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Una mañana ¿Tranquila? | Amy |
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Una mañana ¿Tranquila? | Amy |
Los primeros rayos de sol me despertaron. No había tenido una de las mejores noches, apenas había dormido un par de horas gracias al frio viento y a la poca seguridad que tenia. Estúpidamente me había alejado del grupo liderado por mi hermano, todo por querer tener un poco de mi espacio. Sin comida ni agua, mucho menos armas, se podía decir que estaba perfecto para ser asaltado por otro carroñero, aunque claro, si se animaba. Siempre era un rival complicado de dominar, estando armado o no. Asi como me levante emprendi rumbo hacia alguna cascada cercana, si mi buena memoria no fallaba no me encontraba demasiado lejos. Solo sigue el rio, tarde o temprano escucharas el típico ruido de la caída del agua.
Con tranquilidad avance entre la densa fauna silvestre. Las aves cantaban y le daban vida al bosque. Ojala tuviera alguna flecha para intentar cazar algo, mi estomago me estaba pidiendo algo de comida. Luego de varios minutos de andar en medio del bosque choque con el rio, solo me quedaba seguirlo hasta la cascada. Caminar al lado del rio no fue una buena idea, la copa de los arboles no llegaban a cubrirme del sol, estaba expuesto al calor. Intente avanzar más rápido, saltando las rocas con cuidado de no resbalar y tener una lesión tonta. Ya el ruido de la cascada hizo su aparición, un indicador de que estaba en buen camino. Pocos minutos después la vi, a tan solo unos metros de mi.
Sin importarme nada me adentre al rio, con cada paso que daba la profundidad aumentaba. Se sentía bien, todo el calor que tenía se estaba perdiendo por la fresca agua sobre mi cuerpo. No detuve el paso hasta que estuve justo en frente de la caída de agua, tan cristalina y fresca, imposible no ignorar. Con la ayuda de mis manos logre beber algo, calmando la sed por momentos, luego humedecí mis cabellos para detener el calor insoportable. Ahora tan solo debía encontrar la manera de obtener algún alimento, aunque sea lo mas mínimo.
Con tranquilidad avance entre la densa fauna silvestre. Las aves cantaban y le daban vida al bosque. Ojala tuviera alguna flecha para intentar cazar algo, mi estomago me estaba pidiendo algo de comida. Luego de varios minutos de andar en medio del bosque choque con el rio, solo me quedaba seguirlo hasta la cascada. Caminar al lado del rio no fue una buena idea, la copa de los arboles no llegaban a cubrirme del sol, estaba expuesto al calor. Intente avanzar más rápido, saltando las rocas con cuidado de no resbalar y tener una lesión tonta. Ya el ruido de la cascada hizo su aparición, un indicador de que estaba en buen camino. Pocos minutos después la vi, a tan solo unos metros de mi.
Sin importarme nada me adentre al rio, con cada paso que daba la profundidad aumentaba. Se sentía bien, todo el calor que tenía se estaba perdiendo por la fresca agua sobre mi cuerpo. No detuve el paso hasta que estuve justo en frente de la caída de agua, tan cristalina y fresca, imposible no ignorar. Con la ayuda de mis manos logre beber algo, calmando la sed por momentos, luego humedecí mis cabellos para detener el calor insoportable. Ahora tan solo debía encontrar la manera de obtener algún alimento, aunque sea lo mas mínimo.
Velkan Ross- Mensajes : 157
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Una mañana ¿Tranquila? | Amy |
Su pie se movía al ritmo de alguna canción, de la cual solo permanecían atisbos de su rítmica, la letra había sido completamente olvidada en medio de la ciudad. La música al igual que el amor eran cosas prohibidas y lo prohibido tiende a esconderse en lo más profundo del inconsciente. “Tap… taptap….tap” era el ritmo de aquella canción, que a Amy le parecía haber escuchado cuando era una infante, si no se equivocaba su letra decía cosas en relación a la libertad y el amor. Justo las dos cosas que anhelada conseguir.
Su pie siguió en aquel interminable ir y venir, llevaba casi dos horas en aquella posición –sentada sobre una roca junto a la cascada a casi tres metros de la superficie del pozo que se formaba bajo aquella caída de agua, en su mano derecha sostenía una rústica lanza y su mano izquierda espantaba a algunos mosquitos que buscaban escapar del reinante calor-
Estaba esperando algún movimiento en la quieta superficie, algo que le indicara la presencia de peces. Había escuchado que en aquel lugar abundaban los salmones y quería comprobarlo con sus propios ojos. Ser miembro de la llamada “Resistencia” tenía sus pros y contra: lo bueno era la libertad -tenían un vasto territorio solo para ellos-, podían actuar según sus principios e ideales y se alejaban de aquella frialdad que reinaba en la ciudad. Pero lo malo a veces superaba aquellas recompensas, tales como la falta de comida, ausencia de agua potable y en variadas ocasiones, la total desprotección contra los fenómenos ambientales. Si bien, ellos se preparaban para aquellos imprevistos en más de una ocasión sus precauciones había fallado.
Un crujir de ramas le advirtió que alguien se acercaba, sin moverse del lugar pero deteniendo el movimiento de su pie, se puso alerta. A la espera de que el autor de los pasos diera la cara tensó su brazo, levantando su rústica lanza, lista para lanzarla en caso de que fuera necesario. Imprudentemente el extraño se adentró en el agua, refrescándose y sin notar la presencia de la muchacha, cuando Amy hubo reconocido que aquel hombre era Velkan y no representaba ningún peligro para su integridad física lanzó su arma, la que se hundió limpiamente en el agua a solo unos centímetros de la pierna derecha del chico. Claramente la intención de Amy no era herirlo, simplemente le estaba dando la bienvenida –Levanta los pies cuando camines Velkan. Todos los que se encuentra en medio de los árboles te escucharon venir.- comentó para luego lanzarse en un limpio piquero desde la roca en que descansaba. Su cabeza emergió luego de unos cortos segundos y miró al chico diciendo –Luces mal, peor de lo que recordaba. ¿Tus amiguitos no te dan de comer?.- una de sus cejas de curvó analizando su cuerpo y luego recuperó la lanza perdida momentos antes.
Su pie siguió en aquel interminable ir y venir, llevaba casi dos horas en aquella posición –sentada sobre una roca junto a la cascada a casi tres metros de la superficie del pozo que se formaba bajo aquella caída de agua, en su mano derecha sostenía una rústica lanza y su mano izquierda espantaba a algunos mosquitos que buscaban escapar del reinante calor-
Estaba esperando algún movimiento en la quieta superficie, algo que le indicara la presencia de peces. Había escuchado que en aquel lugar abundaban los salmones y quería comprobarlo con sus propios ojos. Ser miembro de la llamada “Resistencia” tenía sus pros y contra: lo bueno era la libertad -tenían un vasto territorio solo para ellos-, podían actuar según sus principios e ideales y se alejaban de aquella frialdad que reinaba en la ciudad. Pero lo malo a veces superaba aquellas recompensas, tales como la falta de comida, ausencia de agua potable y en variadas ocasiones, la total desprotección contra los fenómenos ambientales. Si bien, ellos se preparaban para aquellos imprevistos en más de una ocasión sus precauciones había fallado.
Un crujir de ramas le advirtió que alguien se acercaba, sin moverse del lugar pero deteniendo el movimiento de su pie, se puso alerta. A la espera de que el autor de los pasos diera la cara tensó su brazo, levantando su rústica lanza, lista para lanzarla en caso de que fuera necesario. Imprudentemente el extraño se adentró en el agua, refrescándose y sin notar la presencia de la muchacha, cuando Amy hubo reconocido que aquel hombre era Velkan y no representaba ningún peligro para su integridad física lanzó su arma, la que se hundió limpiamente en el agua a solo unos centímetros de la pierna derecha del chico. Claramente la intención de Amy no era herirlo, simplemente le estaba dando la bienvenida –Levanta los pies cuando camines Velkan. Todos los que se encuentra en medio de los árboles te escucharon venir.- comentó para luego lanzarse en un limpio piquero desde la roca en que descansaba. Su cabeza emergió luego de unos cortos segundos y miró al chico diciendo –Luces mal, peor de lo que recordaba. ¿Tus amiguitos no te dan de comer?.- una de sus cejas de curvó analizando su cuerpo y luego recuperó la lanza perdida momentos antes.
Amy D. Loster- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 22/09/2012
Re: Una mañana ¿Tranquila? | Amy |
De la nada una lanza pasó muy cerca de mi ¿Un ataque? Levante la mirada completamente despreocupado, una pelea para empezar el día sonaba bastante tentador. Con fuerza jale de la lanza apoderándome de ella, al menos ya no estaba tan desprotegido. Debía admitir que fue bastante estúpido salir asi, prácticamente estaba sentenciando una muerte o quizás daños graves. A continuación una voz me hablo. No pude reprimir una sonrisa divertida. Levante mi mirada azul sin perder la sonrisa de lado - Me gusta provocar a mis atacantes Amy ¿Algún problema? – Hable sin dejar de mirarla, tenía una excelente posición para un ataque sorpresa, suerte que no éramos enemigos, de lo contrario estaría lamentando una gran herida. Mantuve mi postura, a pesar de que ella se lanzara perdiendo la perfecta posición. Al poco tiempo emergió del agua y de nuevo empezó a hablar.
¿Tan mal me veía? Odiaba estar así, parecía estar débil y vulnerable. Grave error. Aun podía dar batalla, no era tan fácil de vencer. Tarde algunos minutos en responderla, en realidad no iba a hacerlo, no era de su incumbencia la relación que mantenía con mi grupo. Fue en ese momento cuando pensé ¿Amy estaba sola? ¿Tenía algunos aliados?. No lo sabía, aunque podía jurar que era una carroñera solitaria - Necesito alejarme de mi grupo. Siempre me gusto estar solo – Le respondí al cabo de un rato. Era cierto, no soportaba demasiado la compañía, mucho menos de mi grupo de aliados. Siempre pensando en matar, en expandir el miedo a los demás ¿Y todo porque? Por una tierra de nadie, a veces no entendía como podía sobrevivir en un mundo así. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la lanza se desprendió de mi mano, nuevamente a la posesión de su dueña. Sonreí por ese gesto - Pensé que sería un recuerdo de la mala puntería que tienes – Comente bromeando, burlando su pobre ataque.
Solo muy en mi interior sabía la suerte que había tenido, aunque claro ¿Quién atacaría a otro carroñero? El único enemigo era el consejo, debíamos levantar revuelo contra ellos. Sin nada para agregar decidí salir del rio, ahora pretendía encontrar algo de comida, lo mas mínimo aunque sea posible.
- Por cierto si estas de pesca necesitas una punta más penetrante, solo lograras lastimar al pez y luego escapara- Le explique a medida que mi cuerpo se acomodaba sobre una enorme roca, mojando todo el entorno que tenía contacto con mi cuerpo. Hacía días que no comía bien, debía dejar mi carácter de testarudo y aceptar que estaba en un nivel alarmante - ¿Siempre estas sola? Mientras pescas puedes estar muy desprotegida. La situación ideal para un ataque sorpresa- Le advertí mirándola. Dos segundos de distracción en tierra salvaje y podría ser tu fin.
¿Tan mal me veía? Odiaba estar así, parecía estar débil y vulnerable. Grave error. Aun podía dar batalla, no era tan fácil de vencer. Tarde algunos minutos en responderla, en realidad no iba a hacerlo, no era de su incumbencia la relación que mantenía con mi grupo. Fue en ese momento cuando pensé ¿Amy estaba sola? ¿Tenía algunos aliados?. No lo sabía, aunque podía jurar que era una carroñera solitaria - Necesito alejarme de mi grupo. Siempre me gusto estar solo – Le respondí al cabo de un rato. Era cierto, no soportaba demasiado la compañía, mucho menos de mi grupo de aliados. Siempre pensando en matar, en expandir el miedo a los demás ¿Y todo porque? Por una tierra de nadie, a veces no entendía como podía sobrevivir en un mundo así. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la lanza se desprendió de mi mano, nuevamente a la posesión de su dueña. Sonreí por ese gesto - Pensé que sería un recuerdo de la mala puntería que tienes – Comente bromeando, burlando su pobre ataque.
Solo muy en mi interior sabía la suerte que había tenido, aunque claro ¿Quién atacaría a otro carroñero? El único enemigo era el consejo, debíamos levantar revuelo contra ellos. Sin nada para agregar decidí salir del rio, ahora pretendía encontrar algo de comida, lo mas mínimo aunque sea posible.
- Por cierto si estas de pesca necesitas una punta más penetrante, solo lograras lastimar al pez y luego escapara- Le explique a medida que mi cuerpo se acomodaba sobre una enorme roca, mojando todo el entorno que tenía contacto con mi cuerpo. Hacía días que no comía bien, debía dejar mi carácter de testarudo y aceptar que estaba en un nivel alarmante - ¿Siempre estas sola? Mientras pescas puedes estar muy desprotegida. La situación ideal para un ataque sorpresa- Le advertí mirándola. Dos segundos de distracción en tierra salvaje y podría ser tu fin.
Velkan Ross- Mensajes : 157
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Una mañana ¿Tranquila? | Amy |
Amy sonrió de medio lado mientras apartaba un mechón de cabello que interrumpía su visión, Velkan seguía siendo tal cual como lo recordaba, de palabra ligera, siempre relajado y seguro de sí mismo. –Deberías saber que a mí no debes provocarme, puedes salir herido- comentó como si estuviera declarando la cosa más obvia del mundo y se volvió a hundir bajo el agua. No podría decirse que Amy era la mejor guerrera de tierra salvaje pero tampoco era bueno mirarla en menos, muchas veces su rostro angelical, grandes ojos azules y cabello con ondas podía confundir, haciéndote creer que era una muchacha débil, amable y vulnerable, pero está de más decir que eso es totalmente falso. De vulnerable y amable no tiene nada.
Las siguientes palabras le hicieron mucho sentido a la muchacha, entendía el sentimiento de querer alejarse del grupo, la necesidad de poder tomar sus propias decisiones después de todo si había huido a tierra salvaje era para poder tomar sus propias decisiones, vivir según sus reglas y no verse obligada a ceder bajo la presión del grupo. Era por eso que hace solo una semana –luego de una brutal pelea, donde había recibido un par de heridas- se había alejado de aquellos inhumanos hombres, si bien muchas veces admiraba sus métodos y manera de pensar –por ello los inválidos no habían logrado complementar sus ideales- cuando se trataba de violencia y brutalidad no estaba completamente de acuerdo y claramente no dudaba en hacerlo saber. Por esa razón eran pocos los grupos de carroñeros que contaban con estabilidad y entendimiento, tantas personas despiadadas juntas nunca podían convivir en paz por mucho tiempo. – Te comprendo- le comentó mientras lo seguía fuera del lago, los rayos de sol incidían de manera directa sobre su cabeza y estaba segura de que no tardarían en secarse, sentándose en una roca cercana a la de Velkan agregó – No hay nada como la libertad, vivir bajo tus propias reglas y no tener que discutir tus decisiones con nadie. A veces es algo solitario, pero luego te acostumbras- sin darse cuenta acababa de dar a entender que estaba sola, era algo verdadero pero no conveniente de compartir. Si los demás carroñeros sabían que estabas sola eras susceptible a un ataque, si bien era poco común a veces sucedía y a pesar de que pensaba que Velkan era confiable, nunca es bueno fiarse de las personas. –Y ¿por qué no los dejas, de manera definitiva? ¿te asusta vivir solo en el bosque?-
Acto seguido analizó la punta de su rudimentaria lanza, era una de las pocas cosas que había fabricado con sus propias manos y a pesar de sentirse orgullosa era inevitable no escuchar lo que decía Velkan. Luego de tanto tiempo de uso se había desgastado, quedando solo un leve vestigio de su fuerte filo y dando la impresión de fragilidad y torpeza. –Es verdad, pero no abundan puntas de lanza y menos con que afilarlas. Creo que deberé conformarme con lo que tengo a menos que intente conseguir nuevas armas. – comentó más para ella que para el muchacho, cuando había dejado de lado a su grupo de carroñero también había perdido la mayoría de sus armas y ahora se encontraba totalmente desprotegida. -¿Sabes dónde puedo conseguir nuevas armas?- Le preguntó mientras se retorcía el cabello botando el exceso de agua, quizás el muchacho podía ayudarla a volver a abastecerse de defensas.
Las siguientes palabras le hicieron mucho sentido a la muchacha, entendía el sentimiento de querer alejarse del grupo, la necesidad de poder tomar sus propias decisiones después de todo si había huido a tierra salvaje era para poder tomar sus propias decisiones, vivir según sus reglas y no verse obligada a ceder bajo la presión del grupo. Era por eso que hace solo una semana –luego de una brutal pelea, donde había recibido un par de heridas- se había alejado de aquellos inhumanos hombres, si bien muchas veces admiraba sus métodos y manera de pensar –por ello los inválidos no habían logrado complementar sus ideales- cuando se trataba de violencia y brutalidad no estaba completamente de acuerdo y claramente no dudaba en hacerlo saber. Por esa razón eran pocos los grupos de carroñeros que contaban con estabilidad y entendimiento, tantas personas despiadadas juntas nunca podían convivir en paz por mucho tiempo. – Te comprendo- le comentó mientras lo seguía fuera del lago, los rayos de sol incidían de manera directa sobre su cabeza y estaba segura de que no tardarían en secarse, sentándose en una roca cercana a la de Velkan agregó – No hay nada como la libertad, vivir bajo tus propias reglas y no tener que discutir tus decisiones con nadie. A veces es algo solitario, pero luego te acostumbras- sin darse cuenta acababa de dar a entender que estaba sola, era algo verdadero pero no conveniente de compartir. Si los demás carroñeros sabían que estabas sola eras susceptible a un ataque, si bien era poco común a veces sucedía y a pesar de que pensaba que Velkan era confiable, nunca es bueno fiarse de las personas. –Y ¿por qué no los dejas, de manera definitiva? ¿te asusta vivir solo en el bosque?-
Acto seguido analizó la punta de su rudimentaria lanza, era una de las pocas cosas que había fabricado con sus propias manos y a pesar de sentirse orgullosa era inevitable no escuchar lo que decía Velkan. Luego de tanto tiempo de uso se había desgastado, quedando solo un leve vestigio de su fuerte filo y dando la impresión de fragilidad y torpeza. –Es verdad, pero no abundan puntas de lanza y menos con que afilarlas. Creo que deberé conformarme con lo que tengo a menos que intente conseguir nuevas armas. – comentó más para ella que para el muchacho, cuando había dejado de lado a su grupo de carroñero también había perdido la mayoría de sus armas y ahora se encontraba totalmente desprotegida. -¿Sabes dónde puedo conseguir nuevas armas?- Le preguntó mientras se retorcía el cabello botando el exceso de agua, quizás el muchacho podía ayudarla a volver a abastecerse de defensas.
Amy D. Loster- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 22/09/2012
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