Rainy afternoon {Charlie}

El lugar estaría en absoluto silencio si no fuera por el sonido acompasado de las gotas de lluvia que chocaban contra el parabrisas de la patrulla. Los días de lluvia—que no eran escasos en Portand—hacían que Callum se sintiera irremediablemente... incómodo, especialmente después de ser curado. Era ese tipo de noches la que los inválidos y los carroñeros preferían, sintiéndose libres de tentar a la suerte, sabiendo que ningún curado saldría y en la que la seguridad estaba reforzada a lo largo de la frontera.

Con la mirada cansada y los ojos entrecerrados buscó alguna figura cerca del área en el alambrado que no estaba electrificada. A pesar de la manera estrepitosa en la que se habían desencadenado los hechos, él seguía sintiéndose responsable en cierta manera por la seguridad de Charlie. Una responsabilidad quizá demasiado posesiva para esa que había sido… aún era su amiga. Y si bien, ella había demostrado que era hábil en el arte de burlar los medios de seguridad al entrar y salir a su antojo de la ciudad, Call seguía al pendiente de ella, tal como cuando eran niños, porque pasar días o semanas sin verla lo ponía inquieto—cosa que por fortuna no había ocurrido últimamente.

Era una especie de acuerdo no hablado entre ambos, ellos se encontraban en lugares recurrentes cada cierto tiempo determinado, o eso era lo que él pensaba. Sin saber porqué, el regulador continuaba patrullando en su búsqueda, aún cuando sólo fuera capaz de verla unos minutos, lo cual le servía para verificar que estaba viva y muy a su pesar, eso le importaba lo suficiente como para arriesgar su empleo, su credibilidad, su seguridad y todo lo que conllevaría el ser descubierto ayudando a una carroñera. Pero era un pleno asunto ético, había logrado convencerse de ello, porque considerar siquiera que su operación había resultado ineficaz, era algo improbable.

Existían rumores, estaba consciente de ello y por eso se andaba con cuidado, como ahora que se encontraba lo suficientemente lejos de las torres de vigilancia. De mala gana bajó de la patrulla y dejó que la lluvia le empapara en unos cuantos segundos por completo, se recargó sobre una de las puertas y cruzado de brazos dirigió la mirada hacia la ciudad que poco a poco iba llenando el camino con luces borrosas, anochecía y sería una larga jornada de jugar al gato y al ratón con los carroñeros, individuos que tenía en pésimo concepto, con una excepción.

Pronto el sol desaparecería por completo, bueno, su luz, porque no podía distinguirse detrás de las nubes. La lluvia se hacía intensa mientras avanzaba la noche y las noches de lluvias intensas no eran sus preferidas, escapar con lluvia, barro y poca visibilidad se estaba volviendo una tarea que podía realizar con destreza pero que aún así tenía grandes puntos en contra. Uno de ellos era que los Reguladores parecían estar más alerta, con las calles desierta era claro que en cualquier momento alguien de La Resistencia podría aparecer. Pero se convertía en un punto positivo cuando se trataba de Callum, no del todo, porque sentía en muchas ocasiones que cada vez que lo veía lo estaba poniendo en peligro, y no soportaba la idea de que por su culpa pudieran hacerle algo.

Esta vez lo vio estando del otro lado de la frontera, del otro lado del altísimo alambrado olímpico, el estaba allí esperando que alguien se atreviera cruzar ese muro de alambre para cazarlo, como de un animal se tratara, ella no era un animal, y estaba de acuerdo con que muchos de los suyos se comportaban como tales en ocasiones pero sentía que los que estaban del otro lado de la frontera eran más animales, más "salvajes", pero se sentía incómoda pensando eso, porque entre ellos estab Call. Se quedó paralizada, cociente de que solo él la podía ver, no era de las personas que se quedaban quietas o paralizadas, era de las que no se detenían jamás, pero allí estaba mirándolo, esperando que él también la mirara.

Desistió de cruzar, el hecho de dejarse ver por él ya era lo suficientemente peligroso como para cruzar el límite. Tenía ganas de abrazarlo, aunque jamás antes lo había hecho, ganas de tomar su mano al menos, no simplemente mirarlo de detrás de un alambrado, no quería pararse frente a él y solo procurar que no la delate. Le dolía, le dolía y se sentía abandonada, cuando en realidad ella era quien había escapado, ella era quien se había dado a la fuga, quien había roto los esquemas.

Tocó el alambre, grueso, irrompible, frío, mojado con una de sus manos, se agarró un momento, y esperó a que se acercara, o que le dijera algo, al menos que le hiciera saber que la había visto, eso le bastaba para volver. Pero luego se sintió tonta, ese no era el tipo de pensamientos que estaban en su cabeza, ella era una mujer que se proponía no esperar nada de nadie. Por eso soltó el alambre y volteó, dispuesta a marcharse.

Había terminado por acostumbrarse al frío de las gotas golpeteando suavemente en su cabeza y contra su chaqueta y decidió que era una sensación agradable, lo hacía sentir más despierto, más capaz y competente. Volvió a mirar la enorme división que frágilmente resguardaba la seguridad de los ciudadanos y observó como uno de esos se aproximaba. Tomó su arma y después la volvió a guardar en cuanto logró reconocer aquel rostro tan conocido, uno que de alguna forma siempre era capaz de reconocer incluso entre las multitudes, infiltrada como una ciudadana más. La observó con rostro inexpresivo mientras ella se quedó de pie inmóvil, a unos cuantos metros de distancia y suprimió el impulso de correr a ella en cuanto la vio alejarse apenas unos pasos.

–Cherry —se mordió la lengua reprimiéndose el tomarse tal consideración, el llamarla igual que antes como si nada hubiera ocurrido ni fueran polos diametralmente opuestos en la base ideológica del país –¿Te siguió alguien? —preguntó en un tono suficientemente alto como para ser audible después de debatir durante un largo momento el qué hacer con ella. Siempre era lo mismo, al igual que el resultado del pequeño monólogo en su cabeza; a pesar de que su condición de regulador lo obligaba a cumplir las reglas y tratar a todos eso que habían escapado con rudeza, enviarlos a curación inmediata; en el caso de los peligrosos, la norma dictaba un rápido asesinato. No era que no estuviera capacitado para “eliminar” a alguien, muchos de aquellos a los que denominaban salvajes lo habían hecho con otros curados e inclusive con unos de su misma clase. Era lo que la deliria llevaba a hacer a las personas: matar, reducirlos a lo más básico, seres que actuaban por pleno instinto sin medir las consecuencias, algo que lo hacía sentir enfermo. Y eso era, en gran parte lo que aborrecía Callum, que Charlotte formara parte precisamente de ellos y no de los inválidos, quienes se conformaban con ocultarse y no ponían en riesgo su vida; él jamás lograría comprender qué era lo que llevaba a su amiga a seguir exponiéndose de esa forma.

Se acercó al alambrado y pensó que sería tan fácil hacerlo para cualquiera de los dos. Sopesó la igualdad de condiciones para ambos; tanto ella como él bajos sus distintos códigos estaban autorizados para matar a quien se interpusiera en su camino, los carroñeros eran ágiles y a él atraparla le tomaría tan poco. Era una cuestión de cruzar y… ¿Ella correría o lo enfrentaría? No estaba seguro. Una parte de Callum sentía que no la conocía en absoluto, si años atrás alguien le hubiera dicho que ella formaría parte de esa rebelión, él se hubiera reído en su cara. La deliria fue la causa por la que la madre de la pelirroja murió, por lo que le parecía un absurdo que ella buscara un destino similar; la verdad era que al regulador le costaba aceptar que el parecido entre ambas pelirrojas no se había basado únicamente en el físico, sino en lo demás.

Nuevamente el silencio se hizo presente entre ambos, lo que le dio la oportunidad de no hacer nada más que observarla con completa atención—un lujo del que pocas ocasiones había gozado .— La lluvia le hacía entrecerrar los ojos a la chica y lucía aún más pálida, joven, bella y a pesar de ser pequeña tenía apariencia fuerte de alguien que ha luchado demasiado y sabe lo que está haciendo. Eso último, esa decisión impresa en sus ojos flaqueó por un segundo y le provocó otro sentimiento que le hizo bajar la mirada –Pasa— murmuró sin levantar la vista y retrocedió un paso.

Volteó, pero no habló, se quedó quita mirándolo. No estaban demasiado lejos, él por el momento había preferido guardar distancias, pero no le importaba, lo que le importaba era que la había visto, que la había nombrado había dicho su nombre, la había llamado así como la llamaba antes, incluso le pareció que había sonado igual con el mismo sentimiento, era como si por un momento ella hubiese vuelto a ser "Cherry" su amiga, y no la chica pelirroja que solía ser su amiga, al contrario de lo que había pensado o de lo que cualquiera podría imaginar se sintió extraña con aquello, no fue cómodo, no fue un sentimiento que le haya agradado demasiado sentir, fue como si de repente algo se derrumbara dentro de ella, tal vez la enorme frontera que ella misma había construido para alejarse de ese tipo de sentimientos que la volvían una mujer débil, una mujer que se detenía y volteaba solo para ver a su amigo detrás de las rejas; la persona que solía ser su amigo, de la que pasó la vida enamorada, y a la vez la persona que podría entregarla y terminar de quitarle lo único que le quedaba, su amor.


Él se quedó lejos, guardando su distancia teniendo que elevar la voz para que ella pudiera oírla, entonces miles de pensamientos y suposiciones comenzaron a llenar su mente, por qué no se acercaba qué era lo que ella producía en él, pero finalmente concluyó, lo más probable era que simplemente él no quisiera hacerlo para no ponerlos en peligro a ninguno de los dos. Después de todo lo que ella esperaba era que le hiciera saber que la había visto, con eso le bastaba y él fue más allá de eso, tomó el riesgo de elevar la voz para conseguir que lo oyera, sin tener cuidado de que alguien más lo escuchara y lo delatara. Cherry miró a su alrededor, buscó cerciorarse de que nadie más estaba allí, como ocurría en su recurrente pesadilla en la que él la llamaba por su nombre para luego atraparla y acercarla al destino que el esperaba a todos los carroñeros que eran encontrados. Aliviada cuando descubrió que allí solo estaba él, simplemente asintió, sin abrir la boca aún para responderle.


Retrocedió un paso, miró hacia atrás, hacia al lugar que la esperaba, el lugar al que creía pertenecer, luego miró al frente, lo miró un momento intentando descifrar lo que él pudiera estar pensando, lo que él pudiera estar planeando a hacer a continuación, era una actitud paranoica, y es que la paranoia era una de las cosas que había adoptado luego de haber escapado por primera vez y se daba en si casi de manera natural, en cambio con él era era horrible era un sentimiento espantoso que intentaba de todos modos sacárselo,le parecía horrendo no poder confiar en su mejor amigo.-No me ha seguido nadie.- Habló cuando finalmente él se acercó al alambrado. Se esforzó para que su voz se sintiera fría, impersonal, carente de sentimiento alguno hacia él, no es que quisiera ser cruel o dura con él, simplemente quería demostrarle que estaba segura con lo que estaba haciendo, que era lo que quería y que no se arrepentía. Que en definitiva era así. Pero además intentaba fingir que no lo extrañaba y eso si era una mentira. Volvió a quedarse en silencio, él también lo hizo y se formó un clima un poco más frío de lo que ya estaba.

Pensó nuevamente en que lo mejor era voltear y seguir hacia el lugar al que realmente pertenecía ahora y donde estaría más segura, o se sentiría más segura. Aunque la palabra "segura" comenzaba a resignificarse demasiado últimamente. Se quedó mirándolo, pero esta vez no se forzó a pensar en nada sobre lo que pudiera hacer, sino que simplemente miró sus rasgos, inconscientemente lo miró intentando grabar su imagen, intentando retenerla en su mente tanto como fuera posible. Notó que la miraba, la miró como jamás lo había hecho antes y un sentimiento que había pensado que jamás volvería a sentir renació en su interior. Acomodó su cabello mojado detrás de una de sus orejas, levantó la cabeza y fijó sus ojos en la mirada de Callum, decidida, determinante.

Sonrió cuando él habló por segunda vez, pero sonrió sin que él lo notara cuando bajó la cabeza- Ya lo hice. Voy de regreso.- Comentó auto suficiente, algo arrogante.-Pero.- Se acercó hasta tocar el alambrado con una de sus manos- Gracias...-Esa palabra salió más suave y llena de significado, llena de las miles de cosas que tenía ganas de decirle.

Una parte de él esperaba otra reacción de parte de ella, una inmediata y no sólo aquel silencio que llevaban demasiado tiempo sosteniendo. Quiso reír al percatarse de la mirada desconfiada que ella dirigió en cada dirección, como si pensara en una trampa. Él no la había delatado la primera vez, que fue cuando aún se sentía traicionado por ella… mucho menos tenía razón alguna para hacerlo ahora que la vida tenía nuevamente un curso no completamente, pero casi definido. Cortó las barreras metafóricamente y en unos cuantos pasos estuvo frente a la división entre ambos mundos, e silencio esperaba la respuesta de ella que no podía importarle menos; pero cualquier pretexto le pareció válido para intentar hablar con ella. Su tono de voz, aquella respuesta tan cortante sólo sirvió para hacer hincapié en el detalle de que la vida de Charlotte no era de incumbencia para él. Ni siquiera estaba seguro de porqué había preguntado, no era su asunto y, a decir verdad tampoco estaba en sus planes atrapar a alguno de los suyos, no a uno que fuera aliado directo de ella… por el momento. Y si alguno de los reguladores la encontraba no debía ser tema de Callum -no debía, pero lo era, al igual que estaba pendiente de cada ocasión en la que alguno era atrapado.

Retrocedió un poco más cuando la joven tocó el alambrado, decidiendo que no quería tener contacto con ella, porque contradictoriamente, eso era lo que necesitaba; sentir que no estaban tan lejos como parecía, como correspondía. Detestaba darle vueltas al motivo de su comportamiento, la incertidumbre que la pelirroja le provocaba y le traía de vuelta el recuerdo de meses antes de ser curado, a esos momentos en los que consideró la idea de irse con ella, al pánico de creerse infectado. El amor llevaba a la gente a la locura; el Manual de FSS contaba historias sobre personas que murieron por un amor perdido o por uno que nunca llegaron a encontrar, y era algo por lo que no estaba dispuesto a pasar. Sentía apego por Charlie desde que eran niños, pero siempre consideró que era comprensible al conocerla desde pequeño, confió en ella y la convirtió en su mejor amiga, alguien que consideró como una igual. Cuando fueron emparejados juntos esa idea únicamente se reforzó; ambos eran invencibles y podrían tener todo lo que desearan, sus carreras serían fructíferas, todo en su vida lo sería. La observó de nuevo con reproche impreso en la mirada; ella le había quitado esa posibilidad sin consultarlo siquiera, y ahora estaba en espera de elegir a alguien entre sus nuevas candidatas, mientras que la carroñera era tan libre como un ave de hacer lo que quisiera de su vida, contraer la deliria incluso.

Enarcó una ceja, no era que le sorprendiera saber lo fácil que le había sido cruzar, ni el tono autocomplacido con el que lo admitía. Se encogió de hombros al escucharla agradecer, porque sencillamente no tenía nada que decir, ninguna excusa para aquel momento, ni una razón plenamente válida para dejarla hacer con las reglas lo que se le antojase a voluntad. Levantó la mirada y entrecerró los ojos, decidido finalmente a averiguar más —Entonces… ¿para qué regresaste? —inquirió con autentica curiosidad, su pregunta iba más allá de ese momento en específico, pero cualquier respuesta le serviría para ayudarle a comprender tan solo un poco—Tienes el cabello hecho un desastre. —bromeó y pasó dos dedos a través del enrejado logrando alcanzar un húmedo mechón rojizo el cual dejó caer después de levantar un par de centímetros para analizarlo. Eso había estado mal, tal como todo lo demás en aquella noche, rompiendo cada nivel de impersonalidad; pero él estaba cansado de simplemente perseguirla sin obtener absolutamente nada a cambio. Un "gracias" no le servía, ni tampoco era en absoluto lo que él quería o necesitaba de ella. —No te pregunté si querías pasar, te dije que lo hicieras. — comentó con un tono impaciente y una ligera sonrisa se curvó en su rostro—¿Lo haces tú o lo hago yo?— preguntó buscando el lugar idóneo para escalar.