¿Que sólo hay ruinas por aquí? {Dotti}

Caminaba por entre los escombros de lo que alguna vez fueron hogares, hogares de personas comunes y corrientes que habitaban en éste lugar, antes de que lo declararan como Tierra Salvaje, y se descubriera aquella estúpida 'enfermedad' y comenzara todo el drama que ahora es el mundo donde la gran mayoría vive. Aquello es como una prisión donde nadie tiene derecho a nada, salvo claro, los superiores, políticos, cenadores, o todos esos... Yo sinceramente no tengo idea de eso y tampoco interés en saberlo. A esta altura ya todo me daba igual.
El lugar no era de lo mas estable pero fue lo que yo misma elegí, así que ahora no tenía de que quejarme y, por mas que lo hiciera, no había nadie para escuchar mis caprichos, ni nadie que pueda volver el tiempo atrás. Es por eso que no me arrepiento de nada, ¿para que lamentarse, si no hay vuelta atrás? estoy bien así y tal cual estoy pretendo seguir.

Vamos Dée, ésto es pan comido para ti, y no está sola. Eso resonaba siempre en mi cabeza, era como una pequeña oración que instantáneamente me ayudaba a levantar la cabeza cuando me creía perdida. No estoy sola. Hay mas personas aquí que pasaron la misma suerte que yo, tal vez mejor, tal vez peor; aún no lo sé, pero estoy dispuesta a averiguarlo, apenas me pique la curiosidad. El terreno era inestable en ciertas zonas, pero una vez pisaba el césped o caminaba entre los árboles, mi mente se despejaba por completo y se creaba una enorme sensación de felicidad o emoción en mi, no se como llamarla, mucho menos como describirla, pero puede apreciarse tanto como la libertad. Sí, eso es. Libertad, aquí no dependemos de nadie, cada quien se hace cargo de sí mismo y tenemos derechos de tomar nuestras propias decisiones, y no nuestros padres por ejemplo.
Sabía de los carroñeros, y lo primero que escuché fue "Cuídate de ellos". Algunos han de estar locos, o ser caníbales o algo parecido. Son feroces me dijeron, y que si veo a alguno lo mejor sería que éste no te vea, o huir tan rápido y lejos como pueda. Ni muerta pondría un pie en su territorio, sería como meter la cabeza en la boca de un enorme león hambriento. Suicidio. Ja, no gracias, yo paso eso porque, sinceramente, quiero vivir.


¿Que hacía aquí? y no, no en Tierra Salvaje, eso ya no importa, mas bien aquí, donde estoy parada ahora, en medio de ruinas, caminando en silencio como un cuerpo sin vida por entre las calles, o mas bien dicho, lo que queda de ellas. Mis pies parecieran que se arrastraban por poco. Deambulaba sin ganas, aunque ésta vez sí tenía un punto de llegada, un rumbo fijo. La estaba buscando a ella, mi musa, mi prima. Dacotta siempre fue mucho para mi, y muchísimo mas lo era ahora y, aunque ella no lo crea o no o note, al hecho haber venido conmigo yo lo valoro como....No lo sé, no tengo expresiones suficientes. En este lugar, es todo lo que tengo. De seguro fue una decisión difícil, bueno, ¿que cosa es fácil en este mundo? actualmente, nada, y las decisiones no son la excepción. Ni siquiera debí insistir. Admiro lo valiente que es, arremetió contra todos los principios de su estúpida familia (la cual también es mía, si), y se decidió a seguir su propio camino con lo que ella quería, y no los demás. No le importó nada y, además de ser tan cariñosa y adorable como es ella, se que es una persona muy inteligente, aunque a veces no lo refleje. Yo me doy cuenta.
Había señalado un punto donde nos encontraríamos y al ver la estrella formada con rocas que había dejado la vez anterior, supe que se trataba del lugar correcto. No quedaba mas que hacer, mas que esperarla. Limpié con una mano los restos de suciedad que había sobre una roca y algo de musgo, para luego tomar asiento sobre ésta. Acariciaba mis piernas desnudas, sólo llevaba un short de jean bastante rasgado, y una blusa de mangas cortas color negra con una imagen.estampada en ella. Relajé mis hombros para liberar un poco la tensión y fijé la mirada en algún punto del cielo, perdida. Se veían varias nubes, aunque no creo que fuera a llover.
De repente, un pequeño ruido que se escucha a lo lejos capta mi atención. Era como si mis sentidos se pusieran muy alerta, mas de lo normal, apenas escuchaba o veía algo inusual, y ahora lo único que se escuchaba era el silencio. -Dotti...¿Eres tu?- Comenté girando mi vista hacia todos lados, como perdida. Mi voz sonaba entrecortada y algo temerosa debo admitir. Podría ser ella, así como podría ser cualquier otra cosa y, de ser así, verdaderamente no quería averiguarlo.

Cada pequeño ruido que escuchaba me ponía los nervios de punta y todos los sentidos alerta, no sabía que esperar, y ya le había tomado odio a aquella sensación de que algo frío baja por toda tu espalda, como avisándote de algo que va a pasar, y si sigues escuchando cosas extrañas en seguida comienza a fluir un poco la adrenalina, y donde veas alguna cosa o visita indeseada, mejor echarte a correr, y mas si están en Portland o en territorio de los carroñeros, o date por muerta. Nunca fui de temerle a muchas cosas pero ahora vivo con esa mala sensación en la garganta casi siempre.
Tranquilidad. Así sean cuarenta, o cinco minutos de ella, la aprecio tanto. En algunas ocasiones en las que todo está en silencio, y uno no escucha mas que ruidos de la naturaleza y ya, así como cuando vas caminando entre hojas secas y lo único que escuchas además del viento son tus pasos.

Humedecí mis labios con saliva y refregué mis ojos con ambas manos una y otra vez. En cualquier momento el sueño me podría, y sinceramente no quería eso; vaya a saber cuanto tiempo me caigo dormida en el medio de la nada, y eso no sería conveniente, al contrario, sería suicida.
Mis azules ojos, siempre con su pequeño toque de mirada felina, se clavaban en el horizonte, como perdidos buscando algo, pero algo invisible al parecer pues no había nada. Nada mas que cielo azul, algunas nubes blancas, otras grises, árboles, y a lo lejos montañas. No era la gran variedad. Miraba la nada, ¿que mas iba a ser? y, cada vez que mi mirada se perdía en alguna de aquellas nubes, algún recuerdo de mi pasado llegaba a mi mente, rápido como un rayo de luz y sin el menor esfuerzo la mayoría de las veces. Escapar de aquel lugar sí había sido difícil, parecía literalmente una cárcel, pero sólo hay que saber donde están las bajas de defensa y donde las rejas y todas esas porquerías que rodean la ciudad no están electrificadas. Suena fácil, ¿eh? Ja, pues nada que ver. Esos orangutanes que vigilan no son muy simpáticos que digamos, pero pasé sana y salva... Bueno, mas o menos, pero es igual. Sabía que algún corte o herida me iba a hacer de seguro, algunos cuantos.

Escuché una voz femenina un toque grave, ese tono de voz que parecía estar entonando una canción constantemente, que a mi tanto me gustaba y vaya que conocía. Los nudos en mi garganta y estómago fueron desapareciendo de a poco a medida que me tranquilizaba. Ya no había de qué temer, espero, a no ser que alguien mas ande cerca, cosa que dudo. -¿Eres consiente de que casi me haces dar un pequeño infarto?- La regañé en tono de broma mientras na sonrisa juguetona se dibujaba en mis labios y enarcaba una ceja. Correspondí a su saludo y acomodé hacia atrás mi cabello mientras sostenía algunos dos o tres mechones por delante, acariciándolos a modo de cepillo para deshacer algunos nudos. No podía cuidarlo todo el tiempo aquí, y eso de verdad me dolía, pero no había otra.
No quería despegarme de su abrazo. Era tan reconfortante, que sentía como si me pudiera quedar oras y horas pegada allí sin rencor de nada, descargarme de lo que quisiera, porque sabía que ella sería la primera en escucharme ante cualquier cosa. Ella y solo ella, ¿quien mas me soportaría a mi si no fuera Dotti? Si me pongo a pensarlo sólo dos segundos me doy cuenta de que eso es muy cierto. Ni siquiera sabía como eran as personas de Tierra Salvaje; si serían sociables, comunes, amigables (bueno, esa última la dudo un poco) o darle la razón a los curados que los llaman simplemente con todo el sentido de la palabra, salvajes. La solté de mis brazos finalmente para volver a hablarle. -Bien, y mejor aún contigo, ¿tu? ¿algo nuevo que contar?- Pregunté interesada y un poco ansiosa, como una pequeña niña cuando juega con sus osos de felpa y entabla conversaciones con éstos, como si fueran capaces de responder algo. Uh, claro, esta tonta hablando ahora aquí era es niña. Patético pero cierto, y a mi me gustaba, además del cierto hecho de que no había mucho que hacer en esa aburrida ciudad.