebelación hizo que Keira se sintiera extrañamente feliz, su padre no era "malo" como su madre. A partir de ese momento, Robert decidió compensar todo el mal que había hecho curando a decenas de jóvenes, y comenzó a actuar como un inflitrado, ayudando a todo aquel que no quería ser operado a pasar por aquel trámite y salir exactamente igual, con la única diferencia de que tenían una cicatriz tras la oreja.

Tras descubrir el nuevo "yo" de su padre, Keira tomó la decisión de seguir sus pasos. Amaba la ciencia y había descubierto que podía utilizarla sin seguir las leyes del Gobierno, ayudando de ese modo a muchas personas, por lo que se sentía completamente feliz. Por desgracia la suerte no les duró mucho tiempo. En una ocasión cuando estaban todos comiendo, Robert miró a su mujer con una sonrisa en el rostro y sin pensar dijo "Te quiero". El rostro de Clarisse permaneció impasible y unos instantes después se levantó de la mesa y llamó por teléfono. No tardaron en aparecer en su casa unos enviados del Gobierno que según dijeron se "encargarían" de él. En ese momento Keira supo que su padre había muerto, condenado por su propia madre. Su primera reacción ante aquella atrocidad fue odiarla, incluso se lanzó sobre la mujer que la había traído al mundo tratando de agredirla y hacerle pagar por lo que había hecho. Lo único que salvó a Keira de la condena por aquel delito, fue el hecho de que le faltaba poco para cumplir los veintidós años y por lo tanto pronto sería curada.

De inmediato, Keira se puso en contacto con un antiguo compañero de su padre que compartía más o menos los mismos ideales y sabía que él podría ayudarla, Igor Sokolov. La operación fue un éxito. No, Keira no estaba curada, y ese era precisamente el motivo de que todo saliera bien.

Como a todos los recién curados, a Keira le presentaron cinco hombres que en teoría encajaban con ella, pero ella no estaba interesada en contraer matrimonio por lo que no quiso escoger, simplemente quería trabajar, dedicarse a la ciencia. Eso fue lo único bueno que hizo su madre por ella, utilizó su influencia en el consejo para "posponer" la elección de pretendiente de modo que su hija pudiera dedicarse enteramente a la ciencia y aportar así todo lo que fuera capaz.

De este modo, Keira volvió a ponerse en contacto con el doctor Sokolov, hacia el cual se sentía inmensamente agradecida y consiguió que este le ofreciera un puesto de trabajo como su ayudante, el cual sin duda aceptó encantada. Seguiría los pasos de su padre y sabía que de estar vivo, se sentiría orgulloso de ella.