Amy D. Loster

PERSONALIDAD

Amy es una muchacha fría a calculadora, la mayor parte del tiempo espera que la traicionen por lo que ganarse su confianza no es algo sencillo. Sin embargo el tiempo que paso con los inválidos le demostró que hay personas que valen la pena, por lo que últimamente ha aprendido a confiar en su instinto, si este le dice que se fie de una persona lo sigue, hasta ahora no le ha fallado y espera que no lo haga. Con lo que han logrado ganarse su confianza es leal, pero sin embargo no es tonta, sabe que todos alguna vez pueden ceder, que la ambición corrompe y por ende, no es incondicional. Los defiende solo hasta cierto punto, luego que cada uno lo haga con sus propias uñas.

Su debilidad son los niños, cada vez que ve uno se embarga de aquel sentimiento maternal. Ese es su mayor anhelo, conocer a alguien que la ame y quiera formar una familia junto a ella. Lejos de estas estúpidas reglas, donde solo puedan ser ellos. Pero no lo ve como algo probable, sabe que el actual régimen es manejado por muchas personas y que derrocarlo no será fácil, por lo que si alguna vez debe entregar su vida para asegurar que el futuro que sueña llegará a ocurrir… lo hará.

Finalmente cabe destacar que no se detiene ante nada ni nadie, si tiene que matar para conseguir un objetivo lo hace sin dudar. Si tienes que torturar para conseguir respuestas, cuenta con ella. Se entrega en un 100% a lo que cree justo y lo defiende contra viento y marea.

HISTORIA

Amy nació en una familia de curados, donde su madre y padre solo convivían bajo el mismo techo por acuerdo y las peleas eran pan de cada día; a veces por cosas insignificantes y otras tantas por el modo en que debían criar a su hija única. Su madre, a pesar de estar curada era algo más cercana, entregándole lo que a su parecer era el cariño maternal, esa mezcla de sentimientos que produce la oxitocina al momento del parto. Mientras que su esposo decía que eso estaba mal, tal “cariño” lo consideraba como una traición al modo de vida que debía seguir y por ende, cuando tuvo la ocasión y Amy solo tenía 10 años, la denunció a las autoridades, ocasionando que se la llevarán y la ejecutaran.

Ese fue el momento más duro en la vida de la pequeña, su madre era todo su mundo, su razón de vivir y existir por lo que verla morir frente a sus ojos desató una furia que jamás pensó experimentar, desde ese momento su padre se transformó en su peor enemigo y cuando él le comunicó que solo quedaban dos años para que la sanaran decidió huir, en busca de un nuevo destino. No podía soportar la idea de olvidar el amor que sentía por su madre y tampoco concebía relacionarse con una persona del sexo opuesto solo por acuerdo, no, ella quería sentir el fuego del deseo, poder estremecerse bajo el toque de aquel que amara, sentir el complemento de su alma. Eran muchas las emociones relacionadas con “deliria nervosa de amor” que quería experimentar y por ende, no estaba dispuesta a entregar aquel deseo solo porque algunas personas se lo exigían.

Completamente desorientada, pero con la convicción de que sus pasos eran los correctos, abandonó la ciudad cuando tenía 20 años. No fue fácil evadir los controles, de hecho tuvo que mancharse las manos de sangre, experimentar el sentimiento de arrebatarle la vida a otro ser humano: Un guardia era quien impedía su camino a la libertad, un alma que cargaba un arma, un ser humano que creía en el régimen, alguien que al igual que su padre era capaz de delatar a su propia esposa. Por lo sin dudarlo desgarró su cuello con un cuchillo, de aquello dependía su libertad, la esperanza de poder experimentar el amor, por ende no se arrepiente de esa noche.

Vagó muchos días en completa soledad, con hambre y frío, fue cuando comenzaba a perder las esperanzas que se encontró con un joven que decía formar parte de los inválidos, con mucho cariño la ayudo le mostró donde se refugiaban y el modo operandis que manejaban. Era un mundo nuevo, con gente alegre y enamorada que al igual que ella no estaban de acuerdo con el gobierno, si bien convivió en paz los primeros meses junto a ellos, no era suficiente. Sus protestas… no eran suficientes, si querían derrotar el régimen reinante debía ser por la fuerza bruta, matando a cuantos fuera necesario. Con esa idea en mente y mostrando su eterna gratitud, volvió a emprender el viaje, en busca de otras personas que pudieran compartir sus ideales; tenía una vaga idea de lo que buscaba, los inválidos le habían comentado de la existencia de los carroñeros, un grupo que también se oponía a la situación pero con métodos mucho más sanguinarios. Su nueva búsqueda dio frutos y los encontró, hombres y mujeres mucho más duros, de temperamento fuerte y que no tenían nada que perder. Aquel era su hogar y no tardó en adaptarse.