Elijah Gabriel Easton {20%}

PERSONALIDAD

¿Conoces a aquellos hombres sin escrúpulos? ¿Aquellos que te lanzan esas desagradables miradas de arriba a abajo, se ríen de ti sin reparos, que te acorralan en un callejón para besarte o para asustarte -y a veces, ambas cosas-? Pues bien, ahora añádele la cara de un ángel, la retorcida mente de un demonio y la deliberación de un kamikaze que tiene clarísimo lo que quiere y lo que persigue. Eso es Elijah.

Decir que es un cabrón sería quedarse corto. Decir que sería precisamente el tipo de chico que tus padres repudiarían sería creerles demasiado permisivos. Elijah es un demente. Un depredador. Un hombre que roza el límite de la psicopatía sin llegar a adentrarse en ella; lo suficiente como para permitirse seguir caminando por la calle. No puedes fiarte de él, porque nunca es lo que aparenta, nunca demuestra sus verdaderas intenciones a no ser que las cartas estén echadas sobre la mesa y no haya nada que perder. Calculador, competitivo, egoísta, malévolo. Sin una pizca de empatía ni compasión por la raza humana. Cerrado de mente con sus principios, su verdad, y su forma de ver las cosas; o la tomas o la dejas, pero ten por seguro que él no la va a cambiar por nadie. Está un paso por delante, un paso por encima de lo que la raza humana siempre ha considerado virtudes. ¿Altruismo? ¿Para qué, si no puede servirle de nada a él? ¿Morir por una causa? Su única causa es él mismo. Todo lo que salga de este margen de acción, sencillamente, le da risa.

Déspota y poderoso, una de las peores combinaciones que existen en el mundo. Le gusta sentirse fuerte, incluso aunque eso signifique hundir a los débiles. Tiene capacidades de líder, de hacerse respetar y, de algún modo, formar a un pequeño grupo de personas que deciden seguir sus pasos. Para él es algo tan natural como respirar. El control, la dominación, la jerarquía. Le gusta saber hasta qué punto puede controlar la situación y hasta qué punto puede hacer que te retuerzas sobre ti mismo como un animalillo asustado. En realidad, tiene una malsana adicción a causar miedo. Le resulta de lo más entretenido. Y si le preguntas a él, te dirá que es un entretenimiento inocente, que si no le toca un pelo a la persona en cuestión, está libre de castigo. Despreocupado, envuelto en una capa de frivolidad. Nunca se juzga a sí mismo con objetividad; nunca ve más allá de lo más básico. Es un hombre a quien no le interesan los debates existenciales ni las incógnitas de la vida, sólo aquello que puede tocar o golpear. ¿Consecuencias? Ni las concibe. Vive en el presente, a fin de cuentas.

Y por último, como resulta evidente por su trabajo, es uno de los primeros en perseguir a aquellos enfermos que todavía no están curados del amor. Aquella panda de ilusos, de estúpidos que no saben lo que se les viene encima al haber tomado la decisión de apartarse de lo correcto. Lejos de la compasión y de la condescendencia que muestran algunos, él es violento con estas personas. Directo. Brutal. Le fastidia su actitud, le irrita de sobremanera su visión rosa de la vida. Nunca ha tenido problemas con las personas que disfrutan del sexo; él es el primer en hacerlo. Pero, ¿el amor? Para Elijah, no hay nada más satisfactorio que acorralar a estas personas y plantarles la verdad delante de la cara. O en su defecto, una pistola o un cuchillo hasta que son capaces de recapacitar. Por su propio bien.

HISTORIA

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